Opinión

Un barbijo para la política

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Casi como un virus, la chicana política se filtra entre los problemas de la sociedad y se propaga rápidamente.

Un barbijo para la política

En medio de la pandemia y del drama social y económico, la rosca parece que siempre encuentra espacio para contagiar todo.

Si algo más le faltaba a la sociedad era toparse con las internas partidarias de una parte del oficialismo misionero, al parecer más preocupada por su futuro, los cargos y las cajas, que por la enfermedad que atormenta al pueblo.

El escándalo que protagonizó el fin de semana, el ministro de Energía de la Nación, Sergio Lanziani, fue la puesta en marcha de una cruda guerra de intereses políticos entre la renovación y los K, o sus derivados.

Este chicaneo y la grieta reeditada por el mismísimo presidente de la Nación, Alberto Fernández, son señales claras de que hay sectores de la dirigencia política que nunca da puntada sin hilo.

Las operaciones mediáticas del oficialismo coparon la escena y hasta opacaron los buenos resultados sanitarios que, por el momento, la provincia puede mantener.

Oficialmente, siguen siendo solo tres los casos confirmados de Coronavirus y no hay casos sospechosos.

Sin embargo, una gran parte de la dirigencia política solo tuvo tiempo de elucubrar teorías de conspiraciones y estrategias de opinión pública durante los últimos días. Ellos, sin dudas, están muy lejos de las prioridades del ciudadano.


A propósito del tema, hoy se lo vio al gobernador, Herrera Ahuad, por primera vez con un barbijo.

Esa imagen, no tiene que ver con la política (sí con la decisión de que a partir de ahora será obligación utilizar los barbijos en Misiones) pero bien podría aplicarse como un símbolo de la distancia que parece que tomó el primer mandatario, ante el escandaloso cruce de acusaciones vertidas durante el fin de semana entre el cristinismo de Lanziani y el ala más dura de la conducción renovadora.

“En boca cerrada no entra mosca”, dice el refrán y viene bien para graficar esto. Algo así como: “boca con barbijo no se traga sapos”.

Quizás, en el fondo esa es la esperanza del gobernador Herrera Ahuad, que guardó silencio.

Es que el Estado debe mantenerse ajeno a las confrontaciones y trabajar para evitar el verdadero riesgo para la gente, que es la pandemia.

Es el desafío del primer mandatario, no dejar que las internas frenen el trabajo real que necesita la gente y amordazar, al menos con barbijos, a quienes están en otra.

Eduardo Pérez para Misiones Cuatro

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