Posadas

La emotiva carta del Padre Barros para despedir a Cristina Vázquez

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El titular de Cáritas Posadas y cura párraco de la iglesia Sagrada Familia, Alberto Barros, escribió una conmovedora carta dirigida a Cristina Vázquez (38) quien fue hallada sin vida este miércoles. Había estado presa injustamente durante 11 años.

La emotiva carta del Padre Barros para despedir a Cristina Vázquez

QUERIDA CRISTINA, TE SIGO HABLANDO PORQUE TE FUISTE PERO SEGUÍS ESTANDO

No puedo dejar de decirte que me duele mucho tu partida pero sé que hoy estás abrazada por la ternura comprensiva y compasiva de Dios, abrazada por la Paz y el Amor como solo Él sabe dar. Ya tenés, y para siempre, esa paz que buscabas con tanta ansiedad. También sé que estás en medio nuestro y estarás siempre porque a mucha gente le dejaste la marca de tu confianza y la riqueza de tu corazón valioso y generoso.

Recuerdo cuando te conocí, junto a otras detenidas, hace unos 12 años, en la antigua alcaidía de mujeres y con qué insistencia me contabas sobre tu inocencia y tu encarcelamiento injusto. Recuerdo luego las visitas, durante tantos años, en el penal de mujeres (UP5).

A través tuyo fui conociendo a otras detenidas. A veces iba con gente de mi parroquia o de Cáritas. Nunca me dejaste ir sin pedirme antes la bendición. Sé de tu fe sincera, aún en el dolor y la injusticia. Solo Dios sabe todas las heridas que fueron marcando tu vida y que hoy las sanó eternamente.

Me permitiste ser testigo de tus angustias y esperanzas, de tus ilusiones y frustraciones, de tus risas y llantos.

En mi parroquia todos te conocen y te aprecian. ¿Te acordás cuando los trabajos manuales que hacías en el penal los vendíamos al final de las misas para ayudar a tu familia a comprar lo que necesitabas?. Y que feliz sorpresa cuando la Corte Suprema de la Nación exigió tu inmediata liberación y la de Cecilia en diciembre pasado, amonestando a la Justicia Provincial por haberlas condenado injustamente, fue un golpe muy duro el que les dieron acá. Pero hubo mucha gente que las ayudó a recuperar la libertad.

¿Te acordás cuando en enero, en la casa de tu familia, disfrutando ya de la cercanía de tus padres, de tu hermana y de tu sobrina, me pediste un trabajo porque estabas en libertad pero sin nada? Desde tu casa nos comunicamos con el gobernador y en menos de cinco minutos, Oscar nos dijo que lo tenías, que era un modo mínimo de reparar tanta injusticia y que podías trabajar en Cáritas Diocesana como le pedimos. Recuerdo tu alegría en ese momento.

¿Te acordás cuando lo fuimos a visitar a la casa de gobierno para agradecerle ? Siempre guardaste la foto de ese momento. Así empezaste a trabajar con nosotros. Durante estos siete meses fuimos descubriendo cada vez más tu capacidad de solidaridad y generosidad con los más pobres y sufrientes. Vos también sufrías, no te resultó nada fácil recomenzar la vida y remontarla desde muy abajo.

¿Te acordás las largas charlas que teníamos en Cáritas, tanto conmigo como con el resto de los chicos y chicas del equipo? Hoy sigo charlando con vos y lo seguiremos haciendo. Compartimos momentos de esperanzas, de miedo, de angustias, de alegrías y de enojos. Te dolían los prejuicios sociales y soñabas con un futuro mejor. Celebrábamos los pequeños logros que obtenías en tu esfuerzo por la reinserción. Pero también tus dificultades y complicaciones.

Siempre te dije, y te dijimos, que tenés un gran corazón, con enormes valores, muchas capacidades y una gran generosidad. Quiero agradecerte una vez más todo lo bueno que hiciste en este tiempo, tu ayuda a los más pobres, tu preocupación por otras chicas detenidas y tu esfuerzo en el trabajo. Muchas veces te dije que vos me enseñaste mucho y que nos enseñaste mucho. Por eso alguna vez, entre otras, diste una hermosa charla a los futuros sacerdotes en el seminario.

¿Te acordás con que respeto y atención escucharon tus experiencias? Nos enseñaste mucho y ahora que estás con Dios, no dudo que nos ayudarás y enseñarás más que nunca. Cuando ayer no viniste a Cáritas me preocupé, porque si faltabas siempre avisabas. Hablé con Cecilia, esa gran amiga en quien tanto confiás. No te había visto. Nos comunicamos varias veces.

Cuando no viniste hoy, la preocupación se agigantó. Seguimos hablando con Cecilia y coincidimos en que había que abrir la puerta de donde alquilabas. El resto no hay necesidad de contar. Estuvimos allí con tu hermana Alejandra, con Cecilia y los chicos de Cáritas, durante todo el procedimiento. Después fuimos a tu casa y tuve que darle la noticia a tus papás. Y estoy seguro, muy seguro desde la fe, que vos nos mirabas feliz desde el cielo abrazada al Amor de Dios, cuidada por Jesús y María. Me pareció escuchar que nos decías “Estoy muy Feliz, estoy en Paz, no se imaginan lo hermosa que es mi nueva casa”.

Cuando escribo esto estoy llorando, el dolor de tu partida nos pesa mucho, a tu familia, a tus amigas y amigos, al equipo de Cáritas, a mí. Pero las lágrimas conviven con la plena certeza de que puedo seguir escuchando tu risa, ahora eterna, en la fiesta del amor y la paz que tanto añorabas.

Solo Dios en su misterio sabrá lo que pasó en tu corazón. Ya no interesa. Solo sé que estás muy Feliz y en Paz para siempre. Con un profundo dolor, con un enorme agradecimiento y con la confianza de siempre, te doy un fuerte abrazo en nombre de quienes te queremos.

Podría escribir mucho más, muchísimo más, sobre todo lo bueno que nos dejaste. Estás con Dios y estás con nosotros.

No dudo que tenemos una amiga en el cielo que intercederá siempre ante el Señor por todos los hermanos y hermanas que seguimos caminando en este mundo. Te fuiste, pero siempre estás. Un abrazo.


P. Alberto Barros

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