Enfrentamientos entre patotas de jóvenes atemorizan al Barrio Unión
Los vecinos del Barrio Unión viven con miedo a causa de las patotas de jóvenes que se enfrentan en las calles, generando caos y afectando la seguridad de la zona. Conocidos como “la clika” y “la chispa”, estos grupos se convocan para pelear en puntos estratégicos como la Plaza Unión, pero no son exclusivamente locales. Jóvenes provenientes de barrios como San Isidro, Chacra 145, Belén, Manantial, Sol de Misiones y 1 de Abril se suman a estos choques, causando destrozos y enfrentamientos violentos.
Mariana Zaracho, presidenta del Foro de Seguridad, señala que “están calmaditos esta semana, pero hace dos semanas hubo grandes enfrentamientos”. A pesar de los esfuerzos de los vecinos y las autoridades locales, la situación sigue siendo preocupante. Según comentó, hubo una reunión con 40 padres e hijos, pero lamenta el “desinterés de los padres” ante el comportamiento de sus hijos. “Los chicos pueden terminar muertos o matando a alguien”, advierte.
A pesar de las denuncias y la constante violencia, las autoridades no pueden actuar de forma contundente debido a la edad de los involucrados. Zaracho explica que, aunque los menores son responsables de los enfrentamientos, “todo recae en el Juzgado de Paz donde dicen que no hay delito y por ello no hay detenidos”.
Vecinos como Victoria Bogado expresan su temor por la inseguridad. “Tenemos mucho miedo, miedo de que nuestros niños salgan a las calles, miedo a estar en nuestros domicilios”, cuenta. En su barrio, los jóvenes se reúnen sin horarios definidos, lo que genera incertidumbre. “Salís a caminar y los encuentras peleando en la plaza”, relata Bogado. Este miedo se intensifica con la llegada de las fiestas de fin de año, donde temen que la violencia aumente.
Claudia Orzusa, vecina de la zona, comparte su experiencia al ser testigo de los enfrentamientos. “Estoy en la esquina y usaron mi cantero para tirarse piedras. Es el punto de encuentro de las bandas”, describe. Además, lamenta que los jóvenes no sean del barrio, lo que dificulta aún más la resolución del problema. “Vienen con machetes, piedras y se empiezan a tirar entre ellos”, explica. “Hubo veces que no dormimos por temor”, agrega, destacando la constante preocupación por la seguridad.
Frente a este escenario, el juez correccional y de menores, César Jiménez, aclara que existen dos tipos de menores involucrados en estos hechos: los punibles y los no punibles, los primeros mayores de 16 años, los segundos menores de esa edad. Según el juez, el proceso legal es similar al de los adultos, pero con diferencias sustanciales. “Todo el proceso requiere de una declaración indagatoria de imputados y tratar de juntar elementos probatorios, y una vez concluya la instrucción, esta etapa pasa al juicio”, explica.
Sin embargo, la reincidencia es un tema que preocupa, ya que muchos de los menores infractores repiten conductas delictivas. “El trabajo es especialmente con el gabinete interdisciplinario para buscar la forma de que esta conducta sea analizada por profesionales y que el Estado se haga cargo de la situación”, comenta el juez. La mayoría de estos jóvenes provienen de hogares desestructurados y, según Jiménez, la educación es clave para frenar el ciclo de violencia. “La escuela es la salida”, sostiene.
El Barrio Unión enfrenta una situación alarmante que requiere una respuesta urgente tanto de la comunidad como de las autoridades. Mientras los vecinos continúan temerosos por la seguridad de sus hijos y hogares.