BUENOS AIRES. El viernes próximo Argentina deberá pagarle 719 millones de dólares al FMI y tres días después serán otros 369 millones de dólares. Será el último pago que el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner pueda hacerle al Fondo con las reservas en las arcas del Banco Central para seguir negociando sin entrar en atrasos. De allí que el ministro Martín Guzmán insista ante la prensa internacional en que necesita más tiempo para llegar a un acuerdo.
De acuerdo con LPO, por esa razón crecen las especulaciones que indican que el Gobierno podría no pagar para evitar perder los últimos 1100 millones de dólares que le quedan de reservas líquidas. Esa suma es algo más del doble que las reservas que el Banco Central perdió en la primera mitad de enero y en febrero también hay que pagarle 195 millones de dólares de intereses al Club de París.
No hay precisiones sobre el pago a realizarse el viernes
En el kirchnerismo incluso hay quienes consideran que sería necesario mostrarse duros y dejar de pagar para enviar una señal de intransigencia frente a la exigencia de un ajuste recesivo. Mientras que en el entorno del ministro niegan que patear el tablero a altura de las negociaciones esté en los planes de Guzmán.
Por eso, la vocera de la Presidencia, Gabriela Cerruti, evitó en su última conferencia confirmar el pago del próximo viernes.
En cambio, en Economía insisten en que, si bien hay tensión, se mantiene la cordialidad con los técnicos del staff del FMI y las reuniones son diarias. Y enfatizan que los avances son lentos, pero los hay y habrá que seguir negociando. O sea, no aclaran si se pagarán o no los próximos vencimientos.
La diferencia entre pagar y no pagar no es solamente contable en materia de reservas internacionales, sino de tiempos. Dejar de pagar casi 1.100 millones de dólares implica adelantar dos meses el ingreso formal en atrasos con el Fondo, que se concretaría entonces a finales de julio y no a finales de septiembre. Es que el siguiente vencimiento no es sino hasta el 21 de marzo. Con eso, Guzmán, Alberto Fernández y Cristina Kirchner conseguirían comprar algo más de un mes de reservas, aunque la aceleración de la demanda de divisas puede volverlo incluso un período más corto.
Sin reservas y al borde del Default
No necesariamente entrar en impagos implica el fin de las negociaciones. En general, los países que entraron en atrasos continuaron negociando. Y solo fueron un puñado los que llegaron a los seis meses, a la fecha límite de los “protracted arrears”, es decir de los atrasos que el Fondo Monetario no puede volver a financiar.
Con depósitos bancarios del sector privado de casi 8 billones de pesos con tasas de interés para los plazos fijos de 3,25% mensual sensiblemente menores a la inflación esperada para comienzos de año, un desarme de depósitos puede rápidamente presionar sobre la brecha cambiaria y volverse contra las reservas incluso sin que el Banco Central destine divisas a los mercados bursátiles.
Precisamente si ya pasaron 25 meses de gobierno y las negociaciones no llegan a buen puerto, la señal de pedir más tiempo, por un lado, pero a la vez no pagar y así acortar en dos meses el plazo de negociaciones es una señal negativa para el mercado.
Con los dólares paralelos arriba de los $215 y marcando nuevos récords, la estrategia financiera de Guzmán de comprimir la brecha cambiaria sin devaluar va perdiendo credibilidad. La brecha se acercó al 110% velozmente en los últimos días. Mientras el riesgo país cruzó los 1900 puntos. Este proceso podría acelerarse en los próximos días. Pero para acordar con el FMI, la aplicación un ajuste recesivo, el kirchnerismo duro -y en especial Cristina Kirchner- tienen la última palabra. Lógicamente, con cada día aumenta el riesgo de caer en Default.