Cine

Luis Buñuel: cinco obras del cineasta español para repensar el encierro

cargando anuncio

Se cumplen 37 años exactos de la muerte de Luis Buñuel, el cineasta español que retrató vigilia y sueños, surrealismo y crítica social en más de treinta películas, entre ellas algunos hitos de la historia del cine.

Luis Buñuel: cinco obras del cineasta español para repensar el encierro

Personajes desgarrados, atormentados, pervertidos, movilizados por deseos frustrados, bien y malintencionados, sirvieron al director para ilustrar escenas de brutal honestidad durante medio siglo.

Contestatario y contradictorio, el aragonés encendió la mecha bajo las nociones burguesas del buen gusto y la corrección política, la complacencia de las clases medias y la hipocresía que veía en el catolicismo. “Soy ateo, gracias a dios”, decía.

El carácter salvaje de sus películas se ve atenuado por un humor irónico, astutas provocaciones y altas dosis de un elemento, a su entender, del que ningún arte debería prescindir: el misterio.

“La realidad, sin imaginación, es la mitad de realidad”, dijo en sus memorias -reunidas en el libro Mi último suspiro-, quien fue el primer español en alcanzar un Oscar, galardón que no recogió.

Autor de piezas emblemáticas como Un perro andalúz (1929), La edad de oro (1939), Los olvidados (1950), Nazarín (1959), Viridiana (1961), Tristana (1970) o la oscarizada El discreto encanto de la burguesía (1972), el realizador sostenía que en la narrativa audiovisual la belleza no reposa en los objetos “sino en la forma de observarlos”.

Su nombre convivió con el de Salvador Dalí en el surrealismo, llegó a nutrirse de las letras de Rafael Alberti y Federico García Lorca en su juventud en la Residencia de Estudiantes de Madrid y alcanzó en la madurez la admiración de realizadores como Alfred Hitchcock, Orson Welles o John Ford.

Buñuel descubrió en el cine un mecanismo capaz de emular la lógica del sueño, que reivindicaba como parte esencial de la existencia. Con automatismo, rompió con la narrativa cinematográfica tradicional no para agradar al espectador, sino para interpelarlo, con una original capacidad compositiva de tiempos y espacios.

“La ciencia no me interesa. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas que me son preciosas”, afirmaba.

En los actuales tiempos de confinamiento, donde se ven alteradas rutinas y sueños, una selección de obras del director invita a repensar las múltiples formas y condiciones del aislamiento y el encierro. A través de parte de sus historias, Buñuel sumerge al espectador en personajes y mundos atrapados en sí mismos.

Las Hurdes: de la foto antropológica y el disparo a una cabra al cómic y la animación

La demoledora irrupción del realizador aragonés en el cine llega con los estrenos en Francia de Un perro andaluz (1929) y La edad de oro (1930), obras que rompen con el discurso cinematográfico establecido y beben del surrealismo de la vanguardia encabezada por André Bretón, grupo que el español frecuenta junto a Dalí en el rico París de los años 20.

Tras ello, el director rueda en 1933 Las Hurdes, tierra sin pan, un estudio alucinatorio de base antropológica sobre los paisajes escarpados y las personas afectadas por la pobreza en esta región montañosa de España. En muchas de las aldeas no se conocía el pan y sus vecinos pasaban en ocasiones días enteros sin comer más que alguna hierba.

El aislamiento geográfico, las desigualdades y el círculo de precariedad del que no pueden abstraerse estos habitantes muestran el giro de Buñuel hacia un cine más crítico, sin perder los elementos oníricos.

“Una película siempre debe comunicar indirectamente la idea de que vivimos en un mundo brutal, hipócrita e injusto; debe producir tal impresión en el espectador que éste, al salir del cine, diga que no vivimos en el mejor de los mundos”, pensaba.

El realizador ejecutó este filme de 27 minutos gracias a un premio de lotería con el que resultó agraciado su amigo Ramón Acín.

El cineasta basa la película -reconocida en el Fesival de Cine de Mannheim de 1964- en un estudio antropológico realizado por el francés Maurice Legendre e inspirado por documentales como Nanuk, el esquimal (1922). Sin embargo, el retrato de Buñuel es acotado y, como él mismo reconoce luego, rescata las peores condiciones de esta realidad.

Llegó incluso a forzar algunas de las escenas, como el despeñamiento de una cabra a la que él mismo dispara con un arma para que caiga por las montañas y poder filmarla, o tomas recreadas del funeral de un bebé muerto. “Era muy distinto decir: ‘A veces se cae una cabra’ a mostrar el hecho como sucede realmente'”, comentaría posteriormente.

La película fue repudiada en España, pero más tarde apreciada por su valor documental. El ilustrador extremeño Fermín Solís llevó esta historia a una novela gráfica publicada en 2008 bajo el título Buñuel en el laberinto de las tortugas, cómic adaptado al cine una década después en una película del mismo nombre dirigida por Salvador Simó y ganadora este año del Goya al mejor filme de animación.

