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Estado vs Estado

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Opinión de Walter Anestiades para MisionesCuatro

Estado vs Estado

¿Me “quedo en casa” o viajo a alguno de los estupendos destinos turísticos de Misiones?

El mismo gobierno que repite de la mañana a la noche el slogan “quedate en casa” a favor de prevenir los contagios de coronavirus, promueve que se haga turismo interno de un extremo al otro de Misiones. Y en esos extremos se encuentran las ciudades que acumulan la gran mayoría de los casos de Covid-19: Posadas y Puerto Iguazú.

En Oberá, por ejemplo, no se puede manejar diez cuadras para ir al cumpleaños de la tía, el primo o la abuela porque las reuniones favorecen el contagio. Correcto. Pero se puede manejar unos trescientos kilómetros para ir a las Cataratas del Iguazú, cumplir un protocolo y listo. O se pueden hacer cien kilómetros para ir a Posadas. Y viceversa. Si, como nos dicen los científicos, “la única vacuna por ahora es el aislamiento y el distanciamiento social”, “aislarse” y “distanciarse” con doscientas personas en las Cataratas, a varios kilómetros de casa, suena contradictorio, ¿no?

¿Qué hacemos? ¿Invitamos a parientes y amigos a que vayan al Parque Termal de Oberá, por ejemplo, o nos quedamos en casa como manda la cuarentena?

El ministro de Salud, Oscar Alarcón, dijo que en Misiones no hay “circulación comunitaria” del virus. Sin embargo, se sabe que la palabra de “seis casos de dengue” está algo devaluada. Y se sospecha que el esfuerzo por informar los “nexos epidemiológicos” de cada infectado, que van en aumento, está a minutos de ser un esfuerzo inservible.

La religión y la ciencia coinciden en la relevancia de la verdad.

Obviamente no es fácil obtener sinceridad de un gobierno que regala pauta para que cualquier gacetillero escriba que ahora la economía misionera se está reactivando como en ninguna parte del país, cuando los trabajadores no ganan ni para cubrir una canasta básica alimentaria. Pero la coyuntura sanitaria amerita sinceridad.

El desplazamiento del virus hacia el interior de la Argentina obliga a tomar definitiva conciencia de que la pandemia, por definición, es un suceso real y grave y que entonces hay que cuidarse de los modos que a esta altura todos sabemos. La irresponsabilidad social es una eficaz aliada del coronavirus. Pero como aliada puede ser superada por la irresponsabilidad de los funcionarios. Que la preocupación ciudadana entonces no se limite a los pares y que también ponga la lupa en los que mandan.

Oberá, por ejemplo, volvió a tener infectados  después de cuatro meses. Una locutora de una radio local y un par de empleados judiciales. Si no se puede viajar a otra provincia y si se viaja al volver hay que hacer catorce días de aislamiento domiciliario, no se puede ir a países limítrofes, nos dicen que no hay circulación comunitaria en ningún lugar de Misiones, Oberá no tenía casos desde hacía rato y el turismo interno se hace respetando los protocolos sanitarios, la pregunta es ¿cómo se contagiaron los obereños?

Urge que el gobierno provincial y los comunales definan políticas coherentes, con normas cumplibles y con sentido común. Con controles que no sean al voleo. Y que asuman que la verdad puede ser más tranquilizadora de lo que suponen.

Como todo gobierno feudal, la renovación basa su propaganda en la hipérbole, que es una palabra que viene del griego y que significa “exceso”. Es una figura retórica que consiste en exagerar algún aspecto de la realidad ya sea aumentando o disminuyendo alguna conducta o situación. Hace poco presentaban a Herrera Ahuad como “el médico argentino que frenó al Covid-19”.

La realidad es que en Misiones el virus se metió igual aunque el gobernador sea una persona bien intencionada, un buen médico, o aunque merezca el Nobel de Medicina. Y echarle toda la culpa a la sociedad por el aumento de casos, una sociedad donde por supuesto que hay mucho inconsciente, pero hacerlo para relevar a los administradores de la cosa pública de toda autocrítica, es una estrategia canallesca.

La cantidad y calidad de sus bellezas naturales convierten a Misiones en una provincia turística por excelencia. De modo que intentar cuidar a la industria sin chimenea está muy bien. Pero se va a precisar inteligencia para proteger tanto a la salud como a la economía. A las dos. El Presidente de la Nación dijo en abril “prefiero tener diez por ciento más de pobres que cien mil muertos”. Los pobres son más del cuarenta por ciento. Y los muertos ya pasaron los veinte mil.

Para el filósofo Francis Bacon “nada hace más daño a una nación que los astutos pasen por inteligentes”.

Habrá que estar atentos a la evolución del virus, a lo que hace la sociedad, y a las medidas que se toman para cuidar a una población agotada y con sus recursos en retirada.

Este es un gobierno en el que sobran astutos.

Que la van de inteligentes.

Walter Anestiades para MisionesCuatro

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