Opinión

Enzo Fernández y el avance de la cultura de la cancelación: una crítica al wokismo

cargando anuncio

Por Sebastián Videla

Compartir
Compartir articulo
Enzo Fernández y el avance de la cultura de la cancelación: una crítica al wokismo
Foto vía NA

El caso de Enzo Fernández marca un nuevo episodio de los muchos en donde el “wokismo”, este movimiento progresista heterogéneo en contra de la incorrección y a favor de la “justicia social”, y la hipocresía hacen acto de presencia. Fútbol, universidades, medios de comunicación, donde mires hay corrección woke buscando marcar la agenda y corregir a todo aquel o aquellos que no se aferren a la misma. El movimiento woke, junto a la cultura de la cancelación, abre la caja de Pandora de lo políticamente correcto o lo que consideran justo, y bajo esa premisa buscan imponerse y arrasar con todo lo que se interponga en su camino.

No solo le ha pasado a Enzo Fernández en el fútbol; también encontramos casos en torno a la educación, como en el Evergreen State College, universidad de los Estados Unidos donde los profesores se presentan no por su nombre o su historia de vida, sino por su color de piel, su condición sexual y si pertenecen o no a un grupo de “privilegio”, los cuales detallaré más adelante.

Y si entramos al campo universitario estadounidense, una gran ola de estudiantes de izquierda, en su afán de marcar la agenda woke antisionista, sale de forma masiva a marchar por el estado islamista de Palestina, haciendo omisión a los derechos que enfrentan las mujeres de ese país día tras día, como si no pasara, no existiera, lo obvian.

Si volvemos al campo del deporte, encontramos ejemplos como el sucedido al jugador de Boca Edinson Cavani, quien publicó en 2020 un mensaje de agradecimiento en donde llamaba a su amigo “negrito”, apodo con el que se manejaba en su grupo íntimo. Solo por la utilización de esa palabra, Cavani sufrió una cruzada woke en redes sociales que culminó con una suspensión y una multa por parte de su club de aquel entonces, el Manchester United.

Ejemplos como el de Cavani o el de Enzo demuestran la hipocresía en el fútbol, que condena los dichos ya sea en chiste o mero folclore, pero hace oídos sordos a que un mundial de naciones se juegue en un país extremadamente antiderechos de las mujeres como lo es Qatar.

Pero la filosofía de la cancelación puede llegar a extremos más severos, como en 2018, cuando se cobró la vida de Agustín Muñoz en Bariloche, un joven que padecía de depresión y tras una falsa denuncia de abuso sexual, se quitó la vida ante la presión social. El movimiento woke se caracteriza por crear enemigos ficticios que tienen las mismas características físicas, ideológicas y sexuales: blanco, judío, varón, heterosexual. Si por alguna razón tildas alguno de los puntos previamente mencionados, no solo formas parte ahora de un grupo “privilegiado”, sino que también, me temo decirte, que tienes los boletos comprados para ser perseguido por los intelectuales fervientes del wokismo, y tus palabras estarán condicionadas a ser eje de todo debate. Como lo plantea Robin DiAngelo, una de las grandes intelectuales de este movimiento propio para zafios, existe para este movimiento el “nuevo antirracismo crítico”: la concepción de que el racismo es inherente a las interacciones individuales, sino que va más allá de ello y gira en torno a la “desigualdad” entre hombres de color y los blancos. En otras palabras, para la pseudo intelectual, si eres blanco, eres racista por default.

El avance de la ideología woke cada vez se hace más presente, y en nuestro país llevó a instalar un ministerio que se encargaba, con el mayor presupuesto de todo el poder público, de crear y establecer bancos de colores, literalmente, para combatir los femicidios, mientras se miraba para otro lado cuando en pandemia se permitía a violadores, asesinos y pedófilos volver a las calles por la excusa del COVID-19.

Lo de Enzo Fernández no deja más que denotar cómo se mueven estos grupos tendientes al fariseísmo moral, denotan la bajeza con la que se manejan y buscan censurar lo más preciado que nos otorga la libertad, como lo es el humor. La sátira no condena, los déspotas, en cambio, sí.

Comentarios