Antes de ser extraído del pozo, los rescatistas señalaron que Rayan estaba vivo y que “respiraba con dificultad”, fue retirado en ambulancia y al poco tiempo, la monarquía marroquí confirmó que el niño falleció.

El pozo al que cayó el pequeño no se trata solo un agujero en la tierra, sino de una necesidad de una región en la que abunda la pobreza y escasea el agua.

Las familias de la zona esta zona, suelen invertir sus ahorros para perforar pozos en búsqueda de agua, pero, en la mayoría de las veces, no lo consiguen. Por este motivo, abundan similares al de 32 metros de profundidad en el que el niño cayó el pasado martes.

Actualmente, en el lugar hay un precipicio de 30 metros de paredes de arcilla roja con marcas de las máquinas excavadoras.

En la zona, solo existe la pequeña casa de adobe y ladrillo del menor y un agujero tapado.

Mientras se espera el resultado de la autopsia, las primeras informaciones indican que la muerte de Rayan se habría sucedido por inanición, es decir, la extrema debilidad provocada por la falta de consumo de alimentos. A esto se le pudo haber sumado la hipotermia, debido a las bajas temperaturas que hay en el lugar.