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Manu Ginóbili, ahora sí es leyenda

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Emanuel David Ginóbili, “Manu” para todo el mundo, se transformó anoche, por imperio de su talento, del reconocimiento de un lugar alejado de su Bahía Blanca natal como la ciudad estadounidense de San Antonio y por esa fantástica galaxia del básquetbol que es la NBA, en una leyenda viviente de este deporte que convirtió su ya histórica camiseta blanca y negra número 20 de los Spurs en un símbolo bien argentino.

Manu Ginóbili, ahora sí es leyenda

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Emanuel David Ginóbili, “Manu” para todo el mundo, se transformó anoche, por imperio de su talento, del reconocimiento de un lugar alejado de su Bahía Blanca natal como la ciudad estadounidense de San Antonio y por esa fantástica galaxia del básquetbol que es la NBA, en una leyenda viviente de este deporte que convirtió su ya histórica camiseta blanca y negra número 20 de los Spurs en un símbolo bien argentino. [/vc_column_text][vc_single_image image=”232053″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]Es que en ese por muchos años inaccesible imperio de la NBA fue abordado por Ginóbili para generar orgullo en sus compatriotas, al ser reconocido esta noche por San Antonio en particular y el básquetbol estadounidense en general, como uno de los mejores de su de por sí riquísima e incomparable historia, al punto de retirar para siempre, como una auténtica pieza de museo, esa camiseta que quedó colgada en el techo del AT&T Center.

El homenaje fue un acto que tuvo como excusa el partido que los Spurs jugaron contra los Cleveland Cavaliers, pero que se vistió de “celeste y blanco” desde antes y hasta después de esos 48 minutos que tuvieron un encuentro en que los de San Antonio extrañaron mucho a “Manu”, tanto como sus aficionados, luego de la apretada victoria por 116 a 110.

Antes, la bandera argentina enhiesta junto a la de los Estados Unidos y el Himno nacional entonado por la joven tigrense Michelle Leclercq.

En el entretiempo una mesa redonda donde hablaron ante el público y bajo la conducción del periodista Adrián Paenza los integrantes de la Generación Dorada, Juan Ignacio Sánchez, Fabricio Oberto, Luis Scola, Gabriel Fernández, Pablo Prigioni, Alejandro Montecchia y Andrés Nocioni. En ese intervalo también llegó un mensaje del presidente, Mauricio Macri, que le agradeció y lo señaló como “un embajador de lujo”.

Y después sí, la bandera en forma de camiseta izada hasta lo más alto del AT&T Center, donde flameará hasta que sea jirones pero nunca olvido.

El conductor elegido para ese acto fue Sean Elliott, una de las grandes figuras del primero de los cinco anillos ganados por San Antonio, en la temporada 1998/1999.

Elliott es uno de los ocho jugadores de los Spurs que ha tenido el honor de que su camiseta también fuera retirada: la 32. Ahora, con la de “Manu”, son nueve las que surcan el firmamento de las “espuelas” de San Antonio. La anterior en recibir semejante honor fue la de Tim Duncan, apenas con un número más que la de Ginóbili, la 21.

Elliott definió a Ginóbili con una palabra, “determinación”, y por su representatividad para con el pueblo argentino lo vinculó con Lionel Messi. El francés Tony Parker lo caracterízó con un solo adjetivo: “único”, y dijo que junto a Tim Duncan formaron el “gran trío” que le permitió a los Spurs conseguir cuatro anillos. Y corroboró que ya es “leyenda”.

Su amigo del básquetbol que lo llevó a amigo de la vida, el cordobés Fabricio Oberto, emocionado, le agradeció que lo haya hecho “mejor persona”, y Gregg Popovich, entrenador de los Spurs desde 1996 y por ende el conductor de los cinco campeonatos ganados por la franquicia texana, lo destacó como un “ganador”, y reveló que a partir de su llegada a los Spurs él se dedicó a “disfrutar de su juego” viéndolo “tranquilo” desde el banco.
“Manu, te amo”, cerró su alocución Popovich, quien tuvo tiempo también para elogiar al seleccionado argentino de la Generación Dorada, al que refirió como “uno de los mejores equipos de básquetbol” que vio en su vida.

Y el epílogo fue para Duncan, con el que se abrazó lo mismo que con Popovich, después de que el natural de las Islas Vírgenes le confesara que fue “un honor” haber compartido largos años de su carrera con él, y antes de que se emitiera un video similar al que suele hacerse en cualquier “cumpleaños de 15”, repasando toda la trayectoria del escolta bahiense en la NBA, con un “gracias San Antonio” -en español- que emocionó a todos.

Y a tal punto conmovió Ginóbili con su posterior último discurso ante los argentinos que coreaban el típico “olé, olé, olé, Manuuu, Manuuu”, que los pañuelos de papel dispuestos por la organización se consumieron por completo para enjugar las lágrimas compartidas con los hinchas estadounidenses de los Spurs, a los que les retribuyó tanto cariño en perfecto inglés, calificando a la ciudad, la franquicia y su gente como su “nueva familia”.

Ginóbili estuvo acompañado por un grupo de familiares y amigos: su padre Jorge y Raquel Maccari; sus hermanos Leandro y Sebastián; su esposa, Marianela Oroño; sus hijos, Luca y los gemelos Dante y Nicola, y su suegro, el ex jugador Luis Oroño.

A los 41 años, desde sus comienzos en la Liga Nacional en 1995 jugando por Andino de La Rioja, pasando por la consagración como el mejor jugador de la Euroliga en la final ganada con el Kinder Bolonia italiano en 2001, hasta su llegada a la NBA en 2002, todo fue magia en la vida de Ginóbili, del “Manu” jugador, que se fue para siempre del básquetbol pero quedará por siempre como una leyenda sin tiempo, pura historia.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]

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