Provinciales

De la Oberá de “Ticha” a la Oberá de “Tiny”

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Editorial de Walter Anestiades por el cumpleaños 89 de la ciudad.

De la Oberá de “Ticha” a la Oberá de “Tiny”

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Editorial por el aniversario 89 de la ciudad.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_media_grid element_width=”6″ grid_id=”vc_gid:1499553034511-89e80bd4-d552-9″ include=”115849,115850″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Apenas radicado en Oberá, hace más de doce años, me topé con una protesta social. Mucha gente secundaba a una señora en un pedido de justicia. La señora era Juana “Ticha” Bárbaro y el pedido de justicia era por el crimen perpetrado contra su hermana “Marylín”, un año antes. Me satisfizo ver que en la ciudad a la que acababa de subirme-literalmente-las personas luchaban por sus derechos. Después lo supe. Me equivoqué. Lo que hacía “Ticha” no era la regla. Era la excepción.

Este 9 de julio Oberá cumple 89 años de vida. Junto con la Patria. Como es habitual los festejos se parecerán a esa mujer que sufre mucho pero que el día de su cumpleaños se maquilla para estar lo más linda posible. Al otro día su realidad será la misma. Es el segundo gran problema de Oberá; su realidad siempre es la misma. Derivado de su primer gran problema: casi nadie mueve un dedo para intentar modificarla.

“Casi”, escribí. Hay llaneros solitarios, claro. Entre ellos un grupo de la juventud radical liderados por Mariana “Tiny” Jacquet. Junto a ella su hermano Joaquín, Mauricio Schieve, Leandro Boniuk, y otros. Hablan, se mueven, peticionan a las autoridades y luchan por el bienestar colectivo en una ciudad en la que sus mayores son mudos, se quedan quietos, a las autoridades no les hacen ni cosquillas y mientras su bienestar personal se mantenga firme, la batalla por el progreso de sus prójimos se la dejan cómodamente a Dios.

Es esperanzador ver y oír que muchachos y chicas de veinte años vayan a las radios, a la televisión, divulguen comunicados, caminen por los barrios e insistan en ser recibidos por el intendente, por los concejales, por los diputados, por los ministros y hasta por el gobernador. Lo hacen tratando de ayudar a gente ignorada por el estado. Con una sólida educación personal y en el marco de la ley. Y lo hacen en una ciudad-y en una provincia-en la que cualquiera sabe que los funcionarios renovadores tienen problemas con eso de escuchar al otro. Sobre todo si el “otro” no es “del palo”. Con un hermetismo frente al periodismo crítico que es toda una política de estado.

Es lo que hacía “Ticha”.

A la hermana de “Marilyn” nunca se le pasó por la cabeza reclamar justicia de otro modo que no sea en el marco de la ley. Y menos se le pasó por la cabeza abandonar la lucha. Aún viendo diezmados sus apoyos y agobiada hasta la muerte por su despareja lucha contra ese poder feudal que la mayoría de los misioneros ratifica en cada comicio.

“Ticha” partió de este plano de existencia sin siquiera tener la información de una fecha para el comienzo del juicio oral por el crimen impune de su hermana.
“Tiny” lucha rodeada de la misma indiferencia. Frente a un Poder que conoce bien a fondo lo laxo que es el pueblo que maneja. Pero los pibes radicales van y van. Y van.

Uno no conoció a los pioneros de Oberá pero se puede intuirlos. Venir de Europa, cruzar el océano para radicarse en un monte, con un clima diametralmente opuesto al de casa, sin saber el idioma y tener que arrancar de la nada…Seguro que aquellos primeros habitantes precisaron muchas cosas pero todo lo que hicieron nació de la garra, de las ganas de ser alguien, de forjarse un destino, de hacerle caso a San Agustín cuando le decía a Dios “Señor, vos ocupate de lo imposible, que de lo posible me ocupo yo”.

¿Qué pasó en el medio? ¿Cómo fue que sus nietos y bisnietos se quedaron quietos? No lo vamos a saber.
En Oberá el club más popular no es ni Boca ni River. Es el club del silencio. El mismo silencio de la Oberá de “Ticha”. El mismo silencio de la Oberá de “Tiny”. Ninguna se achicó. Solo que a una se le fue el tiempo y a la otra la queda mucho.

“Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”, escribió el poeta inglés John Donne hace cuatro siglos.

Que en este nuevo cumpleaños las campanas de Oberá doblen por “Ticha”. Por “Marilyn”. Por “Nina “ Somariva. Por Mario Golemba. Por los muertos que claman por justicia.

“Tiny” Jacquet, Adelina González, Ramón Escobar, Eduardo Jacquemín, “Pepe” Tarditti, Juana Alfaro, “Koki” Duarte, Zulma Quintana, Orlando Flosi, Norma Kononczuk, Erardo Schdmit, Juan Stupnicki, Juan Carlos Pacheco, Miguel Angel Morales, José Fabio, Clovis Kurtz, Walter Bravo, César Correa, Héctor Henrikson, Lisandro Morel, Roberto Bondar, Héctor Dalmau (padre e hijo), Mirtha Okseniuk, Daniel Alberto Galván, Silvia Jordán, Erik Barney, Oscar Flores, Damián Okuda, Fabián Zimermann, Nicolás Aguilar y muchos otros viven en Oberá y la viven de pie. Defendiendo su dignidad contra quién venga por ella. Son ciudadanos.
Y yo también…

Walter Anestiades[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_facebook type=”button_count”][/vc_column][/vc_row]

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