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Tiene 82 años y sigue corriendo

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Rubén “Chango” Flores es el maratonista más longevo de Misiones. Madruga todos los días para entrenar y participa de cuanta maratón pueda. Nació en el Chaco y vive en Oberá.

Tiene 82 años y sigue corriendo

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Rubén “Chango” Flores es el maratonista más longevo de Misiones. Madruga todos los días para entrenar y participa de cuanta maratón pueda. Nació en el Chaco y vive en Oberá.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”101091″ img_size=”full” add_caption=”yes” alignment=”center” title=”Foto Nexo Sport.”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]El maratonista Rubén “Chango” Flores es un ejemplo de que no hay edad para el deporte y la pasión por la actividad física. Este abril cumplirá 83 años, pero se mantiene lleno de salud y energía.

El maratonista más longevo de la provincia vive en Oberá, tiene una vitrina repleta de trofesos y participa de todas las competencias que se realizan en la tierra colorada. Se levanta a las 4:30 de la mañana y a las 5:00 parte hacia la pista del polideportivo municipal para hacer pasadas de mil metros.
A la tarde vuelve para trotar 7 u 8 mil metros, en una segunda etapa de su entrenamiento diario. “El mejor premio es conversar con los chicos, ellos me alientan y eso me hace feliz. Me carga de energía”, dijo Flores.

La agencia Nexo Sport señala que Chango nació el 4 de abril de 1934 en San Fernando Las Palmas, Chaco, donde fue boy scout y practicó todos los deportes. Hacía ciclismo, jugaba al fútbol, practicaba atletismo y nadaba. “Con 15 años salí tercero en una competencia de aguas abiertas en el río Paraguay, aunque no me querían inscribir porque era el único menor. A los 16 jugaba en la selección de fútbol de Las Palmas y de ahí me ficharon en Sarmiento de Resistencia”, rememoró.

Jugó en Instituto de Córdoba y Colón de Santa Fe, antes de recalar en Oberá para jugar en Olimpia. También tuvo un paso por el fútbol brasileño, primero en un equipo de Santa Catarina y luego en el Inter de Porto Alegre, donde permaneció dos años y llegó a jugar en el mítico estadio Maracaná.

“Fuimos con Carlos Lezcano y fue una linda época. Ahí fue que subí por primera vez a un avión, era con hélices y se sacudía para todos lados. Conocí Honduras, Chile, Perú y Bolivia. Como en esa época Oberá no estaba afiliada a la AFA, cada vez que había un clásico con Atlético veníamos a jugar para Olimpia”, relató.

Ya de regreso en el país, fue uno de los pilares de la selección obereña que animó los campeonatos provinciales de mediados de los 50 y 60, con partidos contra el equipo de Posadas. “En la final del 55 jugábamos con los posadeños allá y el partido estaba 3 a 3. En esa época no existían los cambios y se lesionó nuestro arquero, Nito Cruz, que se rompió el tabique. Entonces fui al arco y enseguida penal para Posadas. Tuve la suerte de atajar, sacamos la contra para Carlos Lezcano y ahí le hicieron penal a él. Y yo siempre pateaba, entonces corrí desde el arco y también tuve la suerte de hacer el gol del triunfo”, detalló emocionado. Los memoriosos recuerdan que esa noche los campeones fueron recibidos en caravana y al Chango lo llevaron en andas desde el puente del Tuichá hasta el Reloj del Sol, en el centro de la ciudad.

A mediados del 2012 le extirparon 26 centímetros de intestino. “Pero el doctor me dijo que ató bien con alambre para que siga corriendo”, bromeó don Chango.

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