Opinión

Mojada de oreja

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Nota de opinión del periodista Walter Anestiades para MisionesCuatro.com

Mojada de oreja

¿Qué pensará Carlos Eduardo Rovira del pueblo misionero que hace un par de décadas le entregó las llaves de la provincia para que haga y diga lo que quiera?

El lunes 9 de marzo, cuando se inauguró la Escuela Secundaria de Innovación en Posadas (con la presencia del titular de la Cámara de Diputados de la Nación, Sergio Massa), el señor feudal de Misiones quiso hacer un chiste. “Los que me conocen saben que siempre que tomo el retiro estival recorro el mundo. No voy a decir donde estuve porque por ahí me ponen en cuarentena”, declaró, y soltó una sonrisa fresca y amplia que fue compartida por los aplaudidores de siempre. Y también por el mismísimo gobernador Herrera Ahuad. Epa che! Fue una broma nomás. No. No fue solo una broma.

En el barrio sabemos que, además, fue una mojada de oreja.

En otras editoriales como ésta y en el archivo de Misiones Cuatro se puede recorrer el historial de acciones de Rovira, ejecutadas directamente o a través de sus lacayos, que evidencian que hace más de tres lustros que dispone del poder absoluto y que los controles republicanos parecen un decorado institucional. La historia habla.

En 1999, cuando se postuló por el justicialismo, a Rovira lo ungieron gobernador unos 220 mil misioneros. Fue reelecto en 2003, ya consumada la mejicaneada al PJ y a la UCR de la que surgió la renovación, por otros 220 mil. En 2007 fue electo diputado provincial, cargo que no abandonaría más, con 170 mil votos. En 2011 lo votaron 365 mil electores. En 2015 casi 440 mil. Y hace nueve meses, en junio de 2019, lo reeligieron como legislador provincial casi medio millón de misioneros. Y en cada diciembre, desde 2007, fue electo, reelecto y recontra reelecto titular de la Cámara de Representantes por amplia mayoría hasta que en diciembre de 2019 se dio el gusto: fue electo por unanimidad.

No hace falta mucha lucidez para observar y entender el panorama mediático de la provincia. Con el poquito periodismo que queda no habla ni por equivocación. Y se presta a entrevistas en las que mi sobrinito de nueve años sería más incisivo que los comunicadores que le ponen el micrófono.

Todo lo que podía cooptar ya lo cooptó. Y más allá del último traspié-serio traspié-en los comicios nacionales de octubre, y de la desaparición de una Stella Maris Leverberg que le brindó servicios indispensables en su construcción de poder, su liderazgo territorial es uno de los más consolidados del país.

Los renovadores y sus soldaditos de plomo andan algo molestos por la proliferación de las llamadas “fake news”. Que son pura basura, es cierto. Hay mucha gente que está al cuete y en cuarentena hay más. Pero les molestan solo porque no son a favor. Es que estos muchachos carecen de autoridad moral para explayarse sobre el asunto, a favor de que el aparato de propaganda que armaron hace años no es otra cosa que una suerte de gigantesca “fake news” mantenida con el dinero de todos. Se me vienen a la cabeza las “inauguraciones”, así en plural, del hospital Samic de Oberá. Por ejemplo.

Nos preguntábamos líneas arriba acerca de qué opinará Rovira del pueblo que, mayoritariamente, le ha dado tanto poder por tanto tiempo. Puede ser apasionante llegar a la respuesta. ¿Qué pasará por la cabeza de un líder cuando observa tanta sumisión?

En el barrio el mojar la oreja equivale a desafiar al otro mojando un dedo de la mano con saliva y tocando con él la oreja de ese otro.

Cuidado con la incitación a la obsecuencia al poder camuflada en “la necesidad de enfrentar juntos a esta pandemia del coronavirus”. Mucha alabanza fácil “al Alberto”. Mucho elogio apresurado “al doctor Herrera Ahuad”.

Y es lo pior de aquel enriedo

Que si uno anda hinchando el lomo

Se le apéan como un plomo…

¡Quién aguanta aquel infierno!

Si eso es servir al Gobierno,

A mí no me gusta el cómo

Así dice Martín Fierro y habrá que hacerle caso.

Si dejarse mojar la oreja es servir al gobierno. A mí tampoco me gusta el cómo.

Walter Anestiades

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