“Hace muchos años estoy acá, desde el ‘86, con todos los gobiernos”, comenta Correa, quien ha dedicado su vida a ayudar a la comunidad. “La demanda es mucha; nosotros tenemos una cierta cantidad de alimentos, nos otorgan 220 raciones y estiramos para sostener la situación”, añade, reflejando la dificultad de administrar recursos limitados ante un público cada vez mayor.
El comedor, que solía ofrecer una amplia gama de alimentos, ha visto reducida la variedad de sus raciones. “Nos sacaron cosas. Antes servíamos ensaladas y frutas todos los días. Ahora, la carne nos la rebajaron y nos dan más pollo”, explica Correa. “Servimos cereales y yogur, que teníamos, y ahora solo podemos ofrecer guiso y polenta”.
La situación es crítica, y la llegada de nuevos asistentes se ha convertido en una constante. “Todos los días tenemos nuevos asistentes”, afirma, evidenciando la urgencia de encontrar soluciones para poder continuar brindando apoyo a quienes más lo necesitan.
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