Los momentos compartidos siempre fueron de apasionada rebeldía periodística y de febriles pensamientos.
El gran “Fuma”, también conocido por algunos como Cesar Leonardo Sánchez Bonifato, sin dudas tiene ganada infinitas melodías; él en su paso nos entregó todos los días su “canto”, apasionado.
El hombre de los tiradores era como un Caballo cimarrón. Su apodo debe ser considerado sinónimo de periodista de raza y corajudo.
Pero también fue músico; fue escritor, fue historiador y quizás sin saberlo también fue un poeta.
Fue desafiante y la marca que dejó seguramente se convertirá en otra de las leyendas de la tierra colorada.
Así como lo hizo Quiroga, él escribió gran parte de nuestra historia. Y lo hizo con una pasión difícil de encontrar en estas épocas donde escasea la tinta.
Conoció a la gente y enseño las leyendas; a su estilo mantuvo vivos los misterios del Yasy Yateré y del Pombero.
Pero “Fuma” con su pluma también le quitó el sueño a muchísimos de los “yapuseros” que se aprovechaban del pobrerío.
Y por supuesto, en ese andar, también se convirtió en lanza y en la única palabra de la gente.
Parece que hace un buen tiempo supo que se iba a ausentar; pero mientras pudo nunca dejo de pensar, de cantar y menos de tocar.
Hoy que ya no está; quiero ser yo quién repita y grite con toda voz que su surco merece la mejor escritura en guaraní.
“Fuma” fue nuestro “Columnista Estrella” durante muchos años y aprendimos de su experiencia y de su semblante.
Se discutía lindo en las mañanas y lo volvíamos a hacer en las noches, pero coincidamos en que esta canción de Alcibíades Alarcón debe ser la canción oficial de nuestra provincia, por eso este breve homenaje litoraleño.
“Las mandarinas y las señoras dejan aromas”, decía Fuma, que después de cerrar la última tapa de su diario, se fue a descansar.
Por Eduardo Pérez