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Un paseo por la casa de Pashkov

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Su arquitectura está considerada una obra maestra del clasicismo ruso. El escritor Mijaíl Bulgákov habló de la mansión Pashkov en su libro El Maestro y Margarita. Te invitamos a conocer su historia.

Un paseo por la casa de Pashkov

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Su arquitectura está considerada una obra maestra del clasicismo ruso. El escritor Mijaíl Bulgákov habló de la mansión Pashkov en su libro El Maestro y Margarita. Te invitamos a conocer su historia.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”181039″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Por Violeta Bondarenco

“Durante la puesta de sol, en lo alto de la ciudad, en una terraza de piedra de uno de los edificios más bonitos de Moscú, estaban ellos dos: Woland y Azazello. Desde abajo no se los podía ver, pero ellos miraban casi toda la ciudad”. Así habló de la Casa de Pashkov el escritor ruso Mijaíl Bulgákov en 1930, en su obra cumbre El Maestro y Margarita, considerada un clásico del siglo XX.

Este libro fue escrito dos veces por su creador, quien lo quemó por completo ni bien finalizó su redacción. Cuando el fuego terminó de consumir aquellas páginas, Bulgákov volvió a escribir la novela de memoria, en una reconstrucción casi exacta del argumento original. Este talento es mencionado por la filóloga rusa Marietta Chudakova como una de las peculiaridades de la calidad artística del autor.

Pero la Casa de Pashkov estuvo signada por las llamas y las memorias mucho antes de ser narrada por la pluma de Bulgákov. En esta nota te vas a enterar por qué.

Ahora, con la mano en el corazón, imaginá que estás en la cosmopolita capital rusa. Caminás hasta el final de la calle Mojovoya y te encontrás con el lujoso palacio de piedra blanca, conocido en la ciudad como “El castillo mágico de la colina”, desde allí podés observar a la gente sin que nadie te vea, como lo hicieron los personajes de la novela.

La guía de turismo te va a contar que este palacete de cuatro pisos fue construido a finales del siglo XVIII para el teniente del regimiento de la guardia imperial Semionovskiy, Piotr Paskhov, hijo de un soldado del zar Pedro “El Grande”.

Su arquitectura está considerada una obra maestra del clasicismo ruso y su ubicación en la colina de Vagankovsky le permitió ser el primer edificio laico que mira al Kremlin desde arriba. El poeta Mikhail Venevitinov la llamó “el edificio más elegante de toda Rusia”.

El arquitecto de la Zarina

Los historiadores concluyeron que el autor del proyecto fue el arquitecto Vasily Bazhenov, aunque no ha sobrevivido ninguna evidencia escrita que lo confirme. A diferencia de otros palacetes moscovitas, la Casa de Pashkov permanece en la actualidad casi con su aspecto inicial porque su imagen exterior y sus habitaciones fueron remozadas apelando a la memoria de antiguas pinturas y fotografías históricas.

Bazhenov fue el constructor preferido de la emperatriz Catalina II “La Grande”, la mujer más poderosa que gobernó Rusia. Fue ella, la Zarina, la primera en impulsar un destino nuevo para esa enigmática nación, hasta convertirla en una gran potencia mundial.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”181040″ img_size=”full” alignment=”center” title=”Retrato de Catalina “La Grande“.”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Del fuego al neoclasicismo

Durante la invasión de Napoleón Bonaparte al imperio ruso en 1812, la Casa de Pashkov quedó gravemente dañada por el “Gran incendio de Moscú” y fue restaurada entre 1815 y 1818, cuando su diseño adquirió características del neoclasicismo.

Los historiadores indicaron que el autor de la reposición de la mansión fue el arquitecto con raíces italianas Osip Bove, el mismo que supervisó la reconstrucción de la ciudad luego del fuego que marcó el punto culminante de la intrusión napoleónica.

El nuevo destino de la casa estuvo sellado el mismo día que el general ruso Mijaíl Kutúzov ordenó la evacuación de Moscú. Así, cuando el enorme ejército francés entró a la metrópoli fantasma se sintió desconcertado porque 300 mil habitantes habían desaparecido sin dejar ningún rastro y tampoco alimentos.

De buenas a primeras, Napoleón se instaló en el Kremlin para descansar, pero tuvo que despertarse a las 4 de la madrugada porque la ciudad entera se iluminó en llamas. El plan que ideó el gobernador Rostopchin, ya estaba en marcha en complicidad con el jefe de la policía moscovita Voronenko.

Los historiadores opinan que ambos fueron los encargados de seleccionar los puntos claves de la ciudad para provocar un incendio que se extendería con voracidad porque la mayoría de las casas estaban construidas de madera.

El siguiente paso del gran plan fue reclutar a un grupo de presos y ofrecerles su libertad a cambio de detonar el fuego en los lugares estratégicos, que garantizaban una propagación sin control por los cuatro costados de la capital rusa.

Siempre de día

Debido al incendio, nunca oscurecía y la noche parecía día. Está escrito que la claridad era tal que hasta podía leerse un periódico sin usar lámpara. Las tropas perdieron la disciplina y desobedecieron a Bonaparte la orden de no realizar saqueos. Soldados y generales dieron rienda suelta a su ambición y comenzaron a robar todos los objetos de valor que hallaron en el camino.

En 72 horas más de la mitad de la ciudad estaba destruida. La Casa Pashkov y seis mil residencias quedaron arruinadas, al igual que cientos de almacenes, iglesias, escuelas y bibliotecas. El único lugar que se salvó de ser tocado por las llamas fue el Kremlin debido a un oportuno cambio de viento.

En ese escenario, el emperador Bonaparte se encontró con sus tropas sin comida ni abrigos para afrontar el helado invierno ruso que se aproximaba y ordenó una retirada en la cual sólo el 20% de su ejército quedó con vida.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”181041″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Nueva imagen

En 1861, comenzó una nueva etapa para la mansión Pashkov. Fue en ese momento cuando se convirtió en el hogar de la biblioteca del Museo Rumyantsev, que funcionaba desde 1931 en San Petersburgo.

Una crónica publicada en “Gazeta Rossiyskaya”, diario oficial del gobierno ruso en la actualidad, narró que el conde Nikolai Rumyantsev era el propietario de una colección única de libros, manuscritos y monedas, así como muestrarios de etnografías.

Fue conocido a menudo como el Colón de las antigüedades rusas, por su interés en comprar piezas recién descubiertas. También se lo recuerda como un gran estadista que fue ministro de Relaciones Exteriores durante la guerra contra Napoleón.

Este historiador y erudito cultural legó toda la colección atesorada “en beneficio de la Patria y de la iluminación virtuosa”, palabras que todavía decoran el frente de la Casa Pashkov en 2018.

De museo privado a biblioteca pública

Rumyantsev falleció en 1826 y fue entonces cuando la colección, de acuerdo con la voluntad del filántropo, fue recibida por las manos del Estado y su hermano aprovechó la ocasión para pedirle al zar Nicolás I el permiso de crear un museo que contenga todo el material.

El proyecto se hizo realidad. Así, el 23 de noviembre de 1831, abrió sus puertas al público el primer museo privado del país. ¿Dónde? En la mansión de la familia Rumiántsev, ubicada en el embarcadero Anglískaia en San Petersburgo.

¿Cuál fue la razón que motivó su mudanza a Pashkov? Ocurrió que su ciudad de origen ya tenía numerosas bibliotecas y colecciones que se actualizaban en forma constante, en cambio Moscú no contaba con ninguna institución de esa categoría y el gobierno decidió su traslado.

En 1924 esta colección privada fue la base para la Librería Estatal Soviética Lenin o Leninka, como se conocía popularmente, en homenaje al líder comunista que dirigió la revolución bolchevique y creó el régimen comunista soviético.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=”181042″ img_size=”full” alignment=”center”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]

Visitante ilustre

El famoso escritor Leon Tolstoi fue uno de los visitantes regulares de esta biblioteca. Hasta 1939, inclusive existió un estudio de Tolstoi, que albergaba los manuscritos del autor de “Ana Karenina”, que fueron donados al museo por su esposa, Sofía Tolstaya.

Entre 1925 y 1927 se realizó un nuevo acondicionamiento de la casa. Esta vez la obra fue dirigida por Alexey Shchusev, Ilya Mashkov, Ivan Rerberg y Yevgeny Shervinsky. El complejo incluía dos alas, una iglesia, un parque con plantas y una caballeriza. En los años treinta, la cerca fue demolida y el jardín fue cortado. En lugar del escudo de armas de Pashkov, que decoraba el edificio, aparecieron una hoz y un martillo.

El diseño interno debido a numerosas reparaciones ha tenido hasta hoy los cambios más radicales en comparación con el esquema original del palacete. Entre 1988 y 2007 la casa fue reformada en todas sus dependencias.

Actualmente el edificio pertenece a la Biblioteca Estatal Rusa, distribuida en tres departamentos que reúnen miles de manuscritos, libros históricos, cartografías, como así también partituras musicales.

Tiene una gran sala principal que funciona como un centro cultural donde se realizan con regularidad exposiciones de arte, conferencias internacionales, vernissages, presentaciones de libros y ceremonias de entrega de premios. Se presenta como un espacio en beneficio del conocimiento y forma parte de las excursiones habituales de los viajeros que visitan Moscú. Un lugar que no podés dejar de conocer si vas al Mundial.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_facebook type=”button_count”][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]

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