Las series de las últimas temporadas, con honrosas excepciones, parecen generadas más por algoritmos temáticos que ideas de ficción. De hecho ya no son “series” sino “contenidos”, fórmulas probadas que sirven para llenar los espacios abismales de las plataformas. En medio de este panorama que a menudo trabaja con lo obvio, apareció un formato diferente, de exquisita factura y raro humor.
Wes Anderson, un director que ha trascendido por su particular estilo que oscila entre la originalidad del guion y la belleza visual (Los excéntricos Tenembaum, El gran Hotel Budapest, Moonrise Kingdom) ha tomado algunos relatos del gran narrador Roald Dahl (Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate) y realizó algunos cortos que se estrenaron al mismo tiempo y por lo tanto podríamos considerar una “serie”.
De qué trata la nueva serie de Wes Anderson
La serie consta de un corto de unos 40 minutos, La maravillosa historia de Henry Sugar, y tres relatos de 17 minutos cada uno: El cisne, El desratizador y Veneno. Como en todas las piezas anteriores, Anderson cuenta con un gran elenco.
La maravillosa historia de Henry Sugar presenta a un excéntrico millonario a quien le gusta el juego. En un hospital en India le hablan de un sujeto que afirma ver sin usar los ojos. Tras varias pruebas exhaustivas se comprueba que es cierto y Henry se interesa porque ese atributo le serviría para ganar dinero en las apuestas. En este episodio Henry Sugar es Benedict Cumberbatch y los médicos son Dev Patel y Richard Ayoade. Ben Kingsley es quien aprendió de un yogi este mágico poder. En este y los otros cortos Ralph Fiennes representa a Roald Dahl sentado cómodamente en un sillón y al final del relato comenta, a veces con una moraleja, la historia que acabamos de ver.
El cisne se ocupa del acoso escolar: dos jóvenes matones -a quienes nunca vemos- maltratan a un brillante compañero de escuela, tímido e indefenso ante la amenaza y la intimidación. En una escenografía original y austera, la acción está narrada por Rupert Friend y el niño es Asa Jennings. Se trata de un caso real que Dahl tardó más de 30 años en decidirse a escribirlo. También acá el autor (Fiennes) comenta estos avatares al final.
El desratizador es un relato intenso y algo delirante donde Fiennes hace el papel protagónico como un profundo conocedor de las ratas, con un inesperado respeto por el roedor a quien considera inteligente y sagaz. Y Veneno es una exploración sobre el miedo que muestra a Cumberbatch, acostado en su cama y tieso, aterrado, porque tiene una serpiente venenosa dormida sobre su estómago.
La realización de estos cuatro cortos, con toques de ingenua teatralidad y un elenco de alta gama, es una notable propuesta que rompe la monotonía de la oferta actual. (Fuente TN)