México y Los olvidados , filmación reconocida por la Unesco

Exiliado durante el franquismo, Buñuel realizó veinte de sus 32 películas en México y solo escasas producciones en España -su etapa tardía despuntaría luego en Francia-. En su país, gran parte de sus historias tuvieron la censura como respuesta, a pesar del éxito y aclamación que cosechaban en otras latitudes.

En 1950, el director estrenó un documental desgarrador, Los olvidados, historia de estilo neorrealista de niños delincuentes en las calles de la Ciudad de México en la que Buñuel todavía encuentra oportunidad para misteriosas secuencias de sueños en el relato.

La incapacidad de los protagonistas de trascender el encierro enmarcado dentro de la marginalidad en la que se mueven se traduce en escenas dramáticas y mecanismos de supervivencia dentro del submundo al que parecen estar condenados.

La convivencia con animales -la entomología fue una de las grandes pasiones del director-, el doble encierro que atraviesa uno de los jóvenes protagonistas en su ingreso a un correccional o las peripecias de un ciego en una realidad invisibilizada son algunos de los condimentos del relato. La película fue premiada en Cannes y catalogada por la Unesco como “Memoria del Mundo”.

Viridiana , el film prohibido en España que obtuvo la Palma de Oro en Francia

Considerada blasfema y prohibida en España durante años, a la vez que galardonada con la Palma de Oro en el Festival de Cannes, Viridiana (1961) se centra en los desastrosos intentos de una monja novicia -interpretada por Silvia Pinal- de dirigir un hogar para mendigos tras la muerte de su pervertido tío (Fernando Rey, actor destacado en la filmografía del director).

El abandono de los hábitos por parte de la protagonista -con su paso del convento a una mansión burguesa- deseos truncados, un suicidio, perversidad y fetichismo son algunos de los ingredientes de una pieza en la que los personajes en ocasiones parecen exorcizarse de sí mismos. La secuencia de La Última Cena, en la que una fiesta que adquiere tintes de orgía se congela momentáneamente para parecerse a la pintura de Leonardo Da Vinci, invita a revisar los condicionantes morales que limitan a los protagonistas en el marco de sus propios condicionantes.

Bella de día y la liberación de las fantasías sexuales

Estrenada en 1967 y protagonizada por Catherine Deneuve, Bella de día es una de las más destacadas producciones realizadas por Buñuel junto al guionista Jean-Claude Carrière en su etapa francesa.

Interpretando a una parisina adinerada, Séverine, personaje central de la historia, escapa de su rol social como mujer casada para entregarse a fantasías sexuales secretas que la llevan al trabajo diurno como prostituta.

Galardonada con el León de Oro en Venecia, la película presenta una serie de pistas engañosas que complican dilucidar si lo percibido es realidad o ensueño. A estas alturas de su carrera, Buñuel comprendía la facilidad con la que el público se adaptaba a las rarezas del surrealismo.

El discreto encanto de la burguesía y el Oscar que no recogió

Los corsets elegidos por los protagonistas para la vida en sociedad también se ven reflejados en la posterior colaboración entre Buñuel y Carrière en El discreto encanto de la burguesía (1972), que para diversión de Buñuel -que afirmaba aborrecer los premios de la Academia- le valió el Oscar a la mejor película extranjera.

El relato se centra en un grupo de amigos de la alta sociedad cuyos esfuerzos por cenar juntos se ven continuamente frustrados por extrañas interrupciones. Situaciones estrafalarias y un estilo de vida ostentoso y obsoleto proporcionan una estampa de esferas que también podrían concebirse como una suerte de engañoso laberinto para los protagonistas, a través de una narración que atraviesa tiempos y espacios.

Extra: Un perro andaluz, la dupla creativa con Dalí

Un perro andaluz, manifiesto visual del surrealismo, encabeza la lista de los cortometrajes más famosos de la historia del cine. Con la imagen de un barbero, protagonizado por el propio Buñuel, rebanando con su navaja el globo ocular de una mujer (lo filmó cortando el ojo de una vaca) en la impactante apertura de esta producción de 21 minutos, invita a renovar miradas.

En una atmósfera de ensueño y mediante una correlación de imágenes concatenadas, parte del relato se desarrolla en el marco de una habitación.
El creador aragonés escribió el guion junto a Salvador Dalí, con quien también compartiría la autoría del texto de La edad de oro. Ambos amigos se distanciarían más tarde, especialmente a partir del momento en que el pintor catalán inicia su romance con Gala, a quien Buñuel tenía en poca estima. Varios testimonios afirman que el director llegó a querer intentar “estrangularla” al tomarla del cuello en medio de una discusión.

Fuente: La Nación

Comentarios