Ciencia

Científicos y “startuperos”: tres investigadores crearon sus propias empresas

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Kits de diagnóstico genético, diagnóstico molecular y biosensores -todas innovaciones que serán accesibles en sistemas de salud de países emergentes- son los tres desarrollos que Candela Boré, Carla Giménez y Guido Rosenblum trabajan cada uno junto a sus equipos en empresas creadas con el objetivo de aplicar su investigación a problemas concretos.

Científicos y “startuperos”: tres investigadores crearon sus propias empresas

“Lo que observábamos era que el acceso a realizarse un estudio genético en los países emergentes como el nuestro era muy difícil. Esto se debe a la elevada inversión en equipos, los altos costos de insumos y la falta de asistencia técnica local”, contó a Tèlam Candela Boré, integrante de Zev-Biotech, la startup creada por su grupo de investigación.

Lo que su equipo hizo fue armar una “plataforma genómica” con un costo infinitamente menor al que existe: “Creamos un equipo, un kit de reactivos y un software de fácil manejo. Esto permitiría detectar enfermedades hereditarias, infecciosas y medicina especializada; esto es, evaluar qué droga específica y en qué dosis puede requerir un paciente”, explicó la farmacéutica de 35 años.

Boré señaló que la búsqueda apunta a “democratizar el acceso al diagnóstico genético. En ese camino acabamos de firmar una acuerdo con Cámara de Instituciones de Diagnostico Médico (CADIME), que hoy no cuentan con tecnología para diagnóstico genético por los altos costos que significa su implementación”.

Carla Giménez, de 31 años, había terminado su beca doctoral en el CONICET en biotecnología cuando surgió la posibilidad de armar CASPR, una startup para llevar adelante un proyecto de diagnóstico molecular utilizando la tecnología CRISPR.

“La tecnología CRISPR es una herramienta molecular utilizada tradicionalmente para ‘editar’ o ‘corregir’ el genoma de cualquier célula. Lo que nosotros hacemos es utilizarla para el diagnóstico, y ya tenemos pruebas piloto en el Hospital Albert Einstein de Brasil y en el Instituto GIGA de Misiones, donde estamos trabajando con dengue”, describió la biotecnóloga.

Al igual que como sucede con los estudio genético, Giménez explicó que “debido a los márgenes de distribución, los reactivos utilizados hasta el momento para la detección de estas enfermedades suelen ser entre 100% y 200% más caros en América Latina que en los países desarrollados”.

“Que los científicos podamos hacer un aporte para solucionar estos problemas y que eso quede en nuestras manos es muy valioso. Es una mirada que compartimos la nueva generación de profesionales que deseamos hacer ciencia aplicada y es un quiebre en relación a viejos prejuicios que confinaban al científico sólo a la carrera académica y a insertarse en estructuras de compañías ya armadas”, sostuvo Giménez.

El biólogo Guido Rozenblum, de 42 años, es investigador del CONICET y co-fundador de APLife-Biotech, una startup que desarrolló una plataforma tecnológica para el descubrimiento de moléculas biosensoras que permitirá ampliar la gama de detección de dispositivos como los medidores de glucosa.

“Hay una gran dificultad en transferir lo que sucede en el laboratorio al sector productivo. Nosotros trabajamos durante muchos años en el desarrollo de un prototipo que tenía un desafío multidisciplinario y económico muy grande y durante mucho tiempo no encontramos un interlocutor para poder materializarlo”, evaluó Rozenblum.

Las tres empresas se armaron a partir de la convocatoria de GridX, una “company builder” regional que vincula científicos y emprendedores.

“Lo que nosotros hacemos es buscar esas investigaciones que están en desarrollo y que podrían tener un impacto positivo en la sociedad. De esa línea partimos para conectarlos con emprendedores de negocios, formularlos correctamente para luego invertir en los mismos desde nuestro fondo de inversión”, explicó por su parte Matías Peire, fundador de GridX en 2016.

En los últimos tres años, en el país se incrementaron la creación de startups científicas y existen ya al menos 20 que trabajan sobre problemáticas globales como epidemias y cambio climático.

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