Susana Rivero, una vecina del barrio, no oculta su frustración ante la falta de avances significativos. “Seguimos en lo mismo. La zona sigue oscura”, lamentó, refiriéndose a las persistentes deficiencias en el alumbrado público, un problema crucial que afecta la seguridad y el bienestar de todos los habitantes.
A pesar de algunos intentos aislados por parte de las autoridades locales para reparar algunos focos, Rivero señala que las soluciones han sido temporales y desorganizadas. “Arreglaron algunos focos y no volvieron más”, agregó, evidenciando la inconsistencia en las acciones de mantenimiento.
Los reclamos han sido constantes, incluso con la reciente conformación de una nueva comisión vecinal, pero Rivero asegura que las respuestas siguen siendo esquivas. “No hay respuestas”, afirmó con frustración, señalando la falta de compromiso y comunicación por parte de las autoridades pertinentes.
La situación de seguridad es otro tema álgido. Rivero denunció con preocupación el incremento de robos domiciliarios, agravado por la aparente ausencia de patrullajes policiales en la zona. “Hay robos, entran a las casas a robar y la policía no recorre”, lamentó, subrayando la sensación de vulnerabilidad que vive la comunidad.
Además del problema del alumbrado y la seguridad, las condiciones de las calles han alcanzado niveles críticos. Rivero describió las vías como “en terribles condiciones”, lo cual no solo dificulta la movilidad de los residentes, sino que también contribuye a un ambiente urbano desatendido y descuidado.
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