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La inventora de la Chocotorta develó el ingrediente que todos olvidamos

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Marité Mabragaña trabajaba como publicitaria y se le ocurrió un postre para promocionar dos productos: galletitas y queso crema. Asegura que nunca cobró derechos de autor y reveló el ingrediente de la receta original que todos olvidamos.

La inventora de la Chocotorta develó el ingrediente que todos olvidamos

Hace casi cuarenta años, Marité Mabragaña inventó la chocotorta, quizás el plato dulce más emblemático del país. Y asegura que la receta original lleva vino. Para ser más específicos, lleva oporto, un vino dulce de los llamados “fortificados”.

“En aquella época se hacían tortas con vainillas. Y a mí me gustaba mojar las chocolinas en oporto. También sabía que el dulce de leche con queso crema es lo más rico que hay. Y un día pensé, ¿qué pasa si hago una torta formando pilitas?”, recuerda.

Ya jubilada, esta señora que trabajó más de cuatro décadas como publicitaria (y sigue haciendo cosas free lance) vive la cuarentena en un departamento de la calle Independencia. “Si hubiera registrado la chocotorta y cobrado derechos, ahora te estaría hablando desde la Costa Azul”, sonríe en la videollamada. “Hoy mismo, cuando supo de la nota, mi hijo volvió sobre el tema ‘¿Y si contratamos a alguno de esos abogados medio malandras, no se podrá hacer algo?’ Pero fue así y está bien: yo era empleada de una agencia, cobraba mi sueldo, y todo lo que hacía era de la agencia. Nunca vi ni un peso”, jura.

Dónde nació la chocotorta

Estudiante de la segunda promoción de la carrera de Publicidad en la Universidad del Salvador, con poco más de 18 años Marité entró a trabajar en la agencia Ricardo De Luca -donde hicieron famosa a la chocotorta-, a instancias de Vicente De Luca, hermano del primero y profesor de redacción.

“En ese momento el mundo era otro -cuenta- no había muchas mujeres publicitarias. Sí había cantidad de secretarias, que tipeaban todo en una sala común, hacían mucho ruido. La agencia ocupaba dos pisos de un edificio en pleno centro porteño: Esmeralda 135. Los redactores estábamos el en segundo, donde tenían las oficinas los dueños. Y Ricardo De Luca era un seductor, un señor muy elegante, con sus trajes siempre impecables y sus perfumes. Todos decían que se parecía al actor David Niven.”

  • ¿Era un poco como en la serie Mad Men?

Un poco, pero no mucho. En Mad Men​ no trabajaban nunca, se la pasaban tomando whisky y levantándose a las secretarias… No digo que no pasara, ¡pero no tanto! Sí me gustó la historia de la chica que entra como secretaria y después se hace redactora (por Peggy Olson, el personaje de Elizabeth Moss).

En aquellos años, la agencia de publicidad era una usina de creadores por la que pasaban escritores como Pedro Orgambide, el director de teatro Alberto Ure y artistas como Rómulo Macció. En ese ambiente más que estimulante, la joven Marité, “más ingenua que Lassie”, a los 20 ya se había puesto de novia con su marido, director de arte, con quien lleva 51 años de casada. Tal vez por eso, piensa ahora, nunca sufrió ningún tipo de acoso o discriminación: “En la agencia éramos un poco familia. De hecho, nos seguimos viendo todos”.

La inventora de la Chocotorta develó el ingrediente que todos olvidamos: vino

Chocolinas y Mendicrim, dos marcas unidas para crear la chocotorta

La agencia se fundó en 1935 y por décadas fue la más importante del país. “Y era cien por ciento argentina, De Luca estaba orgulloso de eso. Tenía cuentas buenísimas: Renault, Gillette… En los 80 había tandas enteras con nuestros comerciales”, recuerda Marité.

“Calculo que inventé la chocotorta en 1982; yo era directora creativa de Bagley y de Mendizábal, que hacía el Mendicrim. Fue algo raro, porque nadie me la pidió. La llevé a la agencia para un cumpleaños y a todo el mundo le encantó. Quedaba bárbara”. Tanto fue así que cuando volvió a su casa tuvo que hacer otras dos chocotortas -el nombre también se le ocurrió a ella, porque “caía de maduro”- para llevarlas al día siguiente a sus clientes y proponerles algo.

“Se hacía todo sin tanta burocracia, le llevé a la chocotorta directamente a Osvaldo Mendizábal, que era el dueño de la empresa”. Aunque a las dos marcas les fascinó la idea de Marité, tardaron como un año en hacer el comercial, donde se la preparaba con almíbar. “Nadie sabía cómo facturar algo que involucraba a más de un cliente, el cobranding no existía”, dice la publicitaria. Y agrega que en verdad fueron tres marcas: Chocolinas, Mendicrim y el dulce de leche Ronda. “El dulce de leche se fabricaba en Santa Fe y lo distribuía Mendizábal, se sumó aportando fondos para las copias de los comerciales, que en ese momento eran muy caras, porque era todo en fílmico, no digital”.

Entre las posibles razones del éxito inmediato de la fórmula, su creadora estima que “la chocotorta metió a los maridos y a los chicos en la cocina. Es muy simple, sus ingredientes son muy ricos, la puede hacer cualquiera y no necesita horno”.

  • ¿Hay algún secreto para que la chocotorta salga más rica?

Dejarla unas cuantas horas en la heladera. Si es de un día para el otro, mejor, tiene que quedar bien húmeda. Arriba le ponés lo que quieras.

Las versiones de la chocotorta

Lo cierto es que una vez que apareció el comercial, que estuvo al aire casi dos años, las ventas de Chocolinas y Mendicrim aumentaron exponencialmente. “Y empecé a ver la chocotorta en los cumpleaños infantiles cuando llevaba a mis hijos”, dice la autora. De a poco, surgieron versiones para todos los gustos: con oporto o algún otro licor para adultos, con café (como la prefiere Marité), con leche chocolatada, chocotorta en vaso… “Una vez tuve como cliente a una multinacional cuyo gerente era muy jovencito y quiso conocerme a partir de la torta. Me contó que le echaba la chocolatada a las galletitas con una jeringa, para que tuvieran la cantidad justa. Creo que fue el más fanático que encontré”, dice.

Claro que la chocotorta también tiene sus detractores, como el pastelero Osvaldo Gross, quien alguna vez la calificó de “antitorta”. Marité está de acuerdo: “no es una torta, es una chocotorta, una especie de subgénero de las tortas”, dice entre risas.

Hace unos años su creación resurgió con fuerza. Y en 2012, cuando la chocotorta cumplió 30 años, en la Asociación Argentina de Publicidad le entregaron un premio “a la idea publicitaria que perdura en el tiempo”. Para ella fue un orgullo enorme, el mismo que siente cada vez que comprueba que su chocotorta pasó a ser algo así como patrimonio argentino. Y cierra con una certeza: “de la Asociación quisieron volver a entregar el premio, pero, aunque buscaron, no encontraron nada. ¡Ese premio sólo pudieron dármelo a mí!”. Aunque no haya sido en billetes.

Fuente Clarín
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