Fiebre del oro en la basura: las computadoras esconden metal precioso en sus componentes
Incipiente negocio: cada dólar invertido en este proceso podría generar hasta 50 dólares en oro, y reducir el impacto ambiental.
Al no ser descartados los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEEs) en la calle ni recibidos por los camiones recolectores domiciliarios, unas placas base que albergan pequeñas cantidades de oro 24K no figuran en el radar del cirujeo.
El por ahora ignoto botín está camuflado, en muy pequeñas cantidades, en computadoras, celulares, electrodomésticos, reproductores de MP3, memorias USB, faxes e impresoras en desuso que colman los containers situados en Puntos Verdes Móviles, Puntos Verdes fijos, Centros de recolección de RAEE o son pasados a recoger por empresas que se dedican al reciclado y a la reutilización.
Aún poco se sabe que con solo 20 placas base de ordenadores antiguos que están dentro de los contenedores se puede obtener una pepita de oro valorada en hasta 34.000 dólares.
Además de demostrar el gran potencial de este proceso a nivel ambiental y económico, el hallazgo seguramente atraerá a deshuazadores de residuos domiciliarios y los reducidores donde los entregan.
Residuos electrónicos
Entre cientos de componentes que forman uno de los artefactos más utilizados cotidianamente se puede encontrar este metal precioso de 22 quilates, elegido por la industria electrónica por su alta conductividad y durabilidad.
Es difícil de extraer, pero los investigadores de la Universidad ETH Zurich (Suiza) encontraron en las fábricas de quesos un subproducto utilizado para hacer esponjas de fibrillas proteicas y lo aplican en un proceso de desnaturalización que transforma esas proteínas en nanofibrillas.
Tienen la capacidad de capturar selectivamente los iones de oro sin interferir con otros metales, como el cobre o el hierro, y luego se convierten en artículos porosos.
Conversión en iones
El compuesto sirve para detectar y sacar el oro de las placas bases de los ordenadores, que son tratados bajo condiciones ácidas y a altas temperaturas y, al disolverse, se convierten en iones.
Y las esponjas de fibrillas proteicas se sumergen en esta solución, lo que atrae y atrapa como si fuera un imán los iones de oro.
Finalmente, se calienta la esponja para que los iones de oro atrapados se reduzcan y se conviertan en escamas de oro puro, que se funden hasta ser transformadas en una pepita, con una pureza de hasta el 91%.
Los metales preciosos sirven de insumo no sólo a joyerías, como el rodio, subproducto de la minería del platino que cuesta 10 veces más que el oro, sino a la industria automotriz, que lo demanda por ser un componente esencial de catalizadores con los que se reducen emisiones contaminantes.
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