Desde la madrugada del domingo, los miembros de la comunidad se organizaron, convocando a otros indígenas de la región. Durante el día, realizaron rituales y diálogos interculturales, generando un ambiente de paz y respeto. La familia que había intrusado el terreno expresó su deseo de abandonar el lugar, lo que facilitó las negociaciones.
Finalmente, el desalojo se llevó a cabo bajo la supervisión de la Policía y fue gestionado de manera respetuosa, con música y danzas tradicionales que acompañaron la salida de la familia. Los líderes Mbya subrayaron que su éxito no solo reside en el resultado, sino en la forma pacífica en que reclamaron sus derechos.