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Por primera vez, la Amazonia genera más dióxido de carbono del que absorbe

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Un reciente estudio, analizó cerca de 600 muestras de aire y detectó cambios en el equilibrio natural de bosques brasileños.

Por primera vez, la Amazonia genera más dióxido de carbono del que absorbe
Foto: EFE

Durante mucho tiempo se dijo que la Amazonía es el pulmón del planeta, por su enorme capacidad para absorber los gases de efecto invernadero y su relevancia para enfrentar la crisis climática. Precisamente por esto, el bioma amazónico, ese conjunto de ecosistemas que atraviesa nueve países de América Latina fue foco de diversos estudios y prioridades de conservación.

Sin embargo, una reciente investigación publicada en la revista Nature, que analiza los datos de cuatro zonas de la Amazonía de Brasil, concluye que por primera vez se registraron emisiones de dióxido de carbono en niveles superiores a los que estos bosques absorben.

El estudio, liderado por científicos del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) de Brasil, se realizó a partir del análisis de 590 muestras de aire recogidas a través de sobrevuelos a más de cuatro mil metros de altura en cuatro puntos de la Amazonía brasileña, realizados de manera mensual entre 2010 y 2018 y llamados en la investigación como perfiles verticales de aeronaves (VP).

A diferencia de publicaciones previas, esta investigación complementa otros análisis geoespaciales sobre el cambio climático en el planeta. Lo inédito de este informe, señalan los científicos, es que desde un avión se tomó puntos de la Amazonía donde no solo se midió el nivel de dióxido de carbono (CO2) sino también gas metano y otros del efecto invernadero, fenómeno que produce el aumento en la temperatura global.

La investigación también apunta que las emisiones detectadas en su mayoría fueron causadas por incendios forestales, muchos de ellos generados por el ser humano con el fin de liberar tierras para la producción de carne de res y soya. En la publicación se indica que este fenómeno produjo alrededor de 1.500 millones de toneladas de CO2 al año. Sin embargo, según los científicos, si no hubiera incendios igual se observaría el incremento de las temperaturas, sobre todo en el sureste de la Amazonía brasileña.

Los datos analizados también reflejaron diferencias marcadas entre los cuatro sitios donde se recogió información. En la zona más crítica del estudio (el sureste amazónico) se registró que los incendios produjeron casi tres veces más CO2 de lo que absorbió el bosque, mientras que en los sitios que tenían por lo menos 30 por ciento de áreas deforestadas se registraron emisiones de carbono diez veces más altas que donde la deforestación no llegaba al 20 por ciento.

El estudio recuerda que en las últimas cuatro a cinco décadas, el impacto del ser humano en la Amazonía produjo una pérdida de bosques de casi el 17 por ciento, de los cuales el 14 por ciento se transformó principalmente en tierras agrícolas. Además, señala el documento, la deforestación y la tala selectiva condujeron a la degradación de los bosques, lo que aumenta su vulnerabilidad a los incendios y promueve una mayor degradación.

Los cambios de temperatura y precipitación, según los investigadores, se encuentran vinculados al déficit de presión de vapor sobre todo en el sureste de la Amazonía brasileña lo que apunta a un incremento en el estrés de las plantas, estado en el que la vegetación no cumple sus funciones naturales y detiene su crecimiento y desarrollo. De acuerdo a la publicación, sobre este punto hay dos factores que están contribuyendo a promover un aumento de la temperatura: el cambio climático global y la deforestación; y la degradación forestal a gran escala.

El análisis también tomó datos históricos sobre la temperatura y cantidades de lluvia en la Amazonia y detectó una relación entre el aumento de la deforestación, la caída de los niveles de precipitación de los bosques y el incremento de la temperatura, con diferentes resultados en la zona oriental y occidental amazónicos brasileños.

Sobre este punto el estudio determinó que, entre agosto y octubre del período 1979 y 2018, se registraron contrastes y una reducción de hasta el 34 por ciento en los niveles de precipitación, cantidad de agua que se encuentra en las nubes y cae al suelo. Los cambios, según los investigadores, se dieron a la par de la deforestación y el aumento de la temperatura durante los meses más calurosos.

“La remoción de bosques provoca un aumento de la temperatura y reduce la evapotranspiración. Además, la deforestación y la tala selectiva conducen a la degradación de los bosques adyacentes, lo que aumenta su vulnerabilidad a los incendios y promueve una mayor degradación”, consideró la publicación.

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