Cultura

Se cumplen 82 años de la muerte de Alfonsina Storni

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Una de las grandes voces de la poesía argentina se quitó la vida un 25 de octubre de 1938 en una escollera de Mar del Plata.

Se cumplen 82 años de la muerte de Alfonsina Storni

“Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda, que angustiada y sola,
Va dejando sus pétalos dispersos”

Se cumplen 82 años desde aquel 25 de octubre de 1938, en el que la poeta Alfonsina Sotrni decidió terminar con su vida en Mar del Plata, al arrojarse de la escollera del Club Argentino de Mujeres.

Considerada una de las escritoras más influyentes de la época, con una prosa feminista e original que cambió el sentido de las composiciones que hasta en ese entonces se escribían en Latinoamérica.

Además de escribir poesía y obras de teatro, Alfonsina ejerció como docente. Colaboró en la Revista Nacional, Myriam, Tribuna Libre, Proteo, El Hogar, Caras y Caretas, Mundo Argentino, así como en el matutino La Nación.

“La inquietud del rosal”, “El dulce daño”, “Irremediablemente”, “Ocre”, “Languidez”, “El mundo de siete pozos”, “Mascarilla y trébol”, “Dos farsas pirotécnicas”, “Polixena y la cocinerita” son algunos de sus más célebres escritos.

Parte de sus composiciones reflejan lo vivido mientras atravesó un cáncer de mama, que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.

Nacida en Suiza el 29 de mayo de 1892, Storni eligió a Mar del Plata para pasar sus últimos días, aunque ya lo había hecho previamente para vacacionar.

“Alfonsina era una mujer muy avanzada. En sus poesías y sus escritos decía lo que otras personas no se animaban a decir, como por ejemplo referirse a los derechos de la mujer”, destacó Zulema Dalpozzi, presidente de la Sociedad de Escritores Marplatenses.

Un día después, el diario La Nación publicó el último poema de Alfonsina, un soneto titulado “Voy a dormir”:

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvides… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…

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