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Se busca tucán apuesto para sesión de fotos

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Las Cataratas, Saltos del Moconá y la Reserva de la Biosfera Yabotí, algunos de los mejores lugares para la observación de aves por la gran biodiversidad, destacó este domingo el diario La Nación.

Se busca tucán apuesto para sesión de fotos

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Las Cataratas, Saltos del Moconá y la Reserva de la Biosfera Yabotí, algunos de los mejores lugares para la observación de aves por la gran biodiversidad, destacó este domingo el diario La Nación.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”129939″ img_size=”full” alignment=”center” title=”Foto: Pierre Dumas en La Nación.”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Pasaron las cinco de la tarde. Es un claro y apacible día de invierno. La mayoría de los turistas ya se fue de las pasarelas del Parque Nacional Iguazú y sólo quedan algunos, cámaras en mano, instalando sus lentes más potentes. Se preparan para la “hora del tucán”.

Los guías avisaron más temprano, antes de volver con el grueso de los grupos y bajando la voz como si fuese un secreto: “Quédense cerca de estos árboles. Son endémicos del Iguazú Superior, se llaman cupay. Sus bayas son las que les gustan a los tucanes. Cuando haya menos gente, seguro que van a darse una vuelta para comer antes del anochecer”.

Unos puntos negros en el cielo, en medio de la bruma de las cataratas: ¿serán ellos? No, son vencejos de la cascada, esas extrañas y pequeñas aves que anidan detrás de los saltos y vuelan por encima de la Garganta del Diablo, jugando con su nube de vapor de agua.

Vienen otras aves. ¡ahora sí! ¿Son ellos? Tampoco; son jotes de cabeza negra, esos minicóndores que planean majestuosos. ¿Vendrán los tucanes? El sol está ya bien bajo detrás de los árboles. La luz que coloraba todo de rojo hace un rato empieza a tambalear y la costa brasileña ya está en la sombra. Por encima de los brazos del río, sobre las pasarelas, la temperatura se hace más fresca repentinamente. Pero el día no terminó y nadie quiere resignarse todavía. Todos esperando ver -por fin- algún tucán.

Esta escena se repite cada atardecer, antes de las seis (la hora del cierre) en el Parque Nacional Iguazú, el niño mimado del turismo nacional. Las Cataratas -una de las Siete Maravillas Naturales del Mundo- atraen, acaparan, concentran una vez más este invierno buena parte de los turistas que visitan o se mueven por la Argentina. Y entre ellos muchos birdwatchers, o dicho en criollo, avistadores de aves que salen a “pajarear”.

La presión humana sobre el parque es motivo de inquietud recurrente entre los conservacionistas. Regularmente se superan récords de afluencia, con más de 1,3 millones de visitantes el año. Este flujo no da señales de bajar. “Por suerte, sólo una ínfima porción del parque está habilitada para el turismo, el resto es un área intangible”, comenta Jessica Cañete, una de las guías oficiales. Sin embargo, las autoridades de la Administración de Parques Nacionales (APN) reforzaron las habituales campañas para el invierno: “Cuidado animal”, “Tu comida me mata” y “Monitoreo de grandes felinos”.

Otra de las medidas es el horario de apertura y cierre: no se puede permanecer en las pasarelas y los circuitos luego de las seis de la tarde. En invierno la noche cae alrededor de esa hora, justo cuando la selva se despierta. Y cuando aparecen por fin los tucanes, como unas divas que saben que su público los esperará hasta el último momento. Los birdwatchers tienen por fin su recompensa. Surgen de la nada y se posan sobre las ramas del cupay. Son tucanes grandes, los de pico rojo; los más conocidos y los más vistos.

Laura Dodyk, la especialista de Turismo y Conservación de la ONG Aves Argentinas, comenta que “es la especie que más comúnmente se puede ver porque es la que mejor se adapta, entre las cinco que viven en Misiones. Los demás son más difíciles de avistar: el de pico verde, el fajado, el banana y sobre todo el arasarí chico. Este último vive principalmente en la región de Andresito, donde quedaron palmitos en los bosques, de los que se alimentan”.

Parte del Parque Nacional fue explotado intensamente por su madera a principios del siglo XX. El bosque ahora está en recuperación, pero tardará mucho para volver a tener árboles tan grandes.

Figuras difíciles

Para entender por qué la provincia de Misiones sigue siendo un paraíso natural, a pesar de cultivos intensos de yerba mate, té, tabaco y otras hierbas, basta con mirarla con Google Earth. Forma una mancha de verde bien oscuro, bien selvático. Imposible no reconocerla: esta mancha tiene la forma exacta de la provincia. Es el remanente de la Mata Atlántica, una inmensa selva tropical que cubrió originalmente todo el este y el sur de Brasil hasta el Paraguay. Fue talada y diezmada en todas partes. Mientras que Misiones representaba una ínfima porción de su superficie original, hoy es el garante del 80% de lo que queda. En otras palabras, prácticamente todo lo que se salvó está en Misiones. Aves, flora, insectos y mamíferos incluidos.

