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Una número uno que espera un sponsor para seguir jugando

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Andrea Farulla di Palma tiene 16 años y es la número uno de Argentina en su categoría. Este año intentará dar el salto al profesionalismo al tiempo que espera la llegada de algún aporte económico que la ayude a solventar su carrera.

Una número uno que espera un sponsor para seguir jugando

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Andrea Farulla di Palma tiene 16 años y es la número uno de Argentina en su categoría. Este año intentará dar el salto al profesionalismo al tiempo que espera la llegada de algún aporte económico que la ayude a solventar su carrera.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”93802″ img_size=”full” add_caption=”yes” alignment=”center”][vc_column_text]Andrea Farulla di Palma tiene un sueño: ser tenista profesional. Para eso realiza un gran esfuerzo todos los días, que son muy distintos a cualquiera de lo de las chicas de su edad.

Entre las muchas diferencias, una de las más significativas es que cursa la escuela secundaria a distancia porque de esa manera puede tener más tiempo para entrenar, algo que hace casi 7 horas por día.

El año pasado, todo en la categoría para menores de 16 años, Andrea fue campeona sudamericana, ganó el masters argentino, fue al mundial y también se dio el lujo de salir campeona en un certamen hasta 18 años.

Para este año Farulla ya tiene un gran incentivo: va a ir a jugar interclubes en Francia, lo que le abre las puertas de Europa y además le va a permitir conseguir dinero.

Andrea se levanta todos los días a las 6 de la mañana y luego del desayuno se va a entrenar al gimnasio del club GEVP donde la esperan Ezequiel Ghigliazza y Diego González para una ardua rutina de una hora y media.

Finalizado el gym, toca el turno de ir al club Villa del Tenis, en Villa del Parque, donde durante tres horas Andrea ‘castiga’ duro a cada una de las pelotitas que le llegan del otro lado de la red lanzadas por su entrenador Ramiro Karis.

Andrea almuerza en el club con una vianda que se llevó de su casa y en el mismo lugar descansa hasta las 16.30, horario en que vuelve al gimnasio para otras dos intensas horas de ejercicios.

En diálogo con Télam, esta adolescente cuenta que “el sacrificio es muy grande, pero yo siento que vale la pena porque todos los días voy progresando”.

Farulla empezó a jugar a los 5 años, a los 8 debutó en un torneo y a los 11 llegó su primer gran resultado.

“A los 11 años finalicé segunda en la Junior Cup -un circuito para chicos federados y no federados- y ahí empecé a tomarme el tenis más en serio”, cuenta.

Sobre su juego, Karis comenta que “siempre le digo a Andrea que ella es rústica, pero en el buen sentido de la palabra. Prefiero una rústica que sabe a que juega a una talentosa que tira cualquier cosa”.

“Andrea aprende rápido e incorpora todo lo que le digo. Con el tiempo fue entendiendo que además de pegarle fuerte también tiene que saber variar el ritmo en los puntos y aceptar que la pelota puede volver y no tiene que desesperarse”, agrega.

A la hora de compararla con otras chicas, Karis destaca la actitud que tiene Farulla. “Ella va al frente y nunca se cae. Muchas chicas ganan el primer set, pero si arrancan perdiendo el segundo se desmoronan. Andrea no”.

Farulla tiene apenas dos contratos (raquetas de la marca Head y cuerdas de Kirschbaum) y a partir de este año cobra una beca del ENARD de 4.800 pesos.

“Estoy muy contenta con lo de la beca porque valoran mi esfuerzo, pero lamentablemente para jugar al tenis se necesita mucho dinero, especialmente para los viajes”, relata Andrea.

A la espera de un sponsor que le permita viajar y así jugar torneos más importantes, Farulla se sostiene en competencia con el circuito argentino de menores de la AAT y con los torneos rentados que organiza en el club River la empresa Haciendo Tenis.

Admiradora de Roger Federer y Serena Williams, Farulla cuenta que hace dos años dejó de ir a la escuela para tener más tiempo para entrenar. “Hago la secundaria a distancia. No quiero dejar de estudiar, pero no tengo tiempo de ir al colegio”, explica.

“Sé que no soy como muchas de las chicas de mi edad, pero mi sueño de ser profesional es muy grande y voy a dejar todo por conseguirlo”, afirma Andrea, con la misma actitud luchadora con la que sale a jugar cada partido. (TÉLAM)

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