Opinión

La parca no la puede tener tan fácil

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Por Walter Anestiades

La parca no la puede tener tan fácil

Angus Young, fundador y guitarrista de la mítica banda de heavy metal “ACDC”, dijo cierta vez: “Manejo como toco la guitarra. Por eso no tengo auto”.

Seguramente en Oberá no hay quién toque la viola como él. Pero hay muchos que manejan como él cree que lo haría.

¿Qué se conduce mal en toda la Argentina? ¿En cualquier lugar de Misiones? Pues nada de eso exime de responsabilidades a las autoridades y a los automovilistas y motociclistas de Oberá. Y naturalizar esto, mandarlo a que forme parte de los tantos asuntos que permanecen desinflados por la exasperante abulia de la sociedad, lo que a su vez genera la desidia de los funcionarios que se ven libres de exigencias, es inaceptable. Absolutamente inaceptable.

Cualquiera que se pare en una esquina de Oberá, especialmente las céntricas, puede observar que se anda a velocidades que no corresponden, que no se respetan los semáforos, que casi nadie pone el guiño al doblar, que los peatones cruzan por donde se les da la gana, que no se respeta la prioridad de paso en las esquinas, que hay exceso de detenimientos en doble fila con baliza puesta, y que los motociclistas desafían a las leyes de la física, con resultados lamentables. Y si se va a la autovía de acceso a la ciudad, cuesta mucho distinguirla de un domingo cualquiera en el autódromo, cuando hay fecha del Sùper TC 2000 o del Turismo Nacional. Para completarla, el estado de muchas calles en los barrios, y el mal estado de las veredas céntricas, confirman que los funcionarios a la ciudad la caminan poco.

En el momento más agudo de la cuarentena durante la pandemia de coronavirus, había dos o tres autos y un par de motos en toda Oberá. Y despistaron o chocaron igual.

Hace apenas horas un vehículo, tras chocar a otro auto, terminó subiéndose a la céntrica Plaza San Martín y embistió a una chica que estaba haciendo la fila para entrar al Correo Argentino. Y otro auto que estaba estacionado, sin conductor, empezó a marchar y se subió a la vereda de la avenida Libertad para estamparse contra el vidrio de una boutique. ¿Entendés de qué hablamos? Vehículos que te pueden atropellar no ya al cruzar la calle sino en una plaza, en una vereda, o que arrancan sin conductor, como si se estuviera en un capítulo de “El auto fantástico”, o en alguna de la zaga de “Rápidos y furiosos”.

Son apenas un par de casos de los tantos que hay desde hace demasiado tiempo. Y no hay atisbos de que importe lo suficiente. Manejar mal no puede ser lo normal.

Algunos confiesan en privado que conducir como lo hacen les genera adrenalina. ¿Quieren emociones fuertes? ¿Por qué no se van a dar una vuelta por Laferrere, Morón, o algún otro lugar del conurbano bonaerense solitos y de madrugada?

Las autoridades solo se preocupan por “denguear” la situación. Como un Alarcón del área se limitan a parlar de cambios estadísticos optimistas que, más que en la realidad, suceden en sus cabezas. El año pasado el titular de Inspección General de la comuna, Guillermo Correa, declaró en un medio que “Estamos orgullosos de cómo se maneja en Oberá”. Si se organiza un concurso municipal  buscando la “bolufrase” de la década, la cita de Correa sería competitiva.

La suma de una sociedad mayoritariamente irresponsable e hija del rigor, más el desinterés de una mayoritaria dirigencia que se adapta a la indolencia porque es igual o peor, genera cabezas reventadas en los pavimentos, piernas con fracturas expuestas, costillas rotas, animales aplastados, reparaciones mecánicas costosas, gastos evitables en un sistema de salud colapsado, y seres humanos muertos.

El alcalde de Oberá, Carlos Fernández, es médico de profesión. Debería mostrar una sensibilidad frente al tema que, de tenerla, no se le nota. Los funcionarios municipales y provinciales te van a contar sobre los controles que hacen y las tareas de concientización y de prevención que llevan a cabo. ¿Sabés qué? No alcanzan. Y con mandar a los inspectores a recaudar cobrando multas, que a eso los mandan, tampoco alcanza.

Habrá que seguir machacando porque no puede ser que morir en Oberá sea tan fácil. La Parca no precisa ayuda. Sabe hacer su trabajo.

H.G.Wells, aquél de “La guerra de los mundos” y de “La máquina del tiempo”, definía el ser adulto como el “saber asumir una responsabilidad”.   

En Oberá hay mucho irresponsable.

Que se cree que maneja. 

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