[vc_row][vc_column][vc_column_text]River Plate y Boca Juniors jugarán esta tarde el Superclásico de todos los tiempos, un partido excepcional y sin antecedentes en la historia, pues a la tradicional rivalidad que por defecto lo magnifica se le suma la puja directa por la Copa Libertadores, un factor que garantiza para siempre su perdurabilidad en la memoria del fútbol sudamericano.[/vc_column_text][vc_single_image image=”211370″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]En 110 años de enfrentamientos nunca hubo un cruce de semejante relevancia como el que sostendrán en el estadio Monumental desde las 17, con arbitraje del uruguayo Andrés Cunha y transmisión de Fox Sports.
Es que esta superfinal cinematográfica, que muchos imaginaron tras sortearse los cruces de octavos de la Copa, en junio pasado, se convirtió en una excitante realidad el 31 de octubre cuando Boca eliminó en semifinales a Palmeiras en Brasil, un día después de que River hiciera lo propio en Porto Alegre ante Gremio, defensor del título.
Desde ese día, el país se transformó en una tribuna exasperada por los efectos de un resultado que inexorablemente tendrá un fuerte impacto anímico en más de la mitad de la población argentina, incluso en el propio presidente Mauricio Macri, fanático de Boca.
El partido en Núñez será la revancha de la primera final que empataron 2 a 2 en La Bombonera el domingo 11 del actual, el día después de una fuerte tormenta en Buenos Aires que postergó 24 horas más la ansiedad de los hinchas.
Si hoy terminan empatados al cabo de los 90 minutos, se jugarán 30 de prórroga en dos tiempos de 15 y, de persistir la igualdad, el nuevo campeón sudamericano se determinará con tiros desde el punto penal.
Cuando el uruguayo Cunha pite el inicio del juego, el país tendrá una atmósfera similar a la de un partido de Mundial del seleccionado argentino y concentrará también la atención del mundo, ya que será transmitido en vivo en más de 30 países.
El propio presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, no ha querido perderse la cita y estará en Buenos Aires sólo por un día y medio para presenciar el Superclásico, algo que el semanario británico The Observer recomendó como uno de los 50 espectáculos deportivos que no hay que perderse antes de morir.
El ganador de la Libertadores 2018 se clasificará para el Mundial de Clubes de Emiratos Árabes, que se disputará entre el 12 y 22 de diciembre en las ciudades de Al Ain y Abu Dhabi.[/vc_column_text][vc_single_image image=”211369″ img_size=”full” alignment=”center”][vc_column_text]River persigue la ilusión de sumar su cuarta Copa Libertadores y la segunda del ciclo de Marcelo Gallardo, el técnico más prolífico de la historia del club en el ámbito internacional con cinco títulos.
El “Millonario” fue campeón sudamericano en 1986 con el “Bambino” Héctor Veira, en 1996 bajo la dirección técnica de Ramón Díaz y en 2015 con el “Muñeco”.
Boca tiene como obsesión alcanzar la “Séptima” e igualar a Independiente como el club más ganador en la historia del máximo torneo continental.
Sus anteriores conquistas fueron en 1977 y 1978 con el “Toto” Juan Carlos Lorenzo; 2000, 2001 y 2003 al mando de Carlos Bianchi y 2007 de la mano de Miguel Ángel Russo.
Los equipos que dispondrán tanto Gallardo como Guillermo Barros Schelotto son un verdadero misterio, ya que poco han dejando ver de sus entrenamientos durante la preparación de la infartante serie final.
Sabido es que ambos llegaron con bajas sensibles en sus delanteras. River no contará con el colombiano Rafael Santos Borré -suspendido- ni con Ignacio Scocco, que no se recuperó de una lesión en el gemelo derecho sufrida hace tres semanas; mientras que Boca tendrá la ausencia de Cristian Pavón, desgarrado en la primera final.
Gallardo, que sí recuperará al capitán del equipo, Leonardo Ponzio, evalúa la posibilidad de sumar un quinto mediocampista a la formación inicial (el colombiano Juan Fernando Quintero o Ignacio Fernández) o darle la titularidad al uruguayo Rodrigo Mora, un histórico de su ciclo con poca continuidad en la actual campaña.
En Boca, Guillermo también tiene puestos por definir. Para el arco, bien defendido por Agustín Rossi en la final de ida, ya puede contar con Esteban Andrada, repuesto de la fractura de mandíbula que sufrió ante Cruzeiro de Brasil en cuartos de final.
En el ataque, frente a la ausencia de Pavón, se abren las chances para Carlos Tevez, un especialista en partidos de alto voltaje, aunque no hay que descartar a Mauro Zárate, que también puede cumplir con la función de jugar detrás del centrodelantero (Ramón Ábila).
Todo hace indicar que Darío Benedetto, goleador en ambas semifinales con Palmeiras y también en la primera final con River, continuará en el banco de suplentes como el “jugador número 12″.
Boca tiene una supremacía histórica ante su máximo adversario, pero River cuenta con la ventaja de haberlo vencido en los últimos tres enfrentamientos de eliminación directa: la Copa Sudamericana 2014, la Copa Libertadores 2015 (serie que se resolvió en los estrados de la Conmebol tras el episodio del gas pimienta) y la Supercopa Argentina, en marzo de este año.[/vc_column_text][vc_facebook type=”button_count”][vc_tweetmeme][/vc_column][/vc_row]