El Gobierno francés extendió a 38 nuevos departamentos y a la Polinesia el toque de queda impuesto inicialmente para París y otras ciudades, de tal forma que serán 46 millones los ciudadanos –más de dos tercios de la población– quienes verán limitada su movilidad nocturna para contener una expansión del coronavirus.
“La situación es grave”, señaló el primer ministro Jean Castex, al aludir a una progresión “rápida y muy preocupante” de los contagios. “A las nueve, todos deberán estar en casa”, recalcó el primer ministro, quien confirmó que las nuevas restricciones entrarán en vigor el viernes a medianoche y permanecerán durante un periodo inicial de seis semanas.
Reconoció que “noviembre será complicado”, y anticipó unas semanas “duras” en las que uno de los objetivos de las autoridades será reducir la tasa de ocupación de camas en hospitales, que “ha superado la barrera del 44 por ciento”.