PUERTO IGUAZÚ. La muerte de animales silvestres en rutas y caminos por conductores que no respetan los límites de velocidad en áreas naturales representa una seria amenaza para la fauna misionera, sobre todo para los grandes depredadores, como el yaguareté.
Por esa razón, la Fundación Vida Silvestre Argentina se encuentra realizando una campaña para concientizar sobre la velocidad máxima en áreas protegidas y contar cuáles son las consecuencias de atropellar fauna nativa.
Según un análisis realizado recientemente por Vida Silvestre, se estima que en Misiones más de 5.000 animales mueren al año por esta problemática en rutas que atraviesan áreas protegidas, entre los que se encuentran desde lagartos, aves y pequeños mamíferos, hasta animales de gran tamaño como yaguaretés, pumas o tapires.
Las rutas son un elemento importante en el desarrollo socioeconómico del país: contribuye a la economía local y regional, facilita el turismo, fomenta el comercio y mejora la calidad de vida de los habitantes. Pero, si no se hace un correcto uso de la infraestructura vial se generan impactos negativos en los ecosistemas naturales que los rodean, además de poner en riesgo la vida de personas.
La fragmentación del hábitat sucede cuando un ambiente natural es transformado de manera tal que queda dividido en fragmentos o “parches” aislados entre sí. Es una de las principales causas de pérdida de biodiversidad y puede conducir a algunas especies a la extinción.
Las rutas generan fragmentación de hábitat, y obligan a la fauna silvestre a atravesarlas en busca de agua, alimento, pareja, refugio o simplemente trasladarse de un fragmento a otro. Es por esa razón que hay ciertos tramos en las rutas de Misiones donde la velocidad máxima es de 60 kilómetros por hora. Estos tramos están en áreas protegidas que son esenciales para conservar la diversidad natural y cultural, y brindar bienes y servicios ambientales que son imprescindibles para la sociedad.
“El impacto del atropellamiento de fauna en las rutas es una de las principales amenazas que afecta la conservación del yaguareté, junto a la cacería, la pérdida de hábitat, conflicto con productores ganaderos y la falta de presas. Tomamos como ejemplo al felino más grande de América porque al ser considerado una especie “paraguas”, su conservación y la de su hábitat protegen indirectamente a otras especies de flora y fauna”, explicó Lucía Lazzari, coordinadora de paisajes terrestres de Fundación Vida Silvestre Argentina.
Frente a esta situación, Vida Silvestre Argentina instaló carteles sobre la Ruta Nacional N°12 – elegida por lo transitada que es, su visibilidad, y casos emblemáticos de atropellamientos – bajo el lema: “Atropellarlos es extinguirlos. Cuidemos nuestra fauna. Respetemos los límites de velocidad”.
La estimación se realizó extrapolando los registros de atropellamientos en determinados segmentos de la ruta a los 210 kilómetros que existen dentro de áreas protegidas. De todas se formas, podría estar subestimando los números reales, ya que no se tiene registro de algunos grupos como los anfibios.