[vc_row][vc_column][vc_column_text]El jueves 4 de septiembre de 2008, el mismo día en que la Fiesta Nacional del Inmigrante arrancaba su vigesimonovena edición, Rocío Paola Zimmermann fue asesinada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”128754″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Tenía 11 años de edad. La encontró su padre. Semidesnuda. Boca abajo. En el barrio Villa Svea de Oberá. Cerquita de su casa. Cerquita del hospital Samic. Cerquita, incluso, de la mismísima Seccional Tercera de Oberá.

¿Quién fue? Nunca se supo. Se demoró a un menor de edad pero se lo tuvo que liberar al comprobar que nada tenía que ver con la matanza de Rocío. La nena salió ese día a las cinco en punto de la tarde rumbo a la carnicería. No volvió. Tiempo después la familia se mudó de Oberá.

A Rocío la ahorcaron con su propia media. Parece que la habían golpeado y arrastrado unos cuantos metros. Parece que hubo intento de violación pero solo intento.

No hay detenidos. No hay sospechosos. Tampoco hay marchas pidiendo por ella. Es que el asesinato de Rocío ya fue olvidado y no sirve para hacer campaña electoral.

Hoy Rocío tendría veinte años. Una mujer. Quizás mamá. Quizás en pareja. Quizás estudiante. Quizás…No lo sabremos.
Todo por culpa del mismo culpable de siempre.

Nadie…

Walter Anestiades[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_facebook type=”button_count”][/vc_column][/vc_row]