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Gonzalo Heredia: “Yo creo que leer te hace mejor persona”

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De galán televisivo a escritor y “crítico” 2.0. La reinvención del actor Gonzalo Heredia que un día recomendó un libro de Albert Camus por Twitter y hoy es uno de los más influyentes divulgadores literarios de la Argentina.

Gonzalo Heredia: “Yo creo que leer te hace mejor persona”

[vc_row][vc_column][vc_column_text]De galán televisivo a escritor y “crítico” 2.0. La reinvención del actor Gonzalo Heredia que un día recomendó un libro de Albert Camus por Twitter y hoy es uno de los más influyentes divulgadores literarios de la Argentina.[/vc_column_text][vc_single_image image=”180137″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]“Los celulares nos gobiernan, es imposible quedarse afuera. Hoy las relaciones humanas están manejadas, paradójicamente, por la tecnología. Vivimos en una época en la que el teléfono celular es totalmente protagonista, nos guste o no, hagamos el esfuerzo que hagamos por apartarlo, el celu siempre está”.

Así piensa Gonzalo Heredia, uno de los siete actores de Perfectos desconocidos, la obra está inspirada en una interesantísima y exitosa película italiana y marca el debut de Guillermo Francella como director.

“El celular es el protagonista central”, explica el actor de 36 años, casado con Brenda Gandini, y padre de Eloy (6 años) y Alfonsina (10 meses). “La obra plantea cosas que van más allá de la infidelidad, que se pone de manifiesto en el escenario, porque el celular, su interior, radiografía a su dueño. Hay una gran frase en la obra que es muy verdadera: ‘el celular es nuestra caja negra’. Y es tal cual: guarda y esconde nuestros gustos, placeres, inquietudes, inclinaciones y pequeñeces que construyen a esa persona”, confía Heredia a Rumbos.

Gonzalo, ¿cómo es el Francella director, que pocos conocemos?

Yo no lo conocía personalmente y la verdad es que me pareció muy relajado, propone un clima de laburo distendido y no te pide nada raro. Me parece que fue inteligente en su debut como director al poner sus herramientas tan probadas como actor a disposición nuestra. Él es responsable de que la obra –que tuvo dos versiones en cine- tenga dinámica, timing y una música que Francella maneja a la perfección.

¿Cómo es tu relación con él?

Yo descubrí que, a partir de una serie de correcciones que me hacía, a la función siguiente, tenían un efecto demoledor en la gente. Me agarró, me llevó aparte y me tiró tres cosas puntuales… y pegaron. La tiene muy clara, tiene una visión macro.

¿Te sorprende el poder, la presencia actual del celular?

Sí, es tremendo. Pero más que sorprenderme, me inquieta saber que nunca uno termina de conocerse, y mucho menos a la otra persona, ya sea pareja, amigo o hermano. Por eso ya que me resigné a conocer ciento por ciento a la otra persona, es una misión imposible.

¿Está bueno no saberlo todo sobre tu pareja, por ejemplo?

Absolutamente. ¿Por qué compartirlo todo? ¿Por qué no tener algún secreto sano, inocente, para uno?

¿Sos de los que reniegan de la tecnología?

Es imposible a esta altura de la vida, que está tan inserta a la vida cotidiana. Yo pertenezco a una generación que fue pionera en los mensajes de texto, por lo que viví en primera persona todo este desarrollo descomunal. Ir en contra de esto es como esos viejos que renegaban de Los Beatles acusándolos de “loquitos drogadictos”.

¿Cómo administrás la tecnología en el ámbito familiar?

Es un desafío jodido, cuesta encontrar los límites, saber hasta dónde sí, y cuándo cortar. A veces buscamos que el chico no mire televisión, pero le damos el celular para que se hipnotice con los jueguitos. Es contradictorio.

¿Entonces?

Hay que ser parte del hoy. Y el hoy es el celular, la tele, la tablet, la play… y también la lectura, la conexión con uno, pensar, disfrutar la vida al aire libre. Yo no tengo una receta, ni la fórmula, sólo te puedo decir que soy un padre que muchas veces dice que “no”, pero también intento no contrarrestar los gustos o placeres de un chico de seis años. Entonces busco compartir, enseñar, sugerir y estar atento a lo que consume. Y después intento darle otras opciones a la tecnología, que sea un ser autónomo en relación al pensamiento, que no tengo todo digerido… Eloy ve que yo leo mucho, bueno, entonces dejo libros tipo señuelo, esperando ser atrapados.

Aparece el tema de la lectura y Gonzalo parece entusiasmarse, los ojos le brillan, infla el pecho. Sin duda es un tema que lo realza, lo despabila, mucho más que hablar de actuación. Desde hace un tiempo se ha erigido en un lector compulsivo que derivó en un “consejero” de autores por Twitter que lo convirtió en “influencer”, término que desaprueba radicalmente.

