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Tres fallos que nos alejan de nuestros propósitos

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Son muchos los fallos que nos alejan de nuestros propósitos. Ahora, ¿cuáles son los más importantes? ¿Cómo podemos enfrentarnos a ellos? De todo el conocimiento que tenemos de nuestra mente, ¿qué nos puede ayudar?

Tres fallos que nos alejan de nuestros propósitos

La mayoría de los propósitos que queremos lograr a largo plazo hacen que tengamos que variar nuestro plan diario o semanal y adoptar una nueva rutina. Piensa en aprender un nuevo idioma, en hacer más ejercicio, en seguir el curso online al que te has apuntado, en ver más a tus amigos o mejorar tu dieta. Todos ellos son clásicos, pero puedes añadir tú el que quieras. Así, hoy queremos hablar de los fallos que nos alejan de nuestros propósitos.

¿Cuántas veces lo has intentado? ¿Qué has hecho o no hecho para no lograrlo? ¿Cómo te has sentido el primer día que no seguiste el plan? Son muchas las variables y circunstancias que pueden hacer más tentadora la opción de abandonar. Así, a continuación, hablaremos de los factores más recurrentes y sobre los que sí tienes control -fallos que nos alejan de nuestros propósitos-.

Lo que nos aleja de nuestras metas

Seguir el plan del atraco

Todo gran objetivo merece un tiempo de planificación. Vamos a dedicarle muchas horas y nos vamos a tener que enfrentar a obstáculos de calado. Así, haber escrito un buen guion e incluso previsto algunas soluciones para determinados problemas va a hacer que seamos más eficientes.

Con el plan, tendremos más espacio mental (reserva cognitiva) para concentrarnos en lo que hacemos en ese momento, en vez de que nuestra mente pueda realizar una evasión evitativa, haciéndonos la tentadora propuesta de dedicar tiempo a decidir qué haremos a continuación. Así, por ejemplo, no correremos en riesgo de terminar revisando nuestro correo electrónico en la hora que vamos a aprender ese idioma nuevo.

En realidad, no hemos querido terminar allí, pero buscando páginas web interesantes para aprender (inglés, francés, chino, alemán…), nos hemos registrado en una, nos han enviado el correo de confirmación, validar el correo… De este modo, no han pasado ni diez minutos y estamos comentando la foto de la comunión de nuestro sobrino -en un perfecto castellano, claro-. Después, ya que estamos, podemos subir una foto de nuestro escritorio y ganarnos unos cuantos likes para nuestra autoestima.

Dejando la ironía a un lado, hagamos un plan inteligente. Si somos de aquellos a los que les cuesta despertarse, de los que hasta después del café de las diez no suben de revoluciones, intentemos no poner eso que va a demandar voluntad a primera hora.

Por la noche puede parecer relativamente sencillo aquello de levantarte a las seis para ir al gimnasio. Sin embargo, ¿qué pasa cuando suena el despertador? Probablemente nos acordemos del padre de nuestras buenas ideas y de su familia completa, no para venerarlos precisamente…

Recabar apoyo social

Vamos con el segundo ítem de la lista de fallos que nos alejan de nuestros propósitos. A falta de un buen entrenador, preparador o derivado -si nuestro objetivo es realmente importante, sería muy positivo que buscásemos a uno-, siempre podemos elegir a varias personas de nuestro círculo de confianza como supervisoras.

Obviamente, no nos van a preguntar la lección, pero sí pueden ayudarnos, por ejemplo, a no fumar cuando estamos con ellas o nos pueden preguntar por nuestros progresos en la última semana.

Eso sí, elijamos supervisores con el espíritu adecuado. de otro modo…

Así, saber que cada semana tendremos que rendir cuentas, la disonancia jugará a nuestro favor. Una motivación, que ahora nos puede parecer tan pobre, como no proyectar la imagen de que somos personas débiles o carentes de voluntad, puede ayudarnos a superar ese primer momento de pereza, hacer que nos pongamos la ropa de deporte y salgamos a la calle. Una vez hecho esto, es mucho más difícil volver a casa sin haber cumplido con el plan.

Cuidado con ir más allá

Vamos con el tercer ítem de la lista de fallos que nos alejan de nuestros propósitos. El primer día tenemos toda la energía del mundo. No tenemos agujetas de la jornada anterior, estrenamos alguna prenda de ropa y quizás no tengamos que trabajar. Vamos “tan sobrados” que en vez de hacer lo planeado, hacemos un poquito más. Lo curioso es que esto sucede a pesar de que los planes de este estilo que trazamos suelen ser más exigentes de lo que deberían.

Ahora, ¿cuál es el problema? ¿Por qué no hacerlo si contamos con fuerzas o recursos? La razón es muy fácil de entender si sabemos cómo funcionan nuestra mente; más en concreto, nuestra motivación. Ese día, al llegar a casa, y haber corrido 10 minutos en vez de 5, podemos sentirnos en el paraíso. Dicho de otra manera, hemos obtenido un reforzador enorme -traducido en motivación, tendrá que medirse con las agujetas del día siguiente-.

Sin embargo, no voy a ir por ahí. Voy a dejar a un lado el hecho fisiológico de que salir al día siguiente nos va a costar más porque el desgaste ha sido mayor. ¿Qué ocurrirá a nivel mental al día siguiente? Que para sentirnos bien y tener la sensación de que avanzamos, tendremos que correr al menos 10 minutos, cuando en nuestro plan había seis. Aumentando el tiempo de carrera el primer día, ha aumentado la dificultad para obtener satisfacción (refuerzo) en los siguientes.

La fuerza de la rutina

El peligro se termina de configurar si tenemos en cuenta que hablamos de una rutina no establecida. Es muy débil todavía. Hemos ganado muy poco, así que también podemos perder poco si la abandonamos; al contrario de lo que sucede cuando ya está establecida. ¿Vamos a dejar de hacer ejercicio con todo lo que nos ha costado ponernos en forma? Es probable que no. Sin embargo, esta fuerza al principio es débil. Tenemos muy poca forma que perder, porque hemos ganado muy poca.

Como hemos visto, nuestra mente juega un papel decisivo a la hora de alcanzar objetivos a largo plazo que demandan cambios en nuestra rutina. En este sentido, desconocer cómo influyen algunas variables en nuestra motivación puede hacer que ignoremos fallos que nos alejan de nuestros propósitos y tomemos decisiones poco acertadas; engañosas: parecen acercarnos a nuestra meta, cuando en realidad nos alejan.

La Mente es Maravillosa
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