Opinión

¿Qué te parece otro chiste Murray?

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Columna de opinión por el periodista Walter Anestiades.

¿Qué te parece otro chiste Murray?

¿Qué resultados se obtienen cuándo se cruza a chicos menores de edad con una sociedad que abandona la educación, vota corruptos, tolera la impunidad y a la que no le importa el futuro?

En la semana que se va el Consejo Federal de Educación, organismo que reúne a los titulares de las carteras educativas del estado nacional y de cada estado provincial, determinó que ningún alumno repetirá de año. El ministro de la cartera nacional, Nicolás Trotta, y sus pares de los veinticuatro distritos del país resolvieron que quiénes cursan séptimo grado de la escuela primaria pasen a primer año de la escuela secundaria, y quiénes cursan el último año de la secundaria “tendrán actividades de formación que podrán extenderse hasta marzo de 2021” y la promoción se definirá el año que viene.

Hace décadas que el deterioro del nivel educativo argentino se tornó imparable. Con una disparidad entre las posibilidades que brindan algunos institutos privados y las que pueden ofrecer las escuelas públicas, que la pandemia de coronavirus expuso de un modo categórico. El abandono de la exigencia, en nombre de una pseudo-inclusión, generó camadas de chicos con una alarmante pobreza de vocabulario, serias dificultades para comprender un texto (y no el “Ulises” de James Joyce sino el diario de cada mañana), y con escasa cultura general. Esto es algo que casi todos se niegan a aceptar, lo que agrava la situación. Los gobiernos porque ven a la inteligencia como un rival de sus proyectos de poder.

Los padres porque quieren resultados, ergo, que el nene o la nena se reciban de algo aunque el título que consigan tenga más respaldo legal que pedagógico. Los sindicalistas porque concentran sus energías en su progreso personal haciendo política para el gobierno que les gusta, en chillar solo cuando gobierna el que no les gusta, y en forjar docentes que se conformen con percibir salarios miserables (de lo que deriva la actual protesta de cierta parte de la docencia misionera, por ejemplo).

Y a los pibes tampoco les preocupa la situación porque todos fuimos pibes y adorábamos al “profe” que nos eximia fácilmente y detestábamos al que nos exigía y nos reprobaba. Como se verá, más allá de las posturas políticamente correctas, la educación le importa de verdad a no más de cuatro personas.

La pandemia le vino como anillo al dedo a este instalado sistema de facilidades que es nuestro sistema educativo. Donde el que sabe aprueba y el que no sabe también. Dónde el docente exigente es un marginal. Dónde ciertas escuelas y ciertas universidades públicas mantienen un alto nivel no gracias a los gobiernos, sino a pesar de los gobiernos. Y dónde en los colegios privados se es más cliente que alumno.

Algunos ahora tienen miedo de que los chicos vuelvan a las clases presenciales porque resulta que seis meses de cuarentena están dejando unos números distintos a los prometidos: se va agosto y la Argentina, arriba de los cuatrocientos mil infectados y de los ocho mil muertos, es el undécimo país del planeta con más casos de coronavirus y el decimoctavo con más fallecidos.

Se va el 2020 y la gran mayoría de los chicos no pisará un aula. En la cuarentena muchos tuvieron actividad intensa a favor de las posibilidades virtuales del colegio en el que estudian. Otros no pudieron ni soñar con eso porque las computadoras se enchufan y para eso se necesita electricidad y conectividad. Algunos todavía no se enteraron que las maravillas tecnológicas no están al alcance de todos los argentinos. Una desigualdad que les debería dar a los funcionarios públicos una vergüenza que no les está dando.

Todo apunta a que cientos de miles de pibes sigan pasando de grado, de año, y recibiéndose, pero aprendiendo poco y nada. Que, una vez más, el discurso nos dirá que no habrá promoción automática pero la realidad nos dirá que sí. Volvió la “timba”, se pueden recorrer cientos de kilómetros para hacer turismo interno, se acude en barra a tomar cerveza o lo que venga a un pub, en quince días se reinicia la Copa Libertadores, pero no hay ni habrá clases presenciales, y a nadie le importa. En los mass-media está más presente el futuro laboral de Messi que el seguir siendo un país que apuesta a la ignorancia disimulada. Nada nuevo, pero por extendido, peor. Y para nada inocuo.

¿Te cuento otro chiste Murray?

¿Qué resultados se obtienen cuándo se cruza a chicos menores de edad con una sociedad que abandona la educación, que vota corruptos, que tolera la impunidad y a la que no le importa el futuro?

Se obtiene lo que puta se merece.

Por Walter Anestiades para www.misionescuatro.com

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