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Conmoción y pánico por el femicidio de Alta Gracia

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El de Silvia Maddalena fue el quinto femicidio en esta ciudad de 55.000 habitantes. Varias mujeres sufrieron ataques de pánico tras la noticia y aún hay mucho temor.

Conmoción y pánico por el femicidio de Alta Gracia

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El de Silvia Maddalena fue el quinto femicidio en esta ciudad de 55.000 habitantes. Varias mujeres sufrieron ataques de pánico tras la noticia y aún hay mucho temor.[/vc_column_text][vc_single_image image=”176527″ img_size=”full”][vc_column_text]ALTA GRACIA, CÓRDOBA. El crimen de Silvia Maddalena (38) parecía resuelto con la primera detención. Al menos, para sus vecinos. Se trataba de un hombre que trabajaba en el negocio de electricidad de su familia, ubicado a pocas cuadras del consultorio odontológico de la víctima, donde se atendía. No se trataba de un cliente más.

Quienes conocían a Silvia recordaban sus comentarios sobre aquel paciente acosador. Los rumores volaron. Además de comentarle cada foto que subía a Facebook, había intentado besarla mientras lo atendía en su consultorio. También la había manoseado durante otra consulta, siempre según lo relatado en su momento por la odontóloga.

Por eso había decidido volver a atenderlo bajo una condición: no estar sola durante sus consultas. Su familia estaba al tanto de sus miedos de encontrárselo fuera de su lugar de trabajo. “Es un joven muy cerrado, amante del punk y de la ropa negra. Parecía sufrir algunos trastornos: no solía hacer cosas de su edad. Está visto como un dark”, comentó una empleada de una farmacia.

Los rumores lo apuntaban. Y algunas mujeres estaban conmocionadas. “Sufrí un ataque de pánico”, le contó a Clarín una amiga de Silvia, quien además decidió instalar cámaras en el frente de su casa ni bien se enteró del femicidio. No fue la única que tomó medidas de seguridad a partir del robo, abuso y asesinato de la odontóloga, ocurrido el pasado viernes 18. Ni que sufrió algún trastorno: “Conozco a varias que padecieron ataques de pánico. Somos un pueblo chico y es muy fuerte sentir que un femicida vive entre nosotras”.

La ciudad de Alta Gracia, a 40 kilómetros de Córdoba capital, tiene cerca de 55 mil habitantes, según el último censo. El de Silvia no fue el primer femicidio. Según el colectivo “Ni una menos”, hubo otros cuatro casos en los últimos diez años. El primero fue en 2009, cuando Silvia Costamagna (49) fue asesinada de 20 puñaladas por su exmarido.

La segunda víctima fue Verónica Presson (33), quien fue estrangulada; su atacante fue su ex pareja, que se ahorcó cinco días después. A Valeria Villarreal (35) la sacaron de su casa arrastrándola de los pelos y la remataron de dos disparos en plena calle, delante de sus hijos, en 2013. Johanna Altamirano era la más joven de la lista: tenía 18 años y fue asesinada a golpes por su ex novio, en 2016.

“La gente estaba sumamente conmocionada”, dice Leticia Lipka, del colectivo “Ni una menos” de la ciudad. “Hubo posteos en Facebook y Whatsapp sobre otro supuesto sospechoso. Y como somos una ciudad chica, creíamos que el verdadero femicida podía estar a la vuelta de nuestras casas”.

La conmoción renació cuando se supo que los análisis de ADN a ese primer sospechoso, el acosador, resultaron negativos. Allí nació otro rumor: decía que el autor sería un amigo de una ex pareja de Silvia. Pero no había nada certero. En las cámaras de seguridad de la cuadra, de las más concurridas de Alta Gracia, no se había podido identificar a nadie.

Todo cambiaría con la denuncia de una mujer rosarina, este miércoles. Se presentó ante el fiscal Alejandro Peralta Ottonello y le contó que, aquel viernes por la noche, su pareja había regresado a su casa con una computadora, un celular y rasguños en su rostro. Era Héctor Abel Gómez (25), otro vecino de Alta Gracia aunque nacido en Rosario.

Cuando se difundió su foto, otra vez los rumores: se instaló la versión de un suicidio. Hubo quienes aseguraron haberlo visto muerto. Luego, muchas mujeres volvieron a conmocionarse: el nuevo sospechoso se encontraba prófugo de la Justicia. Y podía estar en la zona.

Gómez trabajaba en Córdoba. Había llegado un año y medio antes. Compró una parte de un terreno y construyó su casita. Se ganaba la vida como albañil. Un compañero también se presentó ante el fiscal: aseguró que le había pedido dinero, aclarando que debía marcharse por “haberse mandado una macana”.

Finalmente Gómez sería detenido el jueves en Córdoba. Fue en un control policial hecho por una serie de robos a taxistas. Él iba arriba de un taxi cuando quisieron identificar al auto, pidió bajarse e intentó escapar. El audio del policía que lo detuvo se viralizó: “Quédense tranquilos. Lo acabo de detener”, dice, como si supiera que así le daría algo de paz a Alta Gracia. Aunque ahora hay otro rumor: habla de un supuesto cómplice.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]

Clarín/jmm.

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