Es el hábitat del tapir, del yaguareté y del ocelote, los más vistosos. “Pero también de unas 540 especies de aves, 300 de mariposas y 38 de murciélagos”, agrega Jessica, aunque reconoce que “en un ambiente cerrado como el bosque avistar un mamífero ya depende de la coincidencia y la probabilidad es muy baja, a diferencia de un paisaje abierto como la estepa de la Patagonia”.

Los que están a la vista son las mariposas, infinidad de insectos, los coatíes y los monos caí. Y las aves. Muchas aves. Para alegría de los birdwatchers. En el Parque Iguazú, para concentrar esfuerzos, tiempo y atención, Laura recomienda el Sendero Macuco. Es el más difícil de todos los circuitos, y a veces está cerrado. Pero con mucha probabilidad se podrán avistar un bailarín blanco o azul, un yeruvá y algún carpintero grande. Cuenta también que “para tucanes, hay que apostarse en el Circuito Superior al atardecer, donde se ven también vencejos de cascada encima de la Garganta del Diablo, golondrinas de ala blanca, una tersina y quizás, con mucha suerte, una yacutinga”.

Se trata de una pariente lejana del pavo, que está en grave peligro de extinción, pero quedan algunos ejemplares en el parque. Es una de las figuritas difíciles para quienes coleccionan fotografías de aves y se esmeran para agrandar su colección de especies capturadas por la lente de su cámara. Esta pasión se transforma a veces en obsesión, como lo comenta uno de los retratistas de tucanes, que esperó hasta el último momento: “No sólo cuenta la cantidad, sino la calidad de las fotos. Es un hobby muy apasionante y no se puede describir la emoción cuando se consigue una buena imagen de algún ave difícil”.

Las últimas águilas harpías

En la otra punta de la provincia, El Soberbio recibe apenas un visitante cuando llegan de a cientos en Puerto Iguazú. Pero año tras año, se hace conocer de a poco como la puerta de entrada a los Saltos del Moconá y la Reserva de la Biosfera Yabotí.

Se trata de un lejano rincón del país, escondido entre los meandros del río Uruguay. No tiene puente pero está íntimamente conectado con Brasil. Los vecinos hablan portuñol entre ellos y cuando pasan al castellano, su acento misionero se matiza con entonaciones y cadencias del brasileño. Las casas de maderas, los secadores de tabaco, los carros polacos tirados por bueyes son enclaves de la época de los colonos que se resisten a desaparecer.

Carola Lagomarsino abrió hace un par de años un ecolodge a una decena de kilómetros de El Soberbio. Comenta que “es notable cómo va aumentando el turismo de observación de aves. Son sobre todo extranjeros, pero empezamos a ver también nacionales. Como en el resto de Misiones, los principiantes se desviven por ver tucanes. Por suerte, justo al lado de la galería, tenemos un árbol que los atrae y es común verlos al principio del día”.

Su emprendimiento se llama como el pueblo vecino. Es uno de los tantos que abrieron recientemente en las orillas de la inmensa Reserva de la Biosfera Yabotí. Con más de 236 mil hectáreas, esta área protegida por convenios internacionales es la más extensa de Misiones. Engloba a su vez varios parques provinciales, como el Moconá, donde están los famosos saltos en medio del lecho del Uruguay.

Si bien los saltos son imprevisibles (cuando el caudal del río está alto no se ven), las aves lo son mucho más. La ruta 2 entre El Soberbio y el embarcadero donde empieza la excursión cuenta con varios paradores panorámicos y siempre hay algún ave en las cercanías. Laura Dodyk lo resume: “La región del Moconá-Yabotí no tiene más especies que otras zonas protegidas de la provincia. Pero camino a los saltos se puede ver una buena cantidad de especies representativas de la selva paranaense, como distintos tucanes, el yacú toro y el bailarín azul”.

Vale destacar que Yabotí es el último refugio en el país del águila harpía, un ave en peligro de extinción. Se han registrado dos individuos en Calilegua este año, pero su origen es dudoso y corre el rumor de que podrían ser individuos escapados de cautiverio. En Misiones se han observado harpías en Iguazú y en la reserva Urugua-í, pero el único nido se ha registrado al momento en la Yabotí.

El catálogo misionero

Los naturalistas de Aves Argentinas recomiendan las regiones de Andresito y de San Pedro. En el primero destacan el Parque Provincial Urugua-í, uno de los últimos lugares donde se pueden avistar yacutingas. Hay varios ecolodges en la selva y a orillas del río Iguazú que cuentan con senderos interpretativos para avistar aves: por ejemplo San Sebastián de la Selva (donde se ven aves “raras” como el gallito overo y el chululú pintado) y Yacutinga Lodge (con un poco de suerte se logra ver el tucán más discreto, el arasarí chico).

La región de San Pedro es la más alta de la provincia. Tiene un clima y algunos matices de vegetación propios, como bosques de una especie de araucaria y tacuarales que atraen aves específicas que se pueden ver en los Parques Provinciales Cruce Caballero y Araucaria: la urraca azul, el loro vinoso, el coludito de los pinos, la batará pecho negro, la mosqueta cara canela o el carpintero cara canela. También se puede contar con algunos ecolodges para hacer base y recorrer senderos vecinos. Yaguaroundí es uno de ellos. (DIARIO LA NACIÓN)

vb

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