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Chile: Áspera negociación para la reforma de la Constitución

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Los partidos políticos de Chile seguían inmersos en una áspera discusión sobre el mecanismo que se utilizará para reformar la Constitución vigente desde la dictadura pinochetista, tras casi un mes de violentas protestas seguidas de represión que dejaron al menos 22 muertos desde el 18 de octubre pasado.

Chile: Áspera negociación para la reforma de la Constitución

Las negociaciones comenzaron el miércoles en la sede del Congreso, en Valparaíso, y continuaron este jueves en Santiago, sin que se anunciaran avances suficientes como para llegar hacia el consenso.

El eje de la discusión, aceptada por los políticos es la necesidad de la reforma para aplacar las protestas además del mecanismo que se empleará para modificar los textos constitucionales.

El diario El Mercurio informó que la coalición oficialista Chile Vamos propuso a la oposición que se forme una Convención Constituyente integrada por 40% de parlamentarios en funciones, otro 40% de asambleístas elegidos por voto popular y 20% de técnicos designados por ese 80% del plenario.

Algunos partidos de la oposición rechazaron en primera instancia esa oferta porque prefieren que la totalidad de la composición del cuerpo surja de elecciones, pero las negociaciones aún no se dieron por cerradas.

Si llegara el consenso, se redactará un documento con la propuesta definitiva, que será sometida a un plebiscito.

Guido Girardi, del opositor Partido Por la Democracia, expresó que “en estas condiciones no hay ninguna posibilidad” de acuerdo y sostuvo que se debe “volver al mecanismo de que los ciudadanos decidan”.

En la misma línea se manifestó el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde, quien admitió un retroceso claro en lo que se había podido conversar durante la jornada anterior.

“Nosotros tenemos voluntad de diálogo y obviamente siempre hay que seguir conversando, pero la propuesta que ha hecho hoy el oficialismo es profundamente antidemocrática”, sentenció, citado por la agencia ANSA.

Según Elizalde, si el oficialismo impone su idea, “menos de la mitad de quienes van a redactar la constitución van a ser elegidos por la ciudadanía y 20% va a ser designado”. “Quieren volver a la lógica de los designados”, se quejó.

A su vez, Fuad Chahin, presidente de la Democracia Cristiana, admitió que hubo un retroceso, pero advirtió que no es momento de “tirar del mantel” sino de dialogar y llegar a acuerdos.

En cambio, el Partido Comunista y sectores del izquierdista Frente Amplio se retiraron de la discusión.

El debate se lleva a cabo en medio del mayor estallido social en esta etapa de la democracia chilena, en cuyas principales ciudades se llevan a cabo todos los días multitudinarias protestas, saqueos, actos de violencia y todo tipo de desmanes, incluso en los períodos en los que el presidente Sebastián Piñera hizo regir el estado de excepción, la militarización de los espacios públicos y el toque de queda.

Múltiples denuncias se acumulan en Chile por la brutalidad de la represión de los Carabineros y militares que hicieron frente a los manifestantes, contexto en el que se confirmaron las muertes de al menos 23 personas y la existencia de miles de heridos y detenidos.

Las normas chilenas prevén tres caminos posibles para cambiar la Constitución. El primero es la instalación de un Congreso Constituyente, que convertiría al Parlamento en Asamblea habilitada para modificar artículos, una fórmula que es rechazada por los manifestantes por el desprestigio del Poder Legislativo.

Otra vía puede ser la formación de una Convención Constituyente integrada por legisladores y asambleístas designados en elecciones, una fórmula discutida por los sectores de la oposición que impulsan la reforma y resisten la idea de la imposición de parlamentarios sin pasar por el tamiz de las urnas.

Queda entonces la alternativa de declarar la necesidad de la reforma constitucional y convocar a elecciones para instalar una Asamblea Constituyente, capacitada para sesionar de manera soberana y con total independencia del Congreso.

Esta última opción es la que menos seduce al oficialismo, debido a que una elección en este momento, en el que las encuestas destacan la impopularidad de Piñera, puede dejar a la alianza gobernante con escasa representación en el trámite de reforma.

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