El Gobierno nacional dispuso
el “congelamiento administrativo de
bienes y/o dinero” de los iraníes acusados por el atentado a la AMIA, entre
ellos, el ex embajador Hadi Solemainpour y el ex agregado cultural en Buenos
Aires Moshen Rabbani.
Las actuaciones tuvieron origen en un informe de inteligencia
que “hace alusión a determinadas personas
humanas que fueron inscriptas en el Registro Público de Personas y Entidades
Vinculadas a Actos de Terrorismo y su Financiamiento (RePET) creado por el
Decreto 489/2019” emitido el mes
pasado de acuerdo a la resolución.
La inscripción “fue solicitada por el fiscal federal
Sebastián Basso, a cargo de la Unidad Fiscal de Investigación del conocido
atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina”, añadió la
UIF en la resolución firmada por su vicepresidenta, María Eugenia Talerico.
Ese informe, explicó, sostiene que la Unidad AMIA “informó
acerca de la existencia de imputaciones
y solicitudes de captura nacional e internacional de las personas humanas
inscriptas en el RePET como resultado de su participación en el atentado
terrorista” y “la existencia de trabas de embargo y la inhibición general” de
sus bienes.
Los iraníes
alcanzados por el medida son: Soleimanpour, Rabbani, Ahmad Vahidi, Alí Akbar
Velayati, Alí Fallahijan, Moshen Rezai y Ahmad Asghari.
La UIF dijo que esos imputados, con pedido de captura
internacional a través de “alertas rojas” de Interpol, están “vinculados
con Hezbollah, la Organización de Seguridad Externa (ESO) y determinadas
personas de esa Organización, a partir de la asignación de diversos roles y
funciones que les son atribuidos a cada uno de ellos” por el atentado a la
AMIA”.
También se alertó sobre “la amenaza terrorista y los riesgos
de financiación del terrorismo que representan las personas humanas mencionadas
anteriormente”.
La UIF detalló que Velayati “habría participado en la reunión
efectuada el 14 de agosto de 1993 en la ciudad iraní de Mashad”, donde se “decidió
atentar contra el edificio de la AMIA”.
Velayati, ministro de Relaciones Exteriores iraní entre 1981
y 1997, tuvo “importancia medular” mediante “la instrumentación del atentado
otorgando pasaportes, visas, y cobertura diplomática”.
Soleimanpour, añadió la UIF en base a la causa, “desempeñó un
papel preponderante prestando su apoyo y tolerancia en el desarrollo de
actividades de inteligencia, las cuales se llevaban a cabo en la propia
Embajada Islámica de Irán en Buenos Aires, de la cual era su titular”.
Fallahijan, ex ministro de Inteligencia y Seguridad de Irán
entre 1989 y 1997, habría coordinado determinados aspectos operativos” del
ataque.
Sobre Rezai y Vahidi se reseñó que “ambos, comandantes de la
Fuerza Al-Quds y los Guardianes de la Revolución, integraron el grupo que (…)
sometió a evaluación la propuesta inicial de atentar contra nuestro país”.
Y a Rabbani se lo vincula “por haber participado en la
reunión”, además de “haber brindado todas las facilidades para obtener la
camioneta utilizada en el atentado, el lugar donde esconderla, y lo
concerniente al armado de la bomba detonada”.
Rabbani fue “actor central en la preparación y ejecución del
atentado. Los elementos de prueba provistos por la investigación permiten
atribuirle un rol protagónico en la logística local del atentado”, añadió.
Sobre su relación con la financiación del ataque, se aludió a
“las acrecentadas sumas de dinero que recibió (…) provenientes de su país de
origen” para “solventar los gastos y cubrir las necesidades” del
atentado.
También dijo que está “probada la vinculación de Rabbani con
miembros activos de la agrupación terrorista Hezbollah”.
En cuanto a Asghari “también habría participado de la reunión
donde se decidió el atentado”, teniendo “una marcada influencia en las
decisiones” que se tomaban en la embajada de Irán en la Argentina, y “está
sindicado como uno de los principales responsables de la operación”, se indicó.
Otro alcanzado días pasados por el congelamiento es Salman
Salman (o Samuel Salman El Reda o Salman Raouf Salman), “considerado como
uno de los máximos responsables a nivel local” del atentado.
La UIF recordó que Argentina
adhirió a lo dispuesto por Naciones Unidas en el sentido de que los Estados
Miembros deben congelar “sin dilación los fondos y demás activos
financieros o recursos económicos” de las personas y/o entidades
vinculadas con el terrorismo.