Sin embargo, sus sugerencias 2.0 le permitieron nuclear a casi medio millón de seguidores, muchos de los cuales esperan cada semana la precisa de su gurú literario. “Yo creo que leer te hace mejor persona, pero no me pongo en ningún lugar ni me gusta que me pongan en ningún lugar”.[/vc_column_text][vc_single_image image=”180145″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Leé también: Las 5 librerías más excéntricas y hermosas del mundo[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]¿Cómo surgió ese primer tuit que marcó el inicio de tu rol de “recomendador”?

Mi mujer [Brenda Gandini] me insistía en que tenía que tener Twitter y me abrió una cuenta. Pero estuve un tiempo sin usarla, no sabía qué poner, qué contar. Hasta que se me ocurrió compartir las lecturas que yo hacía y debuté con El extranjero, de Camus. Era la primera vez que leía a Camus y me parecía útil sugerirlo, porque a mí me estaba abriendo la cabeza. Hasta que me habitué a hacerlo y encontré el sentido productivo a las redes sociales. Al notar que tenía respuestas del otro lado, me seguí animando.

¿Qué te dio la literatura, suponés?

Más que darme, me permitió ver que el mundo era mucho más vasto que lo que me habían contado. Leer me hizo salir de muchos lugares, me brindó un pensamiento libre.

Y que había vida más allá de la actuación…

Nunca lo pensé así, pero ponele que para mí la actuación lo era casi todo, me ha dado mucho, pero ya no ambiciono nada más. No espero más de la actuación, en serio.

¿Estás satisfecho?

Estoy hecho. No quiero ser el mejor actor, ni ganar premios, ni sueño con tal o cual personaje, ni siento la necesidad de demostrar cuán bueno soy. La líbido ya no me pasa por ahí, la pasión pasa por otro lado.

¿Pensás que esa especie de “desinterés” mejoró al actor?

No es desinterés, es sacarle el protagonismo. Y al hacerlo creo que sí, desestrangulo al actor, que anda más liviano por el escenario, y yo lo siento más amigo, al punto que esa tranquilidad actoral fortaleció al escritor principiante, que se animó a sacar un libro, Construcción de una mentira, que habla de un actor en la búsqueda incansable de su verdadero yo.

Qué tema la búsqueda del yo……

Es un tema infinito: desde Miguel de Unamuno hasta el uruguayo Mario Levrero. Hay un arco inmenso; de hecho, ahora estoy leyendo El escritor y el otro, de Carlos Liscano, en el que el autor habla de las diversas personalidades que el escriba vuelca en su texto, un tema que me apasiona.

¿Quiénes fueron esos autores que foguearon al escritor que estás construyendo?

Uy, qué difícil…Los primeros que se me vienen a la mente, que yo los recomiendo en Twitter, son Juan José Saer, Foster Wallace, Philip Roth, Raymond Carver, John Cheever, Jack Kerouac, Charles Bukowski y William Burroughs, toda una oleada que me enriqueció el universo literario.

¿Consumís libros de editoriales independientes?

Un montón. La guita que me gasto es impresionante, todo un presupuesto, pero es un hobby que lo vale. En la mochila tengo tres o cuatro libros de autores argentinos de editoriales chiquititas como Paisanita, Mágicas naranjas… Me gusta explorar. Ahora descubrí una editorial cordobesa, Nudista, que me permitió encontrarme con un autor santafesino que se llama Francisco Bitar, quien me cautivó por lo bien que narra y por las ideas que me disparan sus textos.

¿Leés libros en la tablet o sería una afrenta imperdonable?

Como decía antes, no reniego de la tecnología. Sería un idiota si despreciara la posibilidad de llevar dos mil libros en la mochila… Es cierto que me gusta leer en papel, tocarlo, sentirlo, escribir al costado, subrayar… pero el e-book es una buena segunda opción.

Me olvidaba: acabás de estrenar una película No llores por mí, Inglaterra. Contanos de eso…

Sí, que la rodamos el año pasado con un elencazo (Mike Amigorena, Diego Capusotto, Laura Fidalgo), esta comedia de aventuras que se remonta a los tiempos de las Invasiones Inglesas y que describe un desafío futbolero entre ingleses y criollos. Yo encarno al empresario turbio que organiza ese partido que tendrá una rivalidad increíble.

¿Cómo ves a la Argentina en el Mundial?

No la veo bien… No sé, se me viene la imagen de Bielsa en Japón-Corea 2002, pegando la vuelta en primera ronda. No tengo expectativas, me imagino un fracaso, pero espero equivocarme y que Messi, a quien le deseo lo mejor porque es un jugador extraordinario, levante la ansiada Copa del Mundo. Mi mayor miedo es que la Argentina se tropiece con la impotencia de sus individualidades. Tengo ese pálpito.

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Rumbos / vm.

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