El baterista y percusionista Leandro Savelón, quien desde hace 20 años viene construyendo un camino firme en la música independiente, tocó con Dino Saluzzi, Luciana Jury y Bernardo Baraj, entre muchos otros, se afirma en su faceta de compositor con el lanzamiento de su tercer disco solista, “De ver 2”, donde profundiza su idea de retratar “el patio de atrás de mi casa”.
“La idea principal de este trabajo fue convocar a arregladores reconocidos y trabajar con ellos sobre composiciones propias, agregando un sexteto de vientos (por eso ‘pequeña big band’) al clásico cuarteto utilizado en discos anteriores (piano, guitarra bajo y batería)”, relató a Télam Savelón, acerca del flamante álbum que contó con producción artística de Mariano A. Fernández.
Vital y dinámico suena este disco de “música popular instrumental argentina de autor” -según definió el músico-, cuyas composiciones trabajó junto a Juan “Pollo” Raffo, Mariano Fernández, Guido Martínez, Emmanuel Álvarez y Nicolás Guershberg (los tres últimos también tocaron en el álbum).
Con seis piezas propias y grabado entre septiembre y octubre de 2021, el disco contó con la participación de grandes músicos: los mencionados Guershberg, Álvarez y Martínez, junto con Alejandro Manzoni, Víctor Skorupski, Juan Cruz Urquiza, Richard Nant, Juan Canosa, Gustavo Musso, Sebastián Calá, Francisco Huici, Daniel Kovacich, Agustín Lumerman, Jorge Savelón y Camilo Zentner.
Télam: ¿Cómo describirías el espíritu de este trabajo, en el que los vientos tienen un rol importante a diferencia de tus trabajos anteriores?
Leandro Savelón: Este proyecto, si bien sonoramente se diferencia de los otros dos discos por la inclusión de esta “pequeña” big band, no deja de ser un formato que siempre estuvo presente en mi vida, como escucha y como músico. Como es una sonoridad con la que mucha gente está familiarizada, me pareció una buena idea utilizarla para llegar a través de ella a quien le interese escuchar mi música.
T: ¿Cómo fue el trabajo con cinco arregladores? ¿Cómo surge la idea de convocarlos y cuál fue su principal aporte?
LS: En principio yo quería trabajar con mi amigo Mariano A. Fernández, quien es el coproductor artístico del disco. Con él hicimos juntos el diseño de la producción. Nos conocemos desde que éramos adolescentes, así que trabajar con él me es estimulante y a la vez totalmente natural.
El trabajo con los demás arregladores fue apasionante. Mi idea fue siempre adaptarme a la forma de trabajo de cada arreglador y no exigirle una forma de trabajar. Estoy altamente agradecido con ellos, son unos músicos increíbles y aparte unos hacedores de arte únicos.
T: Se escucha una continuidad del concepto de “De ver”, ligado a la idea de esa sonoridad espontánea, y particularmente a la idea de crear o componer a partir de las vivencias y dentro de un clima cotidiano.
LS: Como ya vengo diciendo de mis discos solistas anteriores, trato de retratar “el patio de atrás de mi casa”. La música que hago, la hago porque me gusta, pero aparte porque siento que es la música que debo hacer. Hay música que me encanta escuchar, otra que me gusta tocar, pero no toda esa música representa mis vivencias y el entorno en el que me desarrollo como músico.
T: El hecho de trabajar con músicos tan buenos y reconocidos potencia las piezas. ¿Cuánto hubo de improvisación? ¿Cómo fue la experiencia de trabajar con ellos?
LS: Para hacer este tipo de producciones la improvisación queda únicamente “para imprevistos”. Es decir, si falla algo que planificaste, falla el plan B y el plan C, bueno… habemus improvisación.
Sólo puedo decir que cuando tenés la oportunidad de trabajar con gente tan talentosa, sólo tenés que planificar bien y luego tratar de no cagarla vos.
T: En piezas como “Esguince” se escucha un lugar importante en lo percusivo. ¿Componés desde la batería y después lo vas armando para los otros instrumentos o partís directamente de una guitarra o un piano?
LS: Si bien yo soy básicamente baterista y percusionista, cuando compongo lo hago con la guitarra o el piano. También trato de que mis composiciones no orbiten alrededor de la percusión. Sin embargo, en este disco, la percusión y la batería están “más al frente” que en los anteriores.
T: ¿El hecho de desempeñarte en tantos proyectos retroalimenta de algún modo tu música?
LS: Todo lo que hago “me alimenta” de forma diferente, es indispensable y a la vez complementario para mí. Traspuesto a la música, cada formación musical me gratifica de modos diferentes. Por otro lado, componer a mí me da una energía y una alegría que sólo obtengo de esa forma. Es como las vitaminas: si necesitás vitamina “A”, tenés que comer zanahorias.
T: ¿Es difícil hacer música instrumental? ¿Sentís que hay lugar en la escena argentina para este tipo de propuestas?
LS: Yo creo que es difícil hacer música en general. Respecto a cómo recibe el público la música instrumental, sólo te puedo decir que uno tiene que subirse a tocar y disfrutar. Tengo la idea de que ese disfrute se transmite y que mucha gente que te ve, aunque no pueda o no le interese entender lo que estás tocando, sí puede conectarse con vos a través del disfrute. La música es multimedial. A veces esto se olvida porque nos tocó vivir en una época donde un hallazgo tecnológico, la grabación, generó ese espacio falsamente unisensorial.
La escena argentina es por suerte bastante competitiva. Persistir es vital, como en cualquier otra disciplina. No hay que quedarse en la queja de si hay o no espacio para tu música. Por otro lado, el mundo está lo suficientemente globalizado como para que sea casi imposible que haya un talento escondido sin descubrir. Pienso que el talento con arduo trabajo ¡siempre sale a la luz! Sinceramente no creo que hoy estemos dejando que algún “Van Gogh” de la música se esté cortando la oreja por ahí porque nadie le presta atención. También uno tiene que entender que uno es uno con su cuota de talento y de trabajo arduo. No todos podemos ser Guastavino, Ginastera, Piazzolla, Saluzzi, Charly García, Fito, el Flaco, por más que nos esforcemos.
(Télam)