Opinión

Argentina no es país para viejos

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Columna de opinión por Walter Anestiades.

Argentina no es país para viejos

“La tragedia de la vejez no consiste en que uno sea viejo, sino en haber sido joven”, describía Oscar Wilde. Y si uno fue joven, trabajó y aportó al sistema previsional vernáculo, y ahora es un veterano jubilado en la Argentina de los Fernández,  la tragedia es peor.

Hace muchos años que los gobiernos -todos- han metido la mano en las cajas de jubilación. Y también hace mucho que el estado suele calcular mal los haberes de los flamantes jubilados. “Mal” quiere decir que les paga menos de lo que debía, forzando a quiénes ya tuvieron una vida de esfuerzo a tener que meter la nariz en el universo de los dilatados juicios previsionales. Esto en lo nacional porque en Misiones las jubilaciones y pensiones que paga el Instituto de Previsión Social son aún más bajas. Los haberes percibidos por la gran mayoría son una suerte de condena a la indigencia.

Me acuerdo muy bien de algunas cosas. Repasemos:

En la época de la dictadura, cuando Santiago De Estrada era el secretario de Seguridad Social de Videla (el mismo De Estrada que ocupó ese cargo en el menemismo y fue Secretario de Culto en el macrismo), los haberes de los jubilados se vieron muy deteriorados y la única forma de cobrarle un juicio previsional al estado era subiéndose a la patineta voladora de Marty McFly y volver al futuro.

Con la recuperación de la república aquella máxima alfonsinista de que “con la democracia se cura, se come y se educa”, no se verificó en la vida real ni de activos ni de pasivos. De hecho, en el 86, además de que ganamos el mundial de México, la Argentina entró en “emergencia previsional”.  

Menem combinó el sistema estatal con el privado, el de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP). Resultó un fiasco y un curro ídem al sistema de reparto (que en el 92, por orden de Domingo Cavallo, dejó de abonar las sentencias de juicios que había comenzado a pagar por orden judicial). ¿Te acordás de Norma Plá y las marchas de los miércoles en el Congreso? ¿Y de las lágrimas de Cavallo?

Durante el gobierno de la Alianza,  De la Rúa, que se había pasado años pretendiendo ser la voz defensora de los jubilados (condujo durante mucho tiempo un programa sobre el asunto en radio América de Buenos Aires), se llegó al extremo de descontar, por una ley que aprobaron casi todos el 21 de julio de 2000, el 13% de los haberes a jubilados y pensionados (De la Rúa había sacado un Decreto de Necesidad y Urgencia que también firmó la entonces ministra de Trabajo Patricia Bullrich). El mismo descuento que hizo en Misiones Carlos Rovira en su primer mandato como gobernador y que ya casi todos “olvidaron”.

A fines del gobierno de Eduardo Duhalde se empezó a devolver esa quita del 13% a los jubilados con bonos del estado. Recuerdo ver a gente muy mayor, con escasa movilidad, en la puerta de los bancos en la city porteña, mirando la cotización de los bonos. El que mejor partido sacó cobró el setenta o el ochenta por ciento del valor total de eso bonos. ¿Y el resto? Quizás en otra vida…

Con el kirchnerismo se llegó a otro extremo nefasto. El 14 de octubre de 2010 la presidente Cristina Kirchner vetó la ley que establecía el pago del ansiado 82% móvil para los jubilados. ¿El argumento? Que “la oposición sancionó esta ley para desfinanciar al estado”. Ni Milei ni Espert. Lo dijo-y lo hizo-Cristina Kirchner. La misma funcionaria  que, ya que hablamos de desfinanciar, otorgó jubilaciones a unas tres millones de personas que no acreditaban aportes. Una irresponsabilidad absoluta pero que le cae simpática a los que creen que la plata del estado la pone Dios.

Con Mauricio Macri la altísima inflación desatada en 2018 hundió los haberes de los pasivos aún más que los salarios de los activos (sumado a un incremento fenomenal de los precios de los medicamentos). Y se sancionó en el parlamento una ley de movilidad jubilatoria que el kirchnerismo denostó a los piedrazos pero que su sucesor, Alberto Fernández, derogó porque dijo que era “impagable”.

Y ahora Alberto decidió que los jubilados que cobran a partir de veinte mil pesos mensuales carguen con el peso del ajuste para pagar la deuda. ¿No es emocionante ver actuar a un verdadero amigo del pueblo que les saca a esos potentados que perciben veinte o treinta lucas?

Como si la pauperización constante de sus haberes no fuera suficiente castigo, hay que agregar que si el jubilado o pensionado se enferma, y se enferma, va a parar a esa gran “Clínica del Dr. Cureta” que es el PAMI. En tal caso conviene encomendarse al Espíritu Santo. Que obra milagros.

¿Quién puede hoy abrir la boca para decir, y que sea verdad, que gobernó la Argentina y a los jubilados les pagó como correspondía, que le hizo caso a la justicia y abonó en tiempo y forma las sentencias de juicios previsionales y otorgó a todo abuelo de norte a sur y de este a oeste del país una atención médica digna y completa?

En Misiones algunas voces, pocas, han advertido sobre los montos ínfimos que los trabajadores perciben en blanco. Ahora, que es tiempo de bonos publicitados como un acto justiciero, hay que recordar que uno se jubila en base a lo que aportó y que es mejor preocuparse a tiempo porque hoy es aquél mañana que ayer no te importó.

Ni con neoliberales ni con progresistas.

No es país para viejos.

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