Según el Índice de Precios al Consumidor (IPC) elaborados mensualmente por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en 26 meses, los fideos secos aumentaron 67 puntos porcentuales menos que la inflación general y el del asado, 94 puntos más.

La información forma parte del último reporte semanal de la Consultora Sarandí, en base a los relevamientos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) elaborados mensualmente por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

El contraste entre una inflación que desde diciembre de 2019 hasta febrero último fue del 123,5% con una suba del precio de los fideos secos que en el mismo lapso fue del 56,5% y una del asado que llegó al 217,5%, se da a conocer en medio de las gestiones del área económica del Gobierno para implementar medidas y acuerdos sectoriales que consigan aminorar la suba de precios, que en febrero fue del 4,7%.

De diez alimentos básicos seleccionados, la consultora Sarandí comprobó que en seis casos los incrementos en los 26 meses transcurridos fueron mayores al promedio general. En tanto, los cuatro restantes se ubicaron por debajo del 123,5% acumulado desde diciembre de 2019.

Entre los primeros, los fideos secos mostraron un aumento del 56,5%, 67 puntos porcentuales menos que la inflación general, la harina de trigo 62,9% (-60,6 puntos), la leche fresca 87,2% (-36,3), el pan de mesa 95,2% (-28,3), el arroz blanco 109,9% (-13,6) y los huevos de gallina 120,5% (3 puntos porcentuales menos que el IPC).

Por el contrario, el queso cremoso superó a la inflación general en ocho décimas de punto porcentual, con un alza del 124,3% desde diciembre de 2019. En tanto, los otros tres productos que superaron al nivel general fueron el pollo entero, con el 134,6% (11,1 puntos más); el aceite de girasol, con el 135,7% (+12,2) y el asado, con el 217,5% (94 puntos más que la inflación global).

La consultora planteó en su análisis semanal que “el debate teórico sobre las causas de la inflación es uno de los más intensos en la disciplina en nuestro país” y que en ese contexto “la discusión sobre controles de precios y emisión ha encontrado ciertos límites”.

Y postuló que “las posiciones maniqueas se chocan contra la evidencia empírica y las respuestas simplistas son cada vez más efímeras”. Al tiempo, advirtió sobre las falencias en el análisis, tanto en las propuestas ortodoxas como en las heterodoxas.