Opinión

Los Socios del Silencio

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por Walter Anestiades

Los Socios del Silencio

[vc_row][vc_column][vc_column_text]“A veces el silencio es la peor mentira”, sostenía don Miguel de Unamuno. Por cierto, en los tres lustros que lleva manejando la provincia, la renovación ha tenido y tiene múltiples aliados en la oposición (?), en la prensa, en el poder económico, en el ámbito de la cultura, en las iglesias y en la política nacional. Algunos, apoyan por lo que dicen. Otros, apoyan por lo que callan.

Hace días el Concejo Deliberante de Puerto Iguazú expulsó a Gabriel Llamas, del Frente “Cambiemos” por… porque se les dio la gana. Llamas metió la nariz en asuntos que podrían involucrar o no al alcalde renovador Filippa y a gente del municipio. No importó si Llamas tenía razón o si mentía. Osó meterse con el señor feudal de un municipio. Y, rapidito, lo eyectaron del cargo. Eso es marca registrada del Frente Renovador de la Concordia.

Pero para la gente de “Cambiemos” eso fue un boomerang. A partir de la evidente alianza política entre Macri y Rovira (con la máscara de Hugo Passalacqua), Cambiemos-especialmente el PRO-se convirtió en otro socio del silencio.

Previo a los comicios del año pasado, una candidata del espacio me dijo off the récord: “la directiva que recibimos es que no confrontemos con la Renovación”. Y vaya si cumplieron con el mandato.

Con algunas excepciones como el diputado Gustavo González o el concejal obereño Loreiro (a quiénes ya se las harán pagar), los popes del frente se han vuelto especialistas en morderse la lengua antes que hablar. Con toda la letra que aportan tantas injusticias, patoteadas, ineptitudes y sospechas de corruptela que brinda la renovación, estos muchachos solo abren la boca cuando van al dentista.

Pero como uno es el que es y no otro, un feudo es un feudo y ahora le tocó a alguien de la tropa de Cambiemos sufrir en carne propia a estos patoteros de estado que se creen que la cosa pública es la cosa de ellos.

Es conocido el poema equívocamente atribuido al alemán Bertolt Brecht, que en realidad es de otro alemán, Martin Niemöller, un oficial naval y más tarde pastor que pasó del apoyo al nazismo, a combatirlo y sufrirlo:

“Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.

Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.

Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.

Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.

Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada”.

Con tanta oposición berreta, acomodados por todos lados y reacciones tardías, Rovira lo está logrando. Casi no queda nadie que diga nada.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][vc_column_text]

Walter Anestiades

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