
Dos semanas después del terremoto que ha causado casi 41.000 muertos en Turquía y Siria, las esperanzas de hallar supervivientes bajo los escombros son casi nulas.
La autoridades turcas han ordenado este domingo suspender las labores de rescate en todo el país, excepto en las dos provincias más afectadas, Hatay y Kahramanmaras.
En memoria de las víctimas que quedaron sepultadas, y especialmente en recuerdo de los niños fallecidos, voluntarios rescatistas han comenzado a dejar globos rojos sobre los montones de escombros.
Como si fueran boyas de señalización, rinden homenaje a los pequeños que ya no volverán a habitar esos hogares.
El gobierno turco asegura que 14.000 máquinas pesadas y más de 270.000 personas siguen trabajando en la zona, aunque su objetivo ya no es localizar supervivientes.