La reciente decisión del colegio San Basilio Magno de restringir el uso de celulares durante las clases ha abierto el debate sobre el papel de la tecnología en el ámbito educativo. La medida fue tomada luego de un incidente en el que se denunció una amenaza de bomba en el colegio Santa María, en el que se vio involucrado un estudiante del San Basilio Magno. En conversación con X, Américo Lautharte, director de estudios del colegio, aclaró que la prohibición no es algo nuevo, sino que ya estaba siendo evaluada desde antes.
“La medida no es nueva. En el acuerdo de convivencia escolar ya establecemos que los celulares deben ser utilizados exclusivamente para cuestiones pedagógicas”, explicó Lautharte. El director destacó que, desde la postpandemia, el uso de dispositivos móviles se limitó aún más en el aula, dado que los estudiantes mostraban cada vez más distracciones. “Lo veníamos trabajando, es un factor de distracción. Los estudiantes siempre tienen un nivel de resistencia, pero los padres han mostrado mucho apoyo a esta decisión”, indicó.
El plan establece que los alumnos entreguen sus teléfonos al preceptor al inicio de la jornada escolar y que estos sean devueltos al final del día. Solo si un docente necesita el celular para actividades pedagógicas específicas, el estudiante podrá utilizarlo bajo supervisión. “En el mundo de las tecnologías no podemos cerrarnos, pero debe usarse adecuadamente”, sostuvo Lautharte, enfatizando la importancia de equilibrar el acceso a la tecnología con la disciplina en el aula.
Por otro lado, Walter Daniel Altamitano, vice director de la Normal 10, compartió con X su opinión sobre el tema. A diferencia del San Basilio, en la Normal 10 los docentes tienen libertad para decidir si emplean o no el celular como herramienta pedagógica según el contenido de la clase. Sin embargo, Altamitano reconoció que, aunque el uso de los teléfonos puede ser provechoso, no están exentos de problemas. “Siempre hay inconvenientes con las redes sociales. En años anteriores, algunos estudiantes perdieron celulares y se les culpó a los docentes. Es un riesgo”, explicó.
Altamitano añadió que en su institución no se ha tomado ninguna medida drástica como la de San Basilio, y que las situaciones problemáticas se abordan llamando a los padres y notificando sobre cualquier inconveniente. “Tuvimos problemas de insultos o fotos que afectan a otros estudiantes. A veces involucra a personas ajenas a la escuela, lo que genera conflictos interminables”, dijo, haciendo referencia al impacto negativo de las redes sociales en los jóvenes.
Ambos directores coincidieron en que el uso de celulares y redes sociales puede generar consecuencias inesperadas, y aunque sus enfoques son diferentes, ambos están de acuerdo en que es necesario encontrar un balance adecuado. “Tratamos de juntar a las partes y mediar en situaciones que, aunque parecen sonseras, afectan muchísimo a los jóvenes”, concluyó Altamitano.