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Las tierras secas ocultan un Amazonas

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Imágenes de Google y Bing desvelan 467 millones de hectáreas nuevas de árboles en las regiones áridas.

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Las tierras secas ocultan un Amazonas

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Imágenes de Google y Bing desvelan 467 millones de hectáreas nuevas de árboles en las regiones áridas.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”104976″ img_size=”full” add_caption=”yes” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Ocultos en un mar de tierra árida hay tantos árboles como en la selva amazónica. Puestos todos juntos ocuparían 467 millones de hectáreas de arbolado. Esto supone aumentar el total de cubierta arbórea de estas regiones hasta 1.327 millones de hectáreas. La cifra, estimada por un grupo de científicos gracias a imágenes áreas de alta resolución, eleva un 9% la superficie arbolada del planeta. Este inmenso bosque escondido hasta ahora a los ojos de los satélites podría tener grandes implicaciones en el clima y la biodiversidad de la Tierra.

“Satélites como Landsat ven dos árboles separados por 29 metros como si fueran uno”, dice el profesor de la E.T.S. de Ingenieros de Montes, Forestal y del Medio Natural de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), Luis Gonzaga García Montero. Hasta hace poco, las mejores imágenes por satélite tenían una resolución máxima de 30 metros. Eso significa que, además de ver un árbol donde hay dos, en muchas ocasiones ni los veían. “No toman fotografías convencionales, registran radiación y determinamos qué hay ahí abajo gracias al diferente tipo de onda espectral”, explica García Montero. “Pero en las zonas áridas la radiación del suelo desnudo oculta la de los árboles dispersos”, añade.

Las zonas áridas cuentan con 1.327 millones de hectáreas de arbolado, sumando un 9% más a la masa forestal del planeta

El profesor de la UPM ha intervenido en la mayor revisión de las regiones áridas en busca de árboles realizada hasta ahora. En ella han participado más de 200 investigadores, entre científicos y estudiantes, de 15 organizaciones en un proyecto impulsado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este gran esfuerzo humano se ha apoyado en la nueva generación de imágenes de alta resolución captadas por los satélites de la empresa DigitalGlobe, las mismas que usan los mapas de Google o Bing. Algunos de sus sensores, como los montados en el WorldView-3, logran una resolución de 25 centímetros. Para su análisis, los científicos contaron con herramientas de ambos buscadores.

El estudio, publicado en la revista Science y cuyos resultados finales presenta la FAO en Roma el viernes, ha descubierto que en 2015 había 1.327 millones de hectáreas de biomas áridos donde el porcentaje de cubierta forestal es superior al 10%. Ese es el umbral que usa la FAO para poder llamar bosque a los árboles hallados en un área de 5.000 m2. Estas cifras suponen elevar casi en un 50% la superficie arbórea presente en las tierras secas y en un 9% el total de los bosques del planeta.

El equipo de la UPM, en el que también estaban los profesores Cristina Pascual y Fernando García, tenía como misión determinar la cubierta forestal que hay en las zonas áridas de Europa, en especial la cuenca mediterránea y la franja superior de los bosques boreales de Rusia. De las 295.000 hectáreas de suelos europeos áridos, alrededor de un tercio son arbolados. Pero la mayor parte de este bosque oculto hasta ahora está al sur del Sahara, en regiones de Asia, en el sur americano y una amplia franja del norte de Australia. Casi dos tercios de estas arboledas de las regiones áridas son bosques cerrados.

El mapa muestra las regiones áridas del planeta y, en función de su verdor, la presencia de arbolado.
El mapa muestra las regiones áridas del planeta y, en función de su verdor, la presencia de arbolado.
 “Esperábamos menos”, reconoce la directora del Instituto Argentino de Investigaciones de Zonas Áridas y coautora del estudio, Elena María Abraham. Su equipo se encargó de buscar los árboles del sur de América, a excepción Brasil. “Lo importante es que al identificar una mayor superficie de bosque seco, estamos redibujando el mapa de las tierras áridas. Ante un escenario de cambio climático y desertización, en el que las tierras áridas se van a expandir, es determinante conocer el recurso más importante que tenemos, como son los bosques secos”, añade.

El investigador del SEI, un instituto de ciencia ambiental con sede en Estocolmo, (Suecia), Javier Gódar, destaca la resolución en la que se apoya este estudio. “Usar imágenes de alta resolución hace que ahora en cada píxel de la imagen de satélite se pueda ser mucho más especifico y detectar mejor la cantidad de bosque”. Para muchos árboles poco frondosos, como encinas, acacias, baobab o eucaliptos, este cambio supone salir a la luz. Pero, para este científico no relacionado con el estudio “sería clave poder disponer de esta resolución a lo largo del tiempo para saber si este aumento de la cubierta forestal se debe “no solo a estos cambios en la metodología, sino también a una recuperación del bosque en algunas zonas”.

El estudio ha sido posible gracias a imágenes por satélite con una resolución de hasta 24 centímetros

Se trate de árboles nuevos o solo recién descubiertos, su enorme número debe estar influyendo a escala global. Como explica, el investigador de la FAO y principal autor del estudio, Jean-François Bastin, “aunque nadie se cuestiona el actual aumento de las emisiones de CO2 a la atmósfera, la capacidad de la biosfera para absorber el carbono aún presenta muchas incertidumbres. Nuestros resultados aportan nuevos elementos y muestran que la capacidad de la biosfera como sumidero de carbono probablemente sea mayor de lo que se creía”.

En lo que coinciden todos los expertos es que no es lo mismo un árbol de bosque seco que otro de una selva húmeda. Como muy bien refleja la imagen de una acacia en mitad de la sabana a la que se arriman todos los animales, en palabras de Abraham, “los árboles de las tierras secas son árboles nodriza”, claves para la vida de las zonas áridas. (EL PAÍS)

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