Así lo reveló William
Ernesto Espino Gaitán, un funcionario de la Procuraduría de derechos humanos de
El Salvador que participa de ese proyecto regional inédito en el mundo.
“El EAAF había trabajado en México, en Ciudad de Juárez, y
allí encuentra una cantidad de cuerpos de mujeres y migrantes que no eran de
ciudadanos mexicanos. Tras realizar un mapeo de la región en 2008, se da cuenta
que El Salvador, Guatemala y Honduras tenían migrantes reportados como
desaparecidos”, recordó Espino Gaitán.
“En ese momento, esos Estados no tenían mecanismos ni
recursos para darle respuesta a las familias de los desaparecidos”, explicó y
rápidamente aclaró que pronto dejaron de llamarlos desaparecidos y pasaron a
referirse a los “migrantes no localizados”.
Además de la falta de respuesta de los Estados, muchas
familias decidían aferrarse a las esperanzas que les daban los llamados coyotes
-los traficantes de personas que cobran enormes sumas para cruzar a migrantes,
de forma ilegal y peligrosa, la frontera- y no denunciaban como desaparecidos a
sus parientes.
“Los coyotes les dicen a las familias que sus parientes no
están desaparecidos, sino detenidos. Les dicen que quizás fueron agarrados por
un cartel y están trabajando en una plantación de droga. Entonces, las familias
esperan que sus parientes llamen, quizás durante años”, contó el funcionario
salvadoreño en entrevista con Télam.
Por eso, desde 2010, cuando comenzó el proyecto Frontera en
El Salvador, la documentación de casos ha sido lenta y gradual.
El primer año, lograron que familiares viajaran a San
Salvador, la capital, y dieran muestras para documentar 89 casos. Al año
siguiente, sumaron 62 casos más y este año, otros nueve.
En total, solo en ese país, ya tienen más de 350 casos
documentados y listos para cotejar con restos o cuerpos encontrados a lo largo
de la ruta migratoria hacia Estados Unidos.
En la región, en tanto, ya fueron documentados 1.957 casos,
pertenecientes a 1.292 familias.
Para Espino Gaitán, aún falta mucho trabajo por hacer ya que
muchas familias todavía no quieren dejar muestras –“hay familiares que creen
que eso significa dar por fallecidos a sus parientes”- o no saben que pueden
hacerlo.
El proyecto del EAAF no solo busca la identificación forense,
sino que creó un modelo único del que participa el Estado -en el caso
salvadoreño, a través de la Cancillería y la Procuraduría de derechos humanos-,
una organización de familiares, por parte de la sociedad civil, y el equipo de
profesionales argentinos.
La búsqueda tiene dos etapas.
“Primero la Cancillería y la organización de familiares
activan una búsqueda del migrante. Indagan si está detenido o internado en
Estados Unidos, México o en el resto de la ruta de los migrantes”, explicó
Espino Gaitán.
“Si no lo encuentran, -continuó- empieza la segunda etapa. El
caso entra en el banco de datos forenses” y se empieza a cotejar con cuerpo o
restos humanos encontrados a lo largo de la ruta de los migrantes
centroamericanos y dentro de Estados Unidos.
“Ya se lograron más de 200 identificaciones en toda la región”,
destacó el salvadoreño y aseguró que se trata de “un modelo único a nivel
global”.
Equipo forense argentino ayuda a identificar migrantes desaparecidos
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