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Cristian Aldana pidió la recusación de los jueces y les deseó bendiciones

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Cristian Aldana, cantante de El Otro Yo, está en prisión desde diciembre de 2016 acusado de violación de menores.

Cristian Aldana pidió la recusación de los jueces y les deseó bendiciones

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Encorvado, pequeño, entre tres guardias penitenciarios bajó del auto policial. Su cabeza siguió gacha durante los pocos pasos que dio hacia el tribunal Oral 25 en lo Criminal de la calle Paraguay. Esposado, con una campera de polard que parecía con mucho uso, miró hacia los costados entre el cabello largo que le tapaba la cara. La vereda estaba vacía.[/vc_column_text][vc_single_image image=”191321″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Cristian Aldana , el cantante de El Otro Yo que está en prisión desde diciembre de 2016 acusado de violación de menores , había pedido en un principio declarar en el marco de una petición de derechos. Pero gracias a su abogado, Rodolfo Patiño, terminó siendo un pedido del cantante para que se desplace a los jueces de la causa por la que podría enfrentar hasta 20 años de cárcel por hechos ocurridos entre 1999 y 2010.

“Que los testigos [del lado de la defensa] puedan venir a contar su dolor es su derecho, es mi derecho también, que se vulnera con la negación de pruebas que hemos recibido del tribunal”, dijo el músico en la audiencia que duró un poco más de una hora y que estuvo lejos de parecerse a las de las películas, donde las argumentaciones y los pedidos de la defensa son claros. Incluso, tanto el fiscal Guillermo Pérez la Fuente como los jueces Rodolfo Bustos Lambert, Ana Dieta de Herrero y Rodolfo Goerner, instaban al abogado defensor a ser más claro y a argumentar de manera concreta la imparcialidad del tribunal.

Crónica de un juicio a un exrock star

[/vc_column_text][vc_single_image image=”191322″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Eran las 12 del mediodía cuando la abogada defensora de una de las denunciantes hablaba con las asesoras en trabajo social. Los jueces y el fiscal charlaban en el pasillo. Todos se preguntaban dónde estaba el abogado defensor de Aldana.

“Buenas tardes, buenas tardes, buenas tardes”, sonó tenue en la puerta de la sala, en la alfombra roja. Era la voz de Aldana, que pasaba casi desapercibido por los presentes, con paso lento, la cabeza gacha, de saco negro y remera blanca. Se dirigió a un extremo de la sala y se sentó. Nadie lo miró.

Aldana abrió una carpeta y se concentró en ojear unos papeles. Birome en mano, subrayó. Así siguió, solo, durante los 20 minutos en los que esperó a su abogado defensor.

La defensa de Aldana llegó 20 minutos más tarde. Le siguió Ariell Carolina Luján, una de las principales denunciantes, quien se sentó al lado de su abogada, Gabriela Conder. La silla de la joven estaba frente a la de Aldana, sólo los separaban unos 10 pasos de distancia. El músico la miró con un vistazo rápido, para luego seguir hablando con su abogado con una media sonrisa.

Comenzada la audiencia, que debía durar sólo una hora porque la sala albergaría luego otro juicio, Patiño usó 40 minutos para argumentar que su defendido “no se sentía escuchado”, que eso “ameritaría una recusación”. “Quiero que Aldana hable. Voy a pedir la recusación por escrito”, dijo en un momento Patiño. “Debe hacerlo de manera oral”, le contestó uno de los jueces.[/vc_column_text][vc_single_image image=”191320″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Aldana, callado, tenía la mirada fija en la mesa. Patiño dijo que su defendido quería “dar un avance” de las razones de una “posible recusación”. “Usted debe pedir la recusación, no su defendido”, volvió a hablar el tribunal ajústandose a los protocolos. Así, se le dio lugar a las palabras de Aldana, quien se levantó, tomó sus papeles, se sentó en la silla de quienes declaran, en el medio de la sala, y sonrió.

“Dios bendiga a este tribunal”

“Primero, quiero decir que Dios bendiga a este tribunal y a la querella. Quiero decir que mi sueño más grande hoy que quiero compartir con todos es que me quiero casar con mi compañera incondicional y pasar mi vida junto a mi hija y mi hijo que me esperan afuera”, comenzó Aldana, como decálogo de sus argumentos para explicar por qué sentía que el tribunal no era “imparcial”.

Ariell escuchaba con la cabeza gacha. Su novia, una silla detrás de ella, le pasó unos caramelos y le apretó el hombro. Más tarde le diría a LA NACIÓN que le causó impresión, que era la primera vez en 10 años que volvía a escuchar su voz: “Pero estoy más entera que nunca, mi vida es otra. No soy esa chica violada”.[/vc_column_text][vc_single_image image=”191319″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Aldana siguió su discurso. Habló de Dios, que lo ayudaba a “crear” su música. “Hoy vengo a reclamar justicia -dijo con voz alta y clara-, vengo a pedir por mis derechos (.) Unos días antes de la fecha de juicio recibimos la negación de nuevas pruebas y testigos (.) como el mail que no ha sido tomado como prueba y que ella le escribe a mi actual pareja”. La lectura de ese mail originó la objeción de los jueces: “Usted no puede hablar sobre los hechos (.) sí lo puede hacer en el marco de una declaración indagatoria”.

Patiño no tardó en contestar que nuevamente no se lo escuchaba. El fiscal volvió a explicar que se lo iba a escuchar en el marco de una declaración indagatoria, no de una petición de derechos. Patiño contestó: “Escuchamos hasta el cansancio a la señorita Carolina Luján hablando de las milanesas en la casa de Temperley”. El juez le pidió que no hable de esa manera sobre las denunciantes, que todos tienen tiempo para ser escuchados en el marco de una indagatoria, que Aldana daría su relato sobre los hechos en la debida indagatoria.

Argumentos de un lado y del otro, tecnicismos de más y de menos, Patiño terminó aconsejándole a Aldana que no declarase. Aldana bajó la cabeza, llevó su mano a la frente y suspiró una suerte de enojo.

Luego de decir varias veces que finalmente no pediría la recusación, Patiño lo dijo. La pidió. Personal del tribunal se asomó a la sala. El tiempo había terminado. Ariell seguía sentada, apretando los papeles de caramelo en su mano cuando se resolvió elevar la recusación, que se analizará por un tribunal oral.

Patiño salió sonriente. Afuera del recinto, la abogada de Ariell la abrazó. Comentaban el caso cuando por detrás salió Aldana nuevamente esposado. Nadie comentó nada sobre su persona. No lo miraron. Se fue como llegó. Encorvado, pequeño.

El caso

Son siete las mujeres que afirman haber sido víctimas de Aldana cuando tenían entre 13 y 18 años, en el periodo que va de 1999 a 2010. De ellas ya declararon tres. Como Aldana debe estar presente en cada declaración, dos de ellas pidieron que durante sus relatos lo mantengan detrás de una especie de biombo. Ariell, hasta ahora, fue la única que se animó a contar los horrores que vivió con el músico mientras era su novia.

En total son 102 los testigos convocados por la fiscalía, la defensa y las querellas. Muchos de los que atestiguarán se acercaron a las víctimas cuando comenzaron a denunciarlo desde las redes sociales. “Es gente que vio algo cuando alguna de nosotras estábamos con él. Conocidos de la banda”, dijo Ariell a LA NACIÓN. Luego, su abogada, Gabriela Conder, concluyó: “Las investigaciones determinan que Aldana tenía un modus operandi para cooptar a las niñas”.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]La Nación / vm.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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