Opinión

La tea encendida

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Columna de opinión de Walter Anestiades para MisionesCuatro.com

La tea encendida

El mes de julio supo llevarse a dos de los más eminentes ciudadanos que haya tenido la provincia de Misiones. El siete se cumplieron tres años de la partida de Juana “Ticha” Bárbaro. Y un día después, siete años de la muerte del padre Joaquín Piña.

Cada uno de ellos, con sus acciones, ilustró el significado de la palabra “dignidad” mejor que cualquier diccionario. Tanto que algunos no los mencionan nunca para no incomodar a Rovira.

Ticha enfrentó en inferioridad de condiciones a un sistema pergeñado para que jamás encuentre la justicia que buscó. De hecho, el crimen de su hermana Marilyn acaba de terminar en una impunidad anunciada desde que la enterraron viva en su casa. La ausencia física de Ticha solo aceleró ese abominable final. Por cierto, cuánta razón sigue teniendo aquél poema de Gustavo Adolfo Bécquer. Qué solos se quedan los muertos.

El padre Piña cargó a Misiones en su espalda huesuda para intentar que el vasallaje comprenda el valor de la libertad por encima del acomodo político. Que aprendan a reclamar pedazos de la torta en vez de agradecer las miguitas. Provocó una batalla épica entre la sabiduría y la viveza. Ya sabemos, a la larga, quién ganó.

Ambos enfrentaron al poder omnímodo de la renovación y del kirchnerismo en terrenos en los que la mayoría es oficialista porque es lo más fácil cuando mente y corazón trabajan a reglamento.

Pedro Domingo Murillo fue un precursor de la Independencia de Bolivia y de la América española que en 1.809 se enfrentó en desventaja al poderoso ejército de Goyeneche, uno de los militares más capacitados que España mandó para estas latitudes. Murillo fue vencido, atrapado y ahorcado. “Yo muero, pero la tea que dejo encendida nadie la podrá apagar, ¡viva la libertad!”, dicen que dijo antes del fin. Bien sabemos que la tea quedó encendida lo necesario y acá estamos dos siglos después. Casi en pelotas. Pero todavía libres.

Puede que la sucesión de holgados éxitos del feudalismo sobre el republicanismo, la desgracia del retorno del kirchnerismo, la oposición dispuesta a negociar con quién no debería, y el sostenido embrutecimiento general, conformen una coyuntura espantosa que no nos deje ver que manifestaciones ciudadanas como las del 9 de julio pasado advierten que el fracaso puede ser solo aparente. Que luchas como las de Piña y las de Ticha abrieron más cabezas de lo que parece.

Que siempre habrá gente que solo se arrodille ante Dios y no ante los que se creen Dios. Que la lucha por la libertad nunca se va a acabar. Que una persona pensando sigue siendo el más formidable enemigo del Poder. Que los Murillos son unos cuántos.

Y que la tea sigue encendida…

Walter Anestiades para MisionesCuatro.com

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