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Cómo dejar de ser un workaholic

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Aprendé a identificar las características de la adicción al trabajo y descubrí algunas claves para empezar a combatirla.

Cómo dejar de ser un workaholic

En la época de la pandemia del coronavirus, muchas personas cambiaron sus modalidades de trabajo y pasaron al modo home-office.

Esto implica que una gran mayoría no cuente con las herramientas esenciales de gestión del tiempo y, sobre todo, de saber poner límites al tiempo que le dedican a lo laboral. Incluso quizás se hayan convertido en workaholics.

El término workaholic es una combinación de work (trabajo, en inglés) y alcoholic (alcohólico) y es una denominación para identificar a las personas adictas al trabajo.

CÓMO SABER SI SOY UN ADICTO AL TRABAJO

Algunas de las señales para saber si eres una de estas personas son:

– Trabajan una cantidad de horas excesiva, y no saben poner ningún tipo de límites de días, horarios, condiciones.

– Continuamente asumen nuevas tareas adicionales además de sus responsabilidades habituales.

– No pueden poner freno a su adicción al trabajo: sienten un vacío existencial si no están dedicados a algo productivo con relación a eso.

– Evitan hacerse chequeos médicos.

– Sienten culpa si no están trabajando.

– Usualmente dedican al trabajo hasta un 50% más de horas que la media del resto del equipo.

– Se quedan hasta altas horas de la noche dedicados al trabajo.

– Comen en su escritorio, y prácticamente no hacen pausas. A veces, contienen incluso sus ganas de ir al baño ya que la ansiedad que sienten no les permite darse el permiso de distraerse en eso.

– Tienden a aislarse socialmente.

– No dedican tiempo al ocio y al entretenimiento, al que consideran vacío de sentido: lo único que centra su atención es el trabajo.

– Piensan de sí mismos que son personas de alto rendimiento, aunque por lo general, cuando sostienen este ritmo a lo largo de los años, su calidad y enfoque tiende a disminuir.

– Viven ignorando las señales físicas y emocionales.

– Tienen alta tolerancia al maltrato y a los abusos: los consideran normales dentro de un marco de alta exigencia, sin poder discernir que los hieren y lastiman.

– Se sobre adaptan a las situaciones, problemas y personas muy por encima de sus posibilidades reales. Están todo el tiempo sobregirándose a sí mismos en su entrega de energía hasta el extremo del agotamiento total.

– Relativizan cualquier problema de salud.

– No tienen registro del otro: están ensimismados en dedicar una cantidad extrema de horas sólo al trabajo y a su propia mirada. (Por eso es frecuente que tengan muchísimas dificultades para tener pareja, hacer amigos, tener una rutina de ejercicios, por ej.)

– Se consideran profesionales destacados y prácticamente invencibles.

– Dejan de frecuentar a sus afectos (no asisten a cumpleaños, fiestas, etc.).

– Suelen ser muy desorganizados puertas adentro de su hogar.

– No saben delegar y acumulan responsabilidades porque así sienten que son más útiles y aparentemente efectivos.

– No disfrutan de los logros: es una sensación pasajera e inmediatamente se dedican a continuar con lo que sigue.

– Son de hacer juicios sobre el bajo desempeño de los demás, ya que los miden desde su propia perspectiva.

– Sufren de estrés prolongado en los años, y frecuentemente caen en el Síndrome de Burnout (del quemado).

– Padecen de manifestaciones físicas que intentan paliar con automedicación, como gastritis, estreñimiento, mala alimentación, alergias, gripes que no se curan, problemas cardíacos, insomnio (muy frecuente), etc. Es muy habitual que tengan un gran botiquín en los cajones del escritorio.

Con este panorama, cabe preguntarse qué tan común es ser un adicto al trabajo. Y la respuesta es que es más frecuente de lo que pensamos, ya que el ritmo actual, la búsqueda de objetivos rápidos y la inmediatez a la que nos ha llevado el acceso instantáneo a información vía la tecnología, hacen que exista un aceleramiento en todo. Y esto aparece también en el trabajo.

Las personas también temen perder su trabajo si no “rinden”, aún a costa de postergar su vida y caer en la adicción al trabajo, presencial o en formato a distancia.

Por otro lado, está la sobre exigencia individual, donde muchas personas intentan ser perfectas en todo, cuando sabemos que ese rasgo no es posible en el plano humano: podemos aspirar a la excelencia (hacer lo mejor posible, todo el tiempo, con los recursos disponibles).

A su vez, el liderazgo coercitivo -en el que la figura de un jefe extremadamente demandante lleva a las personas hasta sus límites- es una figura que aún está vigente.

Sin embargo, es necesario resaltar que cada vez hay más líderes conscientes que trabajan en otro tipo de conducción de personas, enfocada en su desarrollo humano, además de lo profesional. Y van surgiendo con mucha fuerza los líderes exponenciales, aquellos que pueden articular los resultados que se necesitan manteniendo el foco en las personas, en la sustentabilidad, el equilibrio y una razonable porción de vida personal-profesional para sí y para los colaboradores. En este balance radica parte del éxito de muchas compañías enfocadas en la innovación.

CONSEJOS PARA EVITAR SER UN WORKAHOLIC

Para evitar volverse un adicto al trabajo, aquí van varias ideas prácticas para implementar desde ahora mismo:

1) Buscar ayuda profesional. Un psicólogo o psiquiatra ayudará a encauzar las prioridades de la vida, revisar el origen del trastorno, y contener. En los aspectos de motivación, metas, liderazgo y rediseño personal y profesional, un coach profesional también puede contribuir.

2) Cumplir horarios y rutinas de trabajo. Al ajustar estas pautas podrá empezar de a poco a dedicarse a la familia, amigos, salidas, un hobby, la lectura y cualquier otra cosa que no sea relacionada con lo laboral. Es un proceso gradual.

3) Aprender a delegar. Sentar las bases con los compañeros o colaboradores de su equipo para delegar en forma efectiva.

4) Detectar el cansancio y el agotamiento: frenar a tiempo.

5) Evitar estar sobre adaptándose a las situaciones: aplicar la intuición y lo que dicen “las tripas” para frenar a tiempo.

6) Establecer prioridades en la lista de pendientes. Esta es una herramienta básica de productividad, para ayudar a equilibrar su vida personal y laboral.

7) Hacerse chequeos médicos. Para minimizar las dudas sobre el impacto del estrés es necesario que se realice controles periódicamente.

8) Cuidar la alimentación y el descanso: no menos de 7 a 8 horas diarias.

9) Realizar ejercicio físico con regularidad, como mínimo tres veces por semana.

10) Variar las rutinas laborales. Alternar momentos de alta demanda de foco y concentración, con descansos y recreación (en lo posible fuera del entorno de trabajo).

11) Evitar almuerzos o cenas de trabajo: lo ideal sería dedicar estos tiempos para su disfrute y desconexión. Podrían ser excepciones, aunque no la regla.

12) Disminuir el estrés. Bajar los niveles practicando meditación, yoga, escuchando podcast que eleven su motivación y autoestima.

13) Compartir con afectos genuinos. Más allá de los vínculos laborales, dedicar tiempo específicamente a las personas queridas y darles prioridad.

14) Tomar vacaciones. No postergarlas, programarlas y delegar tareas, dejando organizada la forma en que se pondrán en contacto con la persona adicta al trabajo en caso de ser necesario. Esto incluye mucha disciplina en la tendencia a chequear mails, llamar a la oficina, etc.

15) Pedir ayuda a un círculo de contención: amigos y familia pueden ser una red esencial para asistirlos.

16) Conversar en el trabajo sobre su adicción: es importante pedir ayuda a los jefes y compañeros para avisarles que está en un proceso de mejora de su tendencia a trabajar mucho más de la cuenta, de las consecuencias que esto tiene para su vida y salud, y pedir en forma específica de qué manera quiere que lo ayuden.

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