Opinión

Los “medio pelo” del kirchnerismo

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Por Walter Anestiades

Los “medio pelo” del kirchnerismo

Cuando don Arturo Jauretche publicó “El medio pelo en la sociedad argentina”, en 1966, definió a ese concepto-el de “medio pelo”-como la actitud de alguien o de un grupo de intentar aparentar un status superior al que en realidad tiene. Lo pergeñó para describir el comportamiento de cierta burguesía que pretendía ser de clase alta, y de cierta clase alta en decadencia que se resistía a dejar de pertenecer a ella.

Durante años los solaperos le adjudicaron otro sentido, pretendiendo que don Arturo se refería concreta y estrictamente a la clase media. Hace una década la propia Cristina Kirchner, en una de las habituales burradas que se le escucharon siendo presidente, dijo lo mismo. Intentó apoyarse en un Jauretche reescrito por ella para intentar explicar porque las clases medias urbanas le dieron la espalda en el conflicto con el campo.

Hoy por hoy, cuando hasta el impresentable de Aníbal Fernández intentó “jauretchear” y le salió pésimo, y cuándo ya los solaperos (quiénes leen solamente la prolongación lateral de la cubierta de un libro) coexisten con seres embrutecidos incapaces de leer más que el título y la imagen de un texto porque todo “es mucho”, la interpretación “trucha” del concepto de Jauretche es aún peor. Amplificada y peor.

Las sociedades cambian y los conceptos varían con ellas. Y el cómo aplicarlo a cada tipo de sociedad es algo que Jauretche  explica claramente en su libro. Por cierto, a determinada altura de la vida, algún librito habría que leer y enterito, ¿no?

Los kirchneristas, igual que la izquierda, fomentan el odio de clases. Jamás entendieron, igual que la izquierda, que el peronismo no es lucha de clases, sino alianza de clases. Cuando Perón gobernó generó una alianza entre el mundo del capital y el trabajo. Por eso la izquierda jamás lo soportó. Les quitó el rol de representantes naturales del obrero. Cuando Perón gobernó fue un notable generador de clase media. Gente, mucha gente, que era de clase baja, mejoró ostensiblemente su calidad de vida para pasar de ser proletaria a ser propietaria. Eso se llama ascenso social.

El kirchnerismo, que es un peronismo berreta, siempre odió a la clase media y la combatió cada vez que el sector le dio la espalda en las elecciones. 

Suele escucharse, o leerse, a mucho ignorante “argumentando” que “con Cristina vivíamos mejor”. Claro, si hablamos de una líder que se permitió decir que “la diabetes es una enfermedad de ricos”, pues ¿qué podríamos esperar del intelecto de sus seguidores? Como sea, la economía nacional dejó de crecer en 2011.

La pauperización salarial provocada por el aumento de la inflación (con el INDEC intervenido canallescamente para ocultar los datos), la baja de los precios de la soja en dólares, los problemas de la economía brasileña y el aumento de la pobreza (dejando a tres de cada diez argentinos en ella) fueron la resultante del segundo gobierno de Cristina Kirchner (más un descomunal enriquecimiento patrimonial de unos cuántos).

Alberto Fernández se cansó de remarcarlo en público hasta que la candidatura a presidente lo convenció de que era mejor contribuir a la amnesia que al esclarecimiento general

Lo escribimos y es irrefutable. Perón repartió la torta del modo más justo que la Argentina conoció. Néstor y Cristina Kirchner se comieron la torta y repartieron las miguitas.

Perón creó clase media. Cristina Kirchner a cobradores de planes sociales que no contraprestan, a intermediarios que recibieron dinero del estado para hacer obras que no hicieron (Milagro Sala y la Tupac en Jujuy o Hebe de Bonafini y “Sueños compartidos” en Buenos Aires), y a muchos medio pelo. Misiones es un ejemplo perfecto de eso.

La pauperización del salario de trabajadores y jubilados de la provincia, y la pobreza estructural, no arrancó en diciembre de 2015. Aunque a los acomodados y a los cobardes les convenga mentir y pretender que sí. Ya sabemos. Hablan de Macri para no tener que hablar de Rovira. Renovadores y kirchneristas siempre fueron aliados de hecho.

Los diputados que se la pasan denunciando la corruptela macrista en la Cámara de Representantes, por ejemplo, son los mismos que se hicieron los otarios con la de Rindfleisch.  En sintonía, lo mismo ocurre con varios medios de comunicación.

El error no consiste en entender que Macri fracasó. El error es no querer recordar ni aceptar que Cristina Kirchner también.

“Yo no soy un vivo, soy apenas un gil avivado”, dijo de sí mismo don Arturo.

La mayoría de los que votan por acá, ni siquiera eso.

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