[vc_row][vc_column][vc_column_text]El profesor de Educación Especial Gustavo López, analizó el caso del niño desplazado de su clase después de la presión de los otros padres de sus compañeros. Afirmó que se trata de una inclusión difícil y se necesitan dos maestras especiales por aula si hay un chico con discapacidad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]La dirección del Instituto católico “San Antonio”, en Merlo, Buenos Aires, decidió separar del curso a un chico que tiene un trastorno del espectro autista llamado síndrome de Asperger. El caso tuvo trascendencia mediática cuando se hizo viral una conversación de un grupo de madres, quienes celebraron en el whatsapp la decisión del centro escolar argumentando que ahora sus hijos podrían “trabajar y estar tranquilos”.

La repercusión de esta historia despertó una gran polémica en la sociedad argentina y en el ámbito educativo. Consultado acerca de esta situación el profesor de Educación Especial Gustavo López -director del Hogar de Día de la ciudad de Posadas- sostuvo que es necesario “ponerse en el lugar de los padres de ambos alumnos”. Agregó que “en este caso se habla de un chico violento” y recomendó “ponerse en el zapato del otro”.

El docente señaló que el síndrome de Asperger (SA) forma parte de los trastornos del espectro autista. A su vez, detalló que este conjunto de características mentales y de conducta provocan “mucha excitación psicomotriz”.

En ese sentido, afirmó que “no es fácil” para los docentes trabajar con alumnos que presentan Asperger. A la hora de hablar de una educación inclusiva, señaló que se requieren dos maestras especiales por curso cuando hay un chico con discapacidad en el aula. “Estamos en un proceso de cambio y todos los cambios cuestan”, dijo López.

Por otro lado, recordó la discriminación de la cual eran víctimas las personas con discapacidad en épocas de antaño. “Antiguamente, cuando había chicos con discapacidad, estaban excluidos y se los retiraba de la ciudad amurallada. En otros casos, se los arrojaba desde la cima de un monte”, contó el experto.

Trazando una línea de tiempo, sostuvo que actualmente a la sociedad todavía le resulta difícil la aceptación de casos como el del niño de Merlo. “La ley está, pero faltan cuestiones. Hay que pensar en la inclusión”, puntualizó López.

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