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El colmo de la escasez en Venezuela: hay días de cola para cargar nafta

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La escasez de combustible, la falla de servicios básicos y los incumplimientos del gobierno bolivariano provocaron un rebrote de las protestas sociales en Venezuela.

El colmo de la escasez en Venezuela: hay días de cola para cargar nafta

[vc_row][vc_column][vc_column_text]La escasez de combustible, la falla de servicios básicos y los incumplimientos del gobierno bolivariano provocaron un rebrote de las protestas sociales en Venezuela, desaparecidas en julio pasado luego de la cruenta rebelión popular que se prolongó durante cuatro meses y cuya represión costó la muerte de 128 personas.[/vc_column_text][vc_single_image image=”151431″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]La mayoría de las quejas ahora las protagonizan sectores populares, angustiados ante la llegada de la Navidad sin nada de lo prometido por el gobierno. Y, a la cabeza, las increíbles colas de horas, incluso días, para cargar nafta en el país con mayores reservas petroleras del planeta. La gigantesca crisis de la estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) aparece como la principal causa de las fallas en la producción y distribución del combustible, cuyo precio parece una broma ante la hiperinflación que pulveriza el bolsillo de la población: un litro de nafta de 95 octanos cuesta 6 bolívares.

Basta con acudir a un quiosco, donde el producto más barato, un cigarrillo de la marca Chesterfield, se vende a 1000 bolívares. Por lo tanto, con el dinero de un solo cigarrillo un venezolano puede comprar 166 litros de la nafta cara, porque de la barata (91 octanos, a un bolívar el litro) llenaría un depósito de 1000 litros. Una ecuación económica sólo posible en el surrealismo trágico revolucionario.

“Desesperanza, caos y tensión, porque no es nada normal tener que dormir cuatro, cinco días en cola [para cargar nafta]”, subrayó Leidy Gómez, gobernadora de Táchira, que añadió que ya hay detenciones provocadas por las peleas a pie de las estaciones de servicio.

Gómez también hizo públicas sus conversaciones con Pdvsa, que asegura enfrentarse ante la escasez de combustible en su estado, Zulia, Barinas, Trujillo y Mérida a pesar del bloqueo financiero de Estados Unidos, una de las excusas esgrimidas por el oficialismo.

Las colas, que colapsaban varias calles, se mantuvieron ayer en San Cristóbal, capital del estado fronterizo con Colombia, ante la desesperación de los usuarios. Pero también se multiplicaron en la zona oeste del país. Incluso en Barquisimeto, la cuarta ciudad en población, se cerraron buena parte de las estaciones de servicio y las calles colindantes. En Maracaibo, la Guardia Nacional se vio obligada a disparar al aire para contener a los conductores en una estación. En Mérida también sigue el colapso, destacaron desde la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).

¿Cómo se llegó a semejante desaguisado? En Paraguaná, que fuera el complejo refinador más grande del mundo, sólo funcionan siete de sus 84 plantas, con capacidad para producir 50.000 barriles de combustible crudo. El resto, hasta los 200.000 barriles de consumo diario, se debe importar, pero los problemas de pago de la petrolera estatal retrasaron e, incluso, hicieron suspender la llegada de buques.

“En Venezuela no hay ni combustible ni lubricante”, denunció ayer el sindicalista petrolero Iván Freites. “La nafta está saliendo oscura, no es ni de 87 octanos. Le está haciendo daño al medio ambiente”, añadió. Pdvsa atraviesa una situación crítica, al borde de la bancarrota y quebrantada por la mala gestión y la corrupción.

Quejas

El colapso anunciado en las estaciones de servicio se une al resto de las protestas que durante la semana brotaron por todo el país. Vecinos de Guarenas se lanzaron anteayer a las calles, cortaron rutas; 11 personas fueron detenidas por la policía. Querían las cajas de comida de las CLAP (versión moderna de la libreta de racionamiento cubana), también gas y que bajara el precio de los pasajes de ómnibus. En otras ciudades exigen el llamado “combo hallaquero”, las famosas hallacas socialistas (una comida típica del país) prometidas por Maduro que tampoco están llegando a tiempo para la Navidad.

Las cacerolas vacías sonaron fuertes también en La Urbina, al este de Caracas: quieren cobrar lo prometido por votar a candidatos oficialistas en las elecciones del 10 de diciembre. En Bolívar se grita contra la falta de tratamiento contra la malaria. En Maturín falta la comida, el agua y el gas. En Sucre reclaman alimentos y bonos navideños. En el Delta Amacuro exigen el pago del bono del Niño Jesús, como lo bautizó el presidente.

Algunas de las promesas del gobierno empezaron a cumplirse en lugares como Ciudad Caribia, sueño socialista construido por Hugo Chávez cerca del aeropuerto de Caracas. Pero la gran mayoría sigue a la espera, aunque la desesperanza por los llamados CLAP farmacéuticos, de higiene personal y maternales provocaron su olvido. Incluso la distribución de juguetes ayer en la Plaza de Toros de Valencia se transformó en un desorden monumental, entre corridas y golpes, porque no había para todos.

El rebrote de las protestas choca con el guión preparado por la revolución para allanar el camino de la reelección de Nicolás Maduro, prevista para el año próximo. “Se asoma la amenaza de un estallido o una cadena consecutiva de estallidos sociales de alta intensidad. Los efectos de la hiperinflación y un nuevo ciclo de escasez son inevitables”, sentencia el politólogo John Magdaleno.

Maduro admite una recesión de 16,5% en 2016

  • La economía venezolana se contrajo un 16,5% en 2016 después de una caída de 6,2% en 2015, según el reporte oficial que presentó el gobierno de Nicolás Maduro ante la Comisión de Valores de Estados Unidos.
  • El documento presenta el dato oficial más reciente sobre el desempeño del país petrolero, una vez que el Banco Central dejó de divulgar información sobre los resultados de la economía en 2015. La cifra confirma la recesión del país que estiman organismos internacionales.

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La Nación / vm